Metamorfosis de una mente cansada (poemario)

Hermanos

Tú y yo pudimos mantener un lazo fraterno,

pero a quien llamas padre no lo permitió.

Constantemente lo maldigo por eso,

por robarnos la oportunidad de ser hermanos.

Guardé la foto que me dieron para conocerte,

porque temían una historia retorcida de unión.

Los adultos piensan mucho, pero ahora lo entiendo;

el mundo es demasiado pequeño y ya se demostró.

Sin querer que sucediera, sin esperarlo,

estudiamos juntos en la misma universidad.

Sin querer, y sin desearlo,

nos graduamos juntos bajo el mismo techo.

Fue una velada agridulce porque él estaba ahí;

el causante de que no te llame hermano.

Recuerdo la molestia de mi madre,

y cómo salimos de ese lugar demasiado rápido.

Fui consciente de que eso pasaría,

pero necesitaba venganza con esta pequeña rabieta.

Y volviendo a las coincidencias,

debo mencionar aquellas que puedo recordar.

Como si de una broma se tratara,

nuestros títulos están inscritos en la misma página.

Apareciste en mi radar mientras yo trabajaba,

y, aun con temor, me atreví a decirte la verdad.

El pánico de revelarte que somos hermanos;

el miedo a que no aceptaras que nos conociéramos.

Fui una existencia no deseada en tu vida;

lo siento por interrumpir en tu diario vivir.

Pero no podía dejar sin cerrar este capítulo.

Perdón, pero necesitaba vengarme del que llamas padre.

Necesitaba romper su máscara, aunque no sirviera de nada;

porque a la fecha aún desprecio su existencia.

Nos reunimos y fui feliz frente a las posibilidades.

Pensé que nos llevaríamos bien.

Pensé que podría conocer a mi sobrino.

Pensé que podría celebrar todos los veinte de septiembre contigo.

Pero todo se desmoronó después de conocernos.

Así como fue un impulso el encontrarnos,

de la misma manera, se esfumó la relación.

No debería sorprenderme, pero me duele.

Trato de terapiarme y convencerme de que se veía venir.

Es decir, ¿qué persona no se impactaría con esa noticia?

Pero luego reflexiono y me doy cuenta de la realidad:

Creé tantas expectativas que dolió cuando se desmoronaron.

La fruta no cae lejos del árbol,

y me di cuenta, con dolor, que eres igual a él.

Tú también me abandonaste.

Pero te perdono,

porque no eres culpable de la sangre que cargamos.

Ahora, seguiré con mi vida,

con el recuerdo de que tuve un hermano.

Lo digo en tiempo pasado porque no volveré a verte.

Ya no quiero herirme, así que es mejor decir adiós.

Deseo que la vida te sonría,

de la misma manera que tú me sonreíste a mí.

Y aunque esto nunca lo leas,

quiero decirte que en esa única reunión fui muy feliz.




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