Hannah se dejó caer en su cama, pensaba en todo lo que había sucedido ese día. Se asombró de que aunque quería escapar de Dean, fue en busca de él sin saberlo. Se levantó y se dio una ducha para meterse en la cama y quedarse dormida pensando en él.
Dean, por otro lado, al llegar a su departamento fue a la cocina, abrió la nevera y sacó una lata de soda. Se sentó en el mueble de la sala y echó su cabeza para atrás y pensó "¡Qué Día!". Miró su celular que estaba a un lado de él, lo tomó y marcó un número, respondieron casi de inmediato:
- Dígame Señor.
- Jenny, ¿Fueron vendidos los cuadros de la Chica? -preguntó Dean a su asistente.
- No Señor, ninguno.
- Perfecto, todos ellos los guardaras y los mandaras a la dirección que te daré.
- Bien Señor.
- Ok, hay una chica llamada Hannah, ¿ella pidió algo? -preguntó el Jefe.
- Un momento Sir -Dean esperó en silencio- sí, apartó 2.
- ¿Cuáles? -preguntó asombrado.
- "Estaciones del Árbol" y "La Acuarela" -él levantó sus ojos con asombro.
- Wow, muy buenas elecciones. Al parecer tiene mucho gusto y excentricidad -dijo emocionado. En ese momento escucha la puerta del Apartamento, era su hermano, es el único que tiene llaves de su departamento y piensó "¿A esta hora? Que raro?"
- Eso parece Señor -dice con una sonrisa la asistente de Dean.
- Efectivamente, esos 2 y los cuadros de "Sólo Ella" y "Su Sonrisa" las enviarás a la dirección que te enviaré, con el texto que te enviaré dentro de 1 hora por correo, ¿Entendido? -seguía hablando, mientras veía que Nathan sacaba una soda de la nevera.
- Perfectamente Señor, "Estaciones del Árbol", "La Acuarela", "Sólo Ella" y "Su Sonrisa" se las enviaremos a la Señorita Laskier.
- Sí, en una hora estará en tu correo dicha carta -confirmó Dean y Nathan lo miraba pasible en el mueble frente a él.
- Cómo diga Señor -él corta la llamada, sonríe como un estúpido y vuelve a dejar caer su cabeza en el mueble.
- Dean -dijo Nathan con un tono divertido.
- Dime -respondió sin mirarlo.
- ¿Te gusta alguien?
- Quizá...
- Dime la verdad.
- ¿Para qué quieres saber? -dijo Dean mirándolo a los ojos, desafiándolo.
- Pues porque desde que llegaste de París andas... -se quedó pensando- raro, diferente... -se levantó del mueble y comenzó a caminar por la sala -es desconcertante.
- ¿Ah sí? -se rió- Cuando estuve en París, vi en un restaurante a una chica -tomó un sorbo de la soda que tenía en su mano- y creo que la vi aquí de nuevo.
- ¿Sí? ¿Cuándo la viste? -instigó Nathan.
- Pues -se levantó Dean- eso no te lo diré -dijo acercándose a él- estas panzón*, ¿Quién lo diría? -dijo en tono burlón, Nathan rió.
- No pues claro, me cambias la conversación así de manera tan cruel -abrió su boca con asombro y se hizo el ofendido- me ofendes hermano.
- Sé que no es así -se defendió Dean.
- Lo sé Enano.
- Soy más alto que tú.
- Y yo mayor que tú -Dean rodó los ojos.
- Tú no maduras Nathan -se giró para ir a su cuarto.
- Tampoco tú, Animalito -se rió Dean cuando oyó lo que dijo Nathan a su espalda.
Había amanecido y Hannah preparaba el desayuno, bajó el respectivo café y buscó en su librería un gran libro. Sonrió cuando vio el escogido, el "Cien años de Soledad" y pensó "Asombroso". Se sentó con su sándwich, su café y el libro en un puff** que tenía cerca de la ventana.