—Ten esto— dijo David alcanzándole una pastilla. —Tómala, es para el dolor de cabeza.
Martín aceptó con un gracias y lanzo la pastillas dentro de su boca. Liz se acercó llevando un vaso con agua, mientras Samuel la seguía por detrás.
—Ten— dijo Liz entregándole el vaso.
— Gracias —respondió Martín nuevamente y tomó un sorbo largo.
Pasó el agua haciendo un chasquido con la garganta. Se secó los labios con su mano y miró a Samuel. El pequeño lo observaba atento y preocupado.
—Hey Samuel que sucede..
El niño lo miró y corrió a abrazarlo. Su cabeza tocó la herida y le hizo doler, pero soportó la molestia arrugando el rostro. Posó su manos sobre la cabeza de Samuel y lo acarició.
—Que sucede...
Hubo un silencio temporal, mientras Liz y David miraban la escena sin saber que sentir o hacer.
—Gracias señor Martín...
«Realmente deseo que me diga papá... lo deseo mucho...» pensó, mientras lo aprisionaba mas a su pecho.
—Bueno hijo, ve a comer algo.
—Usted también debe comer.
—Lo haré...
Revolvió su cabello y Liz le dio la mano para volver a la cocina.
—¿Te sientes mejor?
—Sí...
—¿Qué pasó?
Martín cruzó las manos inclinándose hacia adelante.
—Vi a una mujer... una mujer que tenía la piel pálida.
—¿Una mujer?—preguntó David con mucha intriga.
—Si, una mujer muy horrible... parecía un fantasma.
—Oh.., y que más. Qué sucedió.
—Apareció una sombras gigantesca. Y esta tenía dos brazos largos y monstruosos con los cuales se movia.
David se percató que el cuerpo de Martín temblaba.
— Ya... no sigas. Es mejor que no lo recuerdes.
— Si...
— No lo sé... tal vez esa mujer de tus sueños tiene que ver algo.
Miró hacia la ventana, deteniendo la conversación . Martín se fijó en su perfil, su nariz era grande y recta... era casi perfecta. Extrañamente una nariz muy poco común, como la de su padre.
— Con la llamada....- dijo por fin, expulsando un suave suspiro.
— Y la criatura...—dijo Martín intentando que David regresara en si
—Antes debo contarte lo que pasó en esos dos días antes de que llegaras.