Mercenario

SILENCIO

UNO

ㅡTan lindo ㅡes lo único que sus labios pudieron articular, la vista desde su ventana era simplemente preciosa. Las últimas hojas que se aferraban a las ramas de los árboles terminaban por ceder ante su destino. La temperatura bajaba, y el invierno estaba cada vez más cerca. Dio un sorbo a su chocolate, sintiendo como el líquido le brindaba calor a su ser, era reconfortante. Le hacía sentir viva el ver a los niños correr mientras jugaban; amaba la imagen de ella caminando tomada de la mano de alguien bajo ese escenario. ㅡAlgún día será ㅡse dijo a si misma mientras una leve sonrisa invadía su rostro.

ㅡ ¿Ya estás lista chinchilla? ㅡescuchó una voz detrás de ella, dio vuelta y asintió con la cabeza. Dejó la taza sobre el mesón y cerró la ventana.

ㅡSi Jay, ya podemos irnos. Ya he guardado todo en la mochila, creo que no olvidamos nada. ㅡel muchacho asintió conforme y tomó la mano de Clhoe para después salir de la casa.

Caminaron varios minutos mientras observaban el cielo, estaba un poco nublado y el viento se encargaba de revolver levemente su cabello.

ㅡ ¿Te molesta si te alcanzo después? Necesito ir a recoger un libro que he pedido por internet ㅡquitó un mechón de su cabello que le molestaba. Jay no tenía ningún problema con lo que acababa de escuchar, cargó la mochila y se despidió con un pequeño beso en la mejilla.

Cloe por su parte se encaminó hacia la dirección donde debía recogerlo pero, no notó la mirada que estaba posada sobre sí. Él se quedó absorto ante la belleza de la chica, su cabello color azabache le llegaba hasta la espalda baja; se movía tan elegantemente ante cada paso y briza del viento. Su piel era pálida como la nieve, una figura hermosa y sus labios tenían un color rosa apastelado que la hacían ver totalmente deslumbrante.

ㅡ ¿Será mucho pedir? ㅡse dijo a sí mismo, se acomodó su abrigo y decidió seguirla. Mantuvo su distancia, pues no sería bueno ser descubierto sin tener como defenderse. Cuando ella se detuvo y entró en un pequeño local, se arrimó en la pared y sonrió con sorna. Sacó su celular del bolsillo y marcó a su oficina ㅡCancela todas mis reuniones, hoy no podré ir. Tengo asuntos muy importantes. ㅡdespués de la llamada guardó el dispositivo nuevamente, y en ese momento la muchacha salía sonriente de aquel establecimiento.

Él decidió seguirla por el resto del día hasta la finalización de la jornada, Clhoe y Jay regresaban felices después de la sesión de fotos. Pues con este trabajo obtendrían bastantes dinero. Ellos jamás notaron que él los seguía, no notaron que la muerte les vigilaba. Su fin había iniciado.

ㅡAsí que calle 23, casa número 73 ㅡanotó en su celular ㅡsabré todo de ti, lo prometo mi amor ㅡdió una última mirada a la casa y partió con rumbo a su domicilio. Pero mientras esto pasaba Clhoe ya estaba en su habitación, el día había sido cansado. Tomó un pijama abrigado de su ropero y se metió a la ducha. Salió unos minutos después y se acostó en el sofá de la sala. ㅡ¿Mañana vamos juntos a clase? Es que el viernes no fuiste conmigo y me sentí sola, estoy acostumbrada a que vayamos juntos ㅡJay le sonrió caminando hacia ella y sentándose en el respaldo del sillón ㅡclaro que si chinchilla, el viernes no fui por que tuve pendientes con Sami, lo sabes. Pero no tienes que preocuparte, mañana sin falta vamos juntos y te dejaré en la puerta de tu salón ya después iré al mío. ㅡle dejó un suave beso en la frente, se levantó sonriente y se dirigió a la cocina pues era su turno de hacer la cena. 

La noche transcurrio tranquila, los dos jóvenes cenaron y platicaron como era de costumbre. Siendo totalmente ignorantes de que su mundo estaba a unas pocas horas de cambiar. Clhoe se dirigió a su habitación, se metió en su cama y mientras pasaba tiempo en su celular una notificación captó su atención. 

"Kian Bardot te ha enviado una solicitud de amistad" 

Sin pensarlo apretó sobre el aviso dando paso a su curiosidad, era un hombre que aparentaba unos 30 años, cabello color negro, ojos café oscuro y un rostro agradable. Aceptó sin dudar ㅡEs uno de tantos ㅡsusurró en voz baja para si misma, ya con el sueño inundando su ser dejó su celular debajo de la almohada y se quedó dormida sin más. 

 

 

 

 

 

 



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En el texto hay: primeramor, muerte, asesino asesinatos sectas

Editado: 10.03.2022

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