Capítulo 36
La organización
Jarlath comenzaba a ponerse más y más nervioso. Eoghan debió estar en el castillo con Sirsha.
Engel se infiltraba por el pueblo para rescatar noticias, pero nada se escuchaba.
La realidad era que los hombres del reino se habían organizado durante años para la rebelión final.
A pesar de la represión y el terror de Cronan, los ciudadanos planearon liberarse desde que fueron reprimidos décadas atrás, trabajando en escondites secretos, fabricando armas, entrenando...
Los magos y chamanes del pueblo auguraron durante años la batalla final y arengaron a la gente a no decaer.
El nombre de Sirsha no era nuevo para nadie. Que tuvieran que callar no significaba que no supieran que ella sería la que los liberaría y les devolvería la paz que alguna vez tuvieron.
Mientras tanto Jarlath se preparaba pensando en usar su as en la manga. Estaba furioso porque no podía ver dónde estaban la princesa rebelde y el capitán. Aodhan se ocupaba de poner un muro blanco en la mirada del mago negro para
que no supiera por qué parte del camino estaban. Esta vez Aodhan tenía la guardia alta. No sucumbiría como el día que perdió a Eleonor.
Aoife, habiendo bajado la guardia para que Jarlath la dejara salir, se vio envuelta en actividades que no se esperaba.
El mago negro en su desesperación practicaba la antropomancia. La princesa no soportaba ver cómo gente inocente moría para que el impío traidor pudiera tratar de ver el futuro. Muchas cosas ignoradas eran imposibles de soportar por Aoife.
Por las noches, cuando los soldados del reino descansaban y cambiaban la guardia, cientos de mensajes eran enviados para coordinar los ataques que se llevarían a cabo para impedir que los Soldados de la perdición despertaran. El resto de los reyes de los países cercanos tenían todos los hombres a disposición.
En 20 años, Donovan había ideado todo en el silencio. Y el pueblo había hecho una magnífica actuación haciendo creer que eran cobardes.
Editado: 16.09.2020