Mentiras Peligrosas: Fricción

Interludio: Historias del a gasolinera

Trinity 2013, Julio

Michael no había tomado buenas decisiones en su vida. Intento volverse una estrella de rock a corta edad sin tener el más mínimo sentido del ritmo, coordinación o trabajo en equipo, lo que lo llevo a salirse de la escuela, y la poca atención que consiguió del medio lo sumió en un espiral de drogas y peores decisiones. Toco fondo cuando la policía lo encontró bebiendo su propia orina con una aguja aun clavada en su brazo.

Sus padres tuvieron un poco de misericordia con el. Probablemente rogaron al cielo porque le mostraran el camino correcto a su hijo. Afortunadamente para ellos este voluntariamente fue a terapia y grupo de drogadictos anónimos, consiguió su diploma de la preparatoria con esos cursos de un solo examen, y ahora estaba consiguiendo todo el dinero que podía para tomar un curso en el colegio comunitario y con suerte algún día poder dejar el basurero que se llama turno nocturno de la gasolinera.

Michael siendo el mismo un fenómeno, no le sorprendían demasiado las cosas que llegaba a ver en la noche. Sujetos drogados buscando cigarrillos, vagabundos comprando cerveza, raros con televisiones rotas en su cabeza como si fueran cascos, y una que otra pareja que buscaba condones para consumar su amor en los glamurosos baños de la gasolinera.

La cosa pintó ir a mejor cuando se le asigno una compañera, probablemente alguien con el mismo pasado que él. Se sorprendió al saber que se trataba de una de sus viejas compañeras del insti, aunque no el tipo de persona que esperaba se trataba nada más y nada menos que de Lauren Birch, la que en algún momento fue elegida persona con más probabilidades de volverse famosa, de triunfar en la vida y coronada (esa misma noche) como reina del baile.

Lo que comenzó como una relación de trabajo en la que ambos trataban de fingir que no se conocían, termino por florecer en una amistad. En la que las largas jornadas del turno de vampiros los obligo a sincerarse el uno con el otro. Resulta que la vida tampoco había tratado demasiado bien a Lauren, quien luego de terminar la preparatoria enfrento la realidad de que realmente no era lo suficientemente lista para entrar a ninguna universidad, lo que la llevo a tomar un año sabático, para cuando llego su momento de buscar pareja se dio cuenta de que todos los chicos buscaban a alguien más competente, y al igual que Michael, estaba tratando de ahorrar un poco de dinero para continuar con su educación en el colegio comunitario de la ciudad, sin embargo, seguía sin ser los suficiente para dar el ancho en las clases, a veces ella simplemente desearía que hubiera una forma de conseguir los exámenes por puñado de dólares.

Fue en la noche antes del regreso a clase que Michael tomo valor para invitar a salir a Lauren, ya que sabía que tarde o temprano ella lo abandonaría por buscarse una mejor vida, una vida que el aun no podía costearse.

La noche estaba entrada. El reloj marcaba cerca de las 2:14 en su pantalla. Los pasillos estaban plenamente iluminados por cilindros luminiscentes, en los que ya se podía observar a las partículas rebotar de un lado a otro, probablemente seria hora de solicitar un cambio. La máquina de sodas estaba impecable y la tienda estaba muerta.

Por política de la tienda tenían que cerrar la tienda y solo atender por la ventanilla el resto del periodo entre las 2:30 y las 5:30, que eran considerados como las horas violentas, aquellas en las que se presentaban la mayoría de los crímenes y asaltos. Era de esas cosas que siempre realizaban, pero nadie sabía si alguien había sido víctima de un asalto o robo altas horas de la noche, de hecho, era mucho más común que les robaran en plena luz del día que en la noche cuando las cámaras tenían mayor posibilidad de identificar a un sujeto aislado que aquellos que venían en masa a la estación de servicio.

Michael estaba estirando el cuello de su uniforme, le provocaba nervios el solo pensar en lo que sucedería cuando le preguntase. Quería ser optimista y pensar que ella aceptaría, pero aun continuaba ese taboo, de que ella solía estar a un nivel completamente distinto, incluso la tenía en ese pedestal inalcanzable.

Lauren se encontraba limpiando el exhibidor de la caja, a los jefes les molestaba cuando los empleados nocturnos olvidaban limpiar el exhibidor, a pesar de que solo haya sido una vez, y por un olvido, no obstante, su jefe era este cuarentañero neurótico con mentalidad de niño, lo odiaba con todo su ser. A la única persona que parecía no odiar de su día a día era a Michael, quien era una persona completamente distinta de la que conoció en la preparatoria, bueno, conocer es una palabra muy fuerte, sabia su nombre y que era un perdedor, no obstante, ella estaba en la misma situación que él, su único privilegio era que sus padres le pudieron costear la inscripción.

 Michael era muy divertido, siempre lograba sacarle una sonrisa, sabia cuando estaba enferma, incluso se había tomado el tiempo de averiguar su cumpleaños para llevarle un pastel, pero no un pastel de la gasolinera, al menos no de esta, ya que los de ahí sabían horribles, si no de aquella que parecía un minisúper. Había pensado en invitarlo a salir, ya que claramente él tenía un ataque de pánico cada vez que la invitaba, así que decidió hacerle un favor.

—Hey, oye. —Le llamó a Michael quien estaba al otro lado de la tienda, limpiando los refrigeradores. —¿Te parece si vamos por una pizza en la tarde, antes de iniciar el turno?

Michael fue tomado por sorpresa, y casi suelta las bebidas que estaba acomodando, trato de fingir que no se había emocionado. —Claro, estaría genial.



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En el texto hay: vampiros, asesinos, romance

Editado: 02.02.2024

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