A lo lejos, después del bosque de las almas en pena, se encontraba el castillo de Eira, Lía estaba sorprendida con la majestuosidad de aquel palacio, cuando ella llegó a ese lugar, no había nada excepto escombros y miles de estatuas mal formadas por el tiempo, así que ver el imperio en todo su esplendor le aprecia fascinante, por otro lado, Eira mantenía la seriedad en su rostro inexpresivo, miles de pensamientos intrusivos acosaban su mente, preguntas dolorosas como ¿Pandora estará realmente muerta? ¿si la veo que le diré? ¿seré capaz de castigarla? ¿mi pueblo realmente espera mi regreso? ¿será que realmente estoy destinado a ser su rey?
Lía pudo notar su angustia, así que trató de tranquilizarlo.
—Todo estará bien, yo lucharé contigo para recuperar tu trono, no estas solo, yo estoy contigo. —le dijo Lía con seriedad.
—Lose, es solo que…me siento extraño en mi propia tierra, como un extranjero que no pertenece a ningún lugar. —manifestó Eira con pesar.
—Se como se siente eso…pero, Eira, al menos pertenecemos el uno al otro. —Lía se dio cuenta de que sus palabras podrían mal interpretarse y con la cara roja añadió con mucha prisa. —me refiero a que nosotros junto a los demás familiares somos nuestro propio hogar, a eso me refería.
—Lo sé, se lo agradezco. —le dijo el cuervo pensando que Lía era muy graciosa.
—Sugiero que nos mantengamos bien alerta, la calma nunca es de fiar en este lugar, había olvidado lo tétrico y terrorífico que era este bosque. —exclamó Lía con miedo.
Los arboles estaban hechos con cráneos humanos y huesos de distintas criaturas, cuando se cortaba sus troncos, estos sangraban, su follaje era, cabellos largo y oscuros, las pantas ahí crecían de forma aterradora, sus frutos eran dedos o rostros que lloraban y se lamentaban, ahí vagaban muchas almas en pena de ahí su nombre, ese bosque apestaba a carne muerta y se veían sombras demoniacas intentando cazar estas almas para devorarlas, era un lugar en el que Lía prefería cerrar los ojos y apartar la vista.
—¿Quiere que hablemos para distraer su mente? —le preguntó Eira al ver que Lía tenía mucho miedo.
—Me encantaría…no soporto esta vista tan horrible, gracias al cielo estamos arriba de una runa. —manifestó Lía con una cara de disgusto.
—Podríamos preguntarnos cosas personales para conocernos mejor, me gustaría saber más de usted.
—Esta bien. —esto le calló a Lía como anillo al dedo, pues era muy curiosa y tenía muchas dudas acerca de su pasado.
—Pregunte usted primero, puede preguntar lo que quiera, incluso si es muy privado, no tendré secretos con usted. —le dijo Eira con amabilidad.
—¿Puedo preguntar lo que sea? Entonces…tu puedes hacer lo mismo, veamos… con lo que pude ver de tu pasado, se que ya estuviste enamorado de aquella mujer de cabello purpura ¿aun la quieres? —le preguntó Lía ansiosa por conocer su respuesta.
Eira se quedó callado por un tiempo y Lía pensó que había preguntado algo muy personal.
—Si te sientes incomodo no tienes por qué responder.
—No lo sé, no sabría decirle si aun estoy enamorado de ella, ha pasado mucho tiempo, el dolor de la traición es muy fuerte, no se si lo que siento es dolor o amor, pienso en ella desde que recuperé mis recuerdos, todo el tiempo trato de encontrar alguna explicación que me calme este sentimiento, trato de justificar sus acciones para convencerme a mí mismo de que lo que hizo no fue tan malo, como si quisiera aferrarme a su inocencia, esperaba eso de Sakdras, de mis consejeros, incluso de Medea, pero no de Pandora, saber que ella me causó todo este daño me hace sentir muy extraño. —manifestó Eira con tristeza en los ojos.
—¿Qué es el amor exactamente? Me lo pregunto todo el tiempo, no sabría aconsejarte en ese tema, porque no sabría cómo hacerlo ¿es un vértigo en el corazón? ¿una falta de oxigeno al cerebro? ¿Es esa ansiedad que te da cuando vez a esa persona? ¿ese dolor que da en el pecho cuando lo vez con otra persona? Porque…el amor no debería doler ¿cierto? No debería sentirse como una penitencia, no debería sentirse como si fuera un pecado…
—Es así como lo describe, pero en su etapa de negación. —le dijo Eira dibujando una pequeña sonrisa en su rostro.
—¿De verdad? Pero ¿y las mariposas? ¿Qué no debería ver las cosas color de rosa? Sigo viendo igual que siempre, además…¿cómo distinguir el amor fraternal con el amor verdadero?
El rostro lleno de angustia de Lía, llevo a Eira a hacerle la siguiente pregunta.
—¿De quien se ha enamorado mi señora?
—¿Qué? ¿yo? —Lía abrió los ojos sorprendida.
—¿Se refiere a un amor no correspondido? ¿o a uno imposible? Habla como si lo que siente estuviera mal o fuera un pecado.
—Así se siente… —exclamó Lía con tristeza.
—¿Esa persona es un vampiro? O algún humano tal vez.
—Son dos vampiros en realidad…
Exclamó Lía con vergüenza, dejando a Eira con los ojos bien abiertos.
—No se como explicarlo, pero los conocí desde que estaban en le vientre de su madre, los amé desde el primer día que fueron concebidos, los esperaba con ansia y desesperación, pensaba que serían como los hermanos que nunca tuve y me prometí cuidarlos de todo peligro, cuando nacieron sentí que mi corazón les pertenecía únicamente a ellos, jugábamos juntos, calmaba sus llantos y me gozaba con sus risas, aunque uno de ellos siempre fue muy serio. —dijo Lía dejando escapar una ligera sonrisa y añadió. —mi sueño siempre fue convertirme en su guardiana y protegerlos hasta la muerte, mi devoción y amor siempre fueron eternos, hasta que nos separamos, y ya conoces el resto de la historia.
—¿Los hombres a quien ama, son los dioses gemelos?
Lía asintió con la cabeza y dijo:
—Creo que me he vinculado de ellos, es la única explicación que encuentro ante tantas emociones, el vinculo es la unión más sagrada que existe para los vampiros, es de manera involuntaria tanto para ellos como para al persona que elige su ADN, antes el vinculo solo se daba entre su misma raza, pero hace unos años, se dio entre el antiguo rey de todo y una humana, los padres de los dioses, de ahí nacieron ellos, de esa unión perfecta, pero si es que tengo razón, no entiendo porque me vincularía de los dos y de esta forma tan extraña, el señor Alejandro y la señora Ginebra se amaban, ambos lo hacían y hasta ahora su amor es inmenso, tanto así que él dejó todo por estar a su lado.
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Editado: 11.03.2024