Cuando calmó su llanto, se percató que nadie lo había visto. Hubiera sido algo vergonzoso además de extraño verlo en suelo y llorando. Se secó las lágrimas, y con pasos torpes logró ponerse en pie. Miró hacia la casa y pensó muchas cosas, pero lo principal era hallar a Héctor a toda costa. Respiró profundo y con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta se alejó, caminando con pasos lentos.
Ya era mediodía, y David no había visto a Samuel en toda la mañana. ¿Donde podría andar el pequeño?... No lo sabía. La relación fraternal que llevaba con Samuel era tan especial..., sin embargo, muchas veces se cuestionaba sobre el tema de la adopción, y esto le hacía pensar mucho en su pasado.
David tenia una vida con hechos marcados en su formación como hombre y persona. Venía de una familia trabajadora. Pero tenía un padre bastante estricto. Esa era la imagen superficial que todos conocían de él, puesto que siempre se enfrentaba con su madre en discusiones demasiado fuertes. Pero nunca la llegó a golpearla o hacerle un daño físico... No hasta que empezó con su alcoholismo.
David recuerda muy bien esa época, ya que tenía 18 años. Eran tiempos muy oscuros en su vida, pero nunca imaginó que ese sería el inicio de su vida tan convulsionada y llena de excesos.
Su padre una noche llegó muy ebrio y enajenado. Comenzó a gritar a su madre diciéndole que era una perra y una traidora. Ella intentaba defenderse, hasta que una fuerte bofetada se oyó hasta el cuarto de David en el segundo piso. Él bajó rápidamente, y vio a su madre arrodillada en el suelo, llorando y frotándose su mejilla, la cual estaba roja y tenia marcas de los dedos de su padre.
Víctor seguía con las palabras en contra de la madre de David, y levantó de nuevo la mano para poder golpearla. Entonces David corrió y empujó a su padre, quien cayó sobre una pequeña mesa en donde estaba un florero. El cuerpo de Víctor era robusto y partió la mesa en dos y el florero estalló al caer.
David en esa época era muy delgado, y era un suerte no haberse lastimado al arremeter contra del cuerpo de su padre. Pero esa suerte no duraría mucho, ya que su padre se levantó, agarró a David del cuello y lo golpeó varias veces en el rostro. David intentaba zafarse pero era inútil, los golpes comenzaron a formas manchas rojas en su rostro, y luego comenzó a sangrar.
David tenia un hermano de dos años, quien se había despertado y comenzó a llorar desde su cuarto en el piso superior. La madre de David se levantó y corrió hacia las escaleras, pero Víctor al darse cuenta, soltó a David y empujó a la mujer, quien se golpeó la cabeza al caer contra el suelo. Víctor subió las escaleras, saltando dos escalones a la vez. Y David, que tenia el ojo derecho completamente hinchado y sangrando, se puso de pie y fue tras su padre.
La madre de David quedó inconsciente unos segundos, al despertarse se alzó y se agarraba la cabeza, que le dolía muy fuerte. También subió las escaleras.
Luego todo pasó como una película en cámara lenta en la cabeza de la mujer. Cuando llegó al cuarto del pequeño, observó como su esposo tomaba al bebé, y se acercaba a la ventana. David intentaba hablar con él, pero era inútil. Víctor estaba muy enfurecido y decía que el bebé era fruto de la traición, que no era su hijo y amenazaba con arrojarlo por la ventana. Y David no esperó más. Tomó un trozo de madera que arranco de la cuna del bebé y corrió hacia Víctor, quien gritó y terminó lanzando el pequeño cuerpo por la ventana. Las cortinas ondearon y fueron sacudidas hacía afuera, la madre gritó y David agarró con fuerza la madera puntiaguda, clavándola en el vientre de Víctor. Y luego todo era borroso. Solo lograba recordar a su padre sangrando por la boca, pero con una sonrisa muy grotesca. Y a su madre gritando por la ventana.
El bebé había muerto tras una fractura en el cráneo.