En el orfanato de Wool, en una de las habitaciones, dos niños hablaban. El chico, de unos ocho años, sentado en la cama, abrazaba a la chica mientras la consolaba e intentaba él mismo no llorar. La chica, de unos siete, lloraba desconsoladamente en el hombro de su hermano.
-Oh Tom, hice todo lo posible! Pero no pude evitar que me adoptaran. Pataleé, grité, me comporté mal... ¡Pero de nada ha servido! ¡No pueden separarnos! -sollozaba la chica. El chico, no pudo evitar que una traicionera lágrima se deslizase por su pálido rostro. Se separó lentamente de su hermana.
-Mery, se fuerte. Te prometo que, cuando salga de aquí te buscaré. -prometió. La chica lo miró con los ojos rojos. -Hasta entonces, espérame. -ella asintió lentamente. Y unió su meñique con el de su hermano sellando así su promesa.
Minutos después, la puerta se abría y dejaban entrar a tres personas. La primera, la señora Cole, con su vestido ya viejo y arrugado negro junto esos tacones que Merynna tanto odiaba. Con su cabello castaño recogido en un apresurado moño, le daba la apariencia de una vieja junto las hebras grises y sus arrugas en la cara. No podía evitar pensar la niña. Atrás, una pareja de unos treinta y algo la seguían. El hombre, con aquel traje azul y corbata negra, barba perfectamente afeitada, cabello castaño y ojos marrones la observaban examinándola. Mery levantó la mirada ante tal escrutinio. La mujer, en cambio, con su cabello rubio y ojos azules y el vestido verde oscuro, junto las joyas que portaba, un collar de perlas, unos pendientes de diamantes; la miraba también. Pero su mirada, no era como la de su esposo. No la analizaba, no la estudiaba. Solo la miraba con los ojos relucientes creyendo que, por fin había encontrado a una niña a quien darle el amor materno que no había podido darle a sus futuros hijos. Pues, no había podido tenerlos. Así que, iba a adoptar a una. Y se encargaría de hacerla feliz. La chica, incómoda, miró por última vez a su hermano, que le asintió mientras la miraba por última vez en muchos años, y se bajó de la cama para irse hacia la puerta. Y salió sin mirar atrás.
La condujeron por los fríos pasillos de aquel orfanato. Subieron las escaleras para llegar al despacho de la señora Cole. Al entrar, la pareja firmaron unos papeles sellando así su adopción. La chica, se dejó llevar por sus nuevos padres al coche que esperaba fuera. Ellos, se sentaron al lado suyo. El coche arrancó dejando una nube de polvo. Merynna no miró atrás, solo hacia delante.
Editado: 14.06.2021