Mentiras y Traición

Capítulo 30

Capítulo 30

 Frente a frente
 
Sirsha y Declan caminaron hasta posicionarse cautelosamente a unos metros del gran roble encantado. Se lo quedaron observando cuando una voz estruendosa sacudió las inmediaciones:
Roble: (Enojado) ¿Quién desea pasar por mis dominios?
Sirsha: Sirsha, hija de Gael, rey de Riordan.
Declan: Declan, capitán de la guardia de Riordan. Hijo de Lorcan y Enda.
Roble: (majestuoso) Ya lo sabía. Yo lo sé todo.
Sirsha: Entonces sabrás que deseamos pasar por tus tierras.
El árbol comenzó a reír de una forma que atemorizaba.
Sirsha: Sabemos que nadie ha logrado pasar. ¿Cómo podemos hacer nosotros?
Declan tenía preparada su espada por las dudas y Sirsha su arco en su espalda dolorida.
Roble: Nadie puede pasar por aquí. Ningún camino hacia la verdad prolifera con autoengaños. Un ser que se engaña a sí mismo está muerto en vida.
Sirsha: ¿Por eso mataste a todos? Fuiste juez y verdugo.
El gran roble se enfureció.
Sirsha: ¿Qué hizo que de pronto te pusieras a cuestas el estandarte de la verdad?
Roble: ¿Quién te crees que eres para hablarme de esa manera?
Sirsha: Si hoy voy a morir hablaré con la verdad. Sé lo que hiciste y por qué terminaste así.
Roble: ¿Y acaso te interesa?
Sirsha: No fuiste el único hombre que se abusó del amor de una mujer. Los hubo y los hay peores. Nada más que te metiste con la mujer equivocada.
Mientras Sirsha hablaba con el roble, Declan analizaba los espacios, el terreno y cómo escapar de allí si todo se complicaba.
Roble: Me estás engañando para pasar. No trates de meterte en mi cabeza.
Sirsha: Debemos pasar. ¿Qué debemos hacer?
Roble: Decirme la verdad. Díganmela y pasarán.
Sirsha: ¿Qué es lo que quieres saber?
Roble: Lo que nunca se atrevieron a decir a nadie. Lo más profundo de su corazón.
Sirsha: Soy hija de un rey asesinado que debe recuperar el trono gracias a un mago ambicioso que quiere dominar el reino y con él, el mundo.
Roble: (A Declan) Y tú... ¿qué tienes para decir?
Declan: Soy el capitán de la guardia del reino de Riordan. Me confiaron la seguridad de la princesa y debo conducirla a donde debe encontrar la verdad y las herramientas para vencer.
Roble: (Furioso) ¿Eso es lo que tienen para decirme? ¿Se creen acaso que soy un estúpido?
Sirsha: ¿Y qué deseas que te digamos? Esa es nuestra verdad.
Roble: No es lo que está en sus corazones. Es lo que nunca se animaron a plantear de sí mismos.
Declan: (perdiendo la poca paciencia que lo caracterizaba) Mira. ¡Debemos pasar y no podemos perder tiempo!
Roble: ¡Cállate la boca!
Los ánimos estaban empezando a sobrecalentarse. Declan comenzó a discutir con el roble y éste lo aventó al aire con el golpe de una de sus ramas. Antes de que la pelea empeorara, Sirsha trató de aminorar las agresiones, ya que sabía que Declan podría salir verdaderamente lastimado.
Sirsha: (gritando) ¡¿Pueden acabar los dos ahora?!
El roble se quedó quieto y Declan se paró blandiendo la espada.
Sirsha: ¡Basta! Ustedes los hombres siempre arreglando las cosas peleando. Te dijimos la verdad. ¿Nos vas a dejar pasar o no?
Roble: (gritando) ¡Nooooo......
La travesía se estaba tornando grave. Tratar de pasar a la fuerza era imposible. Las ramas del árbol se estiraban mágicamente de uno a otro lado y con lo poderosas que eran, la muerte era segura.
Sirsha trató de razonar con el roble, pero fue inútil.
Éste no les haría nada mientras no intentaran evadirlo para continuar el camino.
Llegó la noche y a Declan y Sirsha no les quedó otra alternativa que quedar varados allí.
Prendieron una fogata y se alimentaron de los pocos frutos y semillas que había.
Sirsha: (en voz baja) ¿Qué vamos a hacer? Estuvimos todo el día aquí. Pasar no se puede. Hablar tampoco porque oye todo.
Declan: No lo sé. Es la primera vez que estoy desconcertado.
Sirsha: El roble dijo que teníamos que decir lo profundo de nuestro interior. Lo que no nos animamos a reconocer.
Declan: (tirando fastidiosamente un trozo de madera a la fogata) No tiene derecho a saber lo que llevamos dentro. Es alimentar su ego para nada.
Sirsha: Pero si queremos pasar debemos pensar qué es lo que debemos reflexionar.
Declan: No le seguiré el juego a ese estropajo de madera.
Sirsha: Escúchame una cosa. Hay que salir de aquí porque hay mucho por hacer. Mi hermana está en el castillo y no sé qué le estarán haciendo. No sé tampoco cómo voy a vencer a Jarlath, ni qué me tendrá preparado cuando estemos frente a frente. Ni siquiera si vamos a salir vivos de esto. Que así seamos sinceros y salgamos de aquí porque esto ya se está poniendo cada vez peor.
Declan: Yo no voy a abrir mi corazón. Además, no tengo nada que decir. Tú nunca me soportaste y siempre me tomaste de estúpido. No eres la persona indicada para tener una charla seria.
Sirsha: Tú eres el que siempre me tomó de ingenua y consentida. Cualquier cosa que sepas de mí será para criticarme.
Declan: ¡Entonces no me conoces!
Sirsha: ¡Tú no me conoces! Y si tan preocupado estás de que me burle, comenzaré yo a hablar. Pero no lo uses después en mi contra. Estoy confiando en ti por segunda vez en mi vida.
Declan: De acuerdo.
Sirsha: ¿Qué puedo decirte? Que estoy confundida. Que tengo miedo. No me esperaba nada de todo esto. Yo hasta hace poco soñaba con escaparme del castillo hacia tierras lejanas y hacer mi vida en una casita alejada en medio de las laderas.
Declan: ¿Y de qué pensabas vivir? Una mujer sola...
Sirsha: (mirándolo fastidiosa) ¿Me vas a dejar hablar o no? Quería escaparme porque nunca fui feliz en el castillo. Haber crecido pensando que era una hija de nadie, abandonada. Tantas noches en mi habitación deseando las caricias de una madre. Una mujer que fuera ejemplo para las angustias de mi crecimiento. Nadie estuvo las veces que lloraba sola por los desdenes de Aoife. La ignorancia y negligencia de mi tío. Deseaba tanto en el fondo ser hija de unos simples campesinos. Nunca me sentí amada ni contenida. Por eso me hago la fuerte. Porque no tengo a nadie que me quiera como me lo merezco. Nunca fui feliz y ahora esto que pasa...
Los ojos de Sirsha empezaron a llenarse de lágrimas.
Sirsha: Te parecerá tonto, pero lo único que siempre me distrajo era pelearme contigo.
Declan sonrió. No se podía explicar lo que sentía ante una mujer que estaba siendo sincera.
Sirsha: Cada vez que ibas a una guerra me sentía vacía porque no tenía con quién discutir. Mi forma de relacionarme contigo era más cómoda peleando. Muchas veces, en las noches, miraba hacia el horizonte y pedía que volvieras bien porque eras lo único sano que tenía en mi vida.
Declan se quedó callado. Pensó por años que no significaba nada para Sirsha y ahora ésta le decía que de alguna manera había sido importante para ella.
Sirsha: (secándose las lágrimas) Puedo estar sola. Lo estuve siempre. Pero tengo tanto miedo... Tengo miedo de morirme sin haber vivido. No quiero el trono. Deseo ser libre. Es demasiada responsabilidad todo lo que cayó a mis espaldas.
Sirsha no pudo evitar estallar en llanto. Los tres días de travesía y tanta información la habían colocado en una posición precaria. Toda una vida tolerando sufrimientos y sin ser contenida por nadie.
Declan: Te diría que no llores, pero llevas mucho adentro. Trata de calmarte. No estás sola y estás haciendo las cosas bien.
Se acercó para enjuagarle las lágrimas.
Declan: (mirándola) No estás sola. Yo estoy contigo. ¿Hace tiempo deseabas una madre que te contenga? ¿Qué deseas ahora?
Sirsha: (Con timidez) Alguien que me quiera al menos un poco.
Declan cambió de tema abruptamente porque sus defensas estaban siendo derrumbadas.
Declan:  Es verdad que de pequeño me pidieron protegerte, pero a medida
que pasaban los años sentí lástima por ti.
Sirsha: ¡Qué amable! Justo el apoyo que necesitaba.
Declan: Pero es la verdad. Años preguntándome cómo te ibas a tomar todo esto. Me daba lástima la posición en la que estabas. Fue injusta la vida que tuviste por codicia de terceros. Siempre me sentí culpable de no haberte dicho nada. Lo sabía todo y me callé. Pero hay algo que nos supera a los dos y no puedo ir contra el destino. Tenía miedo de que me odiaras. Me preocupé mucho de qué fueras a pensar de mí al final.
Sirsha: Al contrario. Una vida de esclavitud por mi culpa.
Declan: Al principio sí. Cuando era pequeño y había perdido a mi familia, estando con mi tío, entrenando para ganarme un lugar de adulto entre las tropas de Cronan para poder protegerte, sí pensé que no me lo merecía.
Sirsha: ¿Tú también perdiste a tus padres en la toma del reino?
Declan: (alejándose de Sirsha para sentarse dándole la espalda) No. Yo los perdí mucho antes.
Sirsha se quedó callada. Si Declan quería contarlo lo haría.
Declan: Mi vida no fue distinta a la tuya. No creas que alguna vez yo fui feliz. Tuve algo de paz cuando viví con mi tío.
Sirsha: ¿Y cómo fue tu infancia?
Declan: Mi padre era  guerrero de las tropas de tu padre. Como ya sabes. Donovan era el capitán. No eran hermanos. Donovan era el hermano de mi madre. Mi padre iba a las guerras y cuando volvía comenzaba la pesadilla. Llegaba a casa para golpearnos a mi madre y a mí. Cualquier cosa era motivo de discusiones.  Si mi madre no había levantado la cosecha, la golpeaba hasta dejarla tirada en el piso sangrando. Y no contento con eso la seguía maltratando. Crecí así  por años.
Cuando fui grande llegó mi turno. Si no estaba la casa en condiciones me golpeaba con lo primero que encontraba. En muchas ocasiones me quebró las costillas.
Sirsha quedó petrificada. No pensaba que Declan había sufrido tanto.
Declan: Mi tío no lo sabía, pero lo sospechaba. Los golpes eran muy marcados para ignorarlos. Cada vez que debían estar en el castillo o ir a la guerra, eran momentos de paz.
Sirsha: Eras muy pequeño y no podías contra un adulto (agregó Sirsha luego de verlo tan triste).
Declan: (tratando de permanecer entero) No sabes lo que era ver el maltrato y no poder hacer nada. Hasta que un día, cuando tenía siete años, vi a mi padre golpear a mi madre como siempre y no lo soporté más. Me abalancé sobre él por la espalda. Me tiró al suelo y comenzó a darme de patadas quebrándome el brazo.
Sirsha comenzó a acercarse a Declan.
Declan: (con  impotencia) Mi madre trató de defenderme. La golpeó hasta dejarla sin sentido. ¡Por dios! No podía entender por qué tanta violencia. Y yo tirado sin poder moverme.
Declan no pudo evitar llorar como un  niño.
Declan: Cuando terminó con mi madre se volvió para terminar conmigo. En ese momento, cuando iba a acabar de matarme, una espada atravesó su corazón. Fue mi tío que había venido porque quería saber que pasaba y llegó justo.
Sirsha se acercó y le tomó las manos.
Sirsha: Escúchame bien. Tú no pudiste hacer nada. La situación te superaba. Tendrías que sentirte mal si no hubieras defendido a tu madre, pero tuviste el valor de decir “basta” y te enfrentaste a tanta desidia. Eras sólo un niño.
Declan: (llorando desconsoladamente) Nunca se lo conté a nadie.
Sirsha: (con lágrimas en los ojos y acariciando el rostro de Declan) Te repito que no podías hacer más.
Declan: (señalando una cicatriz en el codo de su brazo derecho) ¿Ves esto?
Sirsha: (observando) Sí.
Declan: Es el recuerdo de aquel día. El hueso se salió en uno de los tantos golpes y me perforó la piel. Me salvé de milagro gracias a los cuidados de mis tíos. Cuando me recuperé en verdad quería morir.
Sirsha: (con la voz quebrada) ¿Y cómo saliste adelante?
Declan: Mi tío insistía que yo había nacido para algo grande. La vidente del pueblo lo había visto en mis ojos.
Sirsha: (sonriendo) Y es verdad. Tu gran proeza es tolerarme a mí. ¿Qué puede ser peor?
Declan: Cada vez que iba a la guerra. Pensaba en ti.
Sirsha se sorprendió. No esperaba tal confesión.
Declan: Las madrugadas anteriores a las batallas me preguntaba cómo estarías y qué locura estarías haciendo. Pelear contigo me mantenía distraído de mi incómoda realidad. Tú eras lo que escapaba a lo cotidiano de mi vida.
Sirsha:  Tú también eras el escape de mi vida miserable. Ocupaba mucho el tiempo pensando  cómo te iba a contestar y cerrar la boca.
Declan: (mirándola) Prometo no llamarte más caprichosa y testaruda.
Sirsha se había olvidado que aún lo estaba tomando de las manos.
Sirsha: No. Por favor. Pelear contigo me mantiene cuerda. (Riendo) Recuerda que aún eres un idiota.
Los dos comenzaron a reír hasta que en un momento se dieron cuenta que había silencio alrededor. Se quedaron mirando un largo rato.
Declan: (sorpresivamente) Eres muy importante para mi Sirsha.
Sirsha: Para mí también Declan.
Se abrazaron. Y en el abrazo, Sirsha sintió la voz de Aodhan al oído. Él no estaba presente, pero al ir evolucionando, Sirsha había evolucionado en  su percepción.
Voz de Aodhan: ¡Sirsha escúchame!  El árbol se debilita cuando alguien reconoce lo que hay en su interior. Su esencia es la mentira y la verdad le quita fuerza. Es hora de que traten de huir escapando hacia la salida ahora que pueden. Antes de que sea tarde.
Sirsha le dijo al oído a Declan lo que pasaba y ambos miraron de reojo al roble. Sus ramas estaban debilitándose. En mil años nunca había ocurrido y ni el mismo monstruo comprendía qué pasaba. Eso lo enfureció.
Declan le hizo señas a la princesa para que se preparara a correr y tomara su arco. Él preparó su espada.
Declan: Cuando te diga,  quiero que empieces a correr y no mires hacia atrás. Tendrás que esquivar las ramas que tratarán de atraparte.
Tal vez, tengas que usar tu arco.
Sirsha: Está bien. ¿Y tú?
Declan: No te preocupes. Iré tras de ti. En ningún momento mires atrás.
Sirsha: Está bien.
Declan: Tienes que ser valiente.
Ambos corrieron.
El roble estiraba sus ramas tratado de atraparlos. A pesar de estar debilitado conservaba la fuerza suficiente para capturarlos.
Sirsha con su arco,  disparaba flechas para atravesar las ramas que querían lastimarla.  Declan hacía lo propio con su espada. Pero el roble no se rendiría fácilmente. Al final la princesa quedó atrapada entre el ramaje. Declan con su espada comenzó a hachar las ramas que venían de todas las direcciones y las que estaban aprisionando a Sirsha por la cintura y el cuello. Nunca le dio con su espada a algo con tanta furia y desesperación al ver que la princesa se estaba poniendo azul. Tan pronto cortó las ramas, la cargó entre sus brazos y corrió lo más rápido que pudo. De lejos se sentían los alaridos del árbol enfurecido que se veía derrotado por primera vez.
Las heridas de la espalda de Sirsha volvieron a abrirse sangrando copiosamente.



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En el texto hay: acción escape amor, traicion, intriga

Editado: 16.09.2020

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