Ya no había vuelta atrás, estaba en la ciudad de los cazadores, tenía a sus señores frente a mí, los padres de mi amado príncipe me miraban desconcertados, tenían tantas preguntas y no pienso retractarme, no importa que tan dura sea la agonía, tengo mi objetivo claro, deseo darle a mi príncipe un heredero.
—¿Tú eres la concubina favorita de mi Emir? —Ginebra se tocó el corazón, este le brincó de manera incontrolable, mientras la escuchaba, la miró de píes a cabeza, era hermosa, tanto como una princesa de algún cuento lejano, seguro que decía la verdad, una belleza como la suya solo la podía poseer un dios.
—Creo que debiste tener más tacto… los dejaste sin palabras. —exclamó Lucia dándole un ligero codazo en el brazo.
—Eh…lo lamento, pero, esa es la razón por la que vine hasta aquí. —dijo Magnolia con nerviosismo.
Alejandro también le dio un recorrido con la mirada, se dio la vuelta y con voz fuerte exclamó:
—Sígueme, hablaremos en privado. —anunció el señor de los cazadores con imponencia.
—¡Alejandro! espera…—Ginebra se quedó con la palabra en la boca mientras veía como Magnolia lo seguía, Reynar como siempre lo acompañaba en todos los eventos importantes, pues Alejandro lo estaba preparando para ser su sucesor.
Todas las miradas estaban sobre ella, la veían como una amenaza, no había criatura que los cazadores despreciaran más que los violentos y sádicos vampiros, por suerte, nadie sabía que ella venía del castillo, solo lo dijo delante de quienes debían saber.
Ginebra mandó llamar a Blander, uno de los hombres de confianza de Alejandro y le pidió encarecidamente que se encargara de difundir el rumor de que Magnolia había llegado de un lugar lejano para someterse a la abstinencia y convertirse en humana, esto porque su gente aborrecía a los vampiros y también porque hacía muchos años que un vampiro no venía a unirse a la comunidad de cazadores, una vez que el reino vampírico asumió el poder absoluto, la raza vampírica se consideró así misma como superior y era un privilegio ser parte de ellos, ya que se declararon como la raza superior entre todos los seres sobrenaturales al tener como sus dioses a unos vampiros.
—¿Te encuentras bien hija? —le preguntó Víctor a Ginebra, pues esta estaba muy ansiosa he impaciente, literalmente todos estaban esperando afuera del salón donde Alejandro trabajaba.
—No, siento que la ansiedad me carcome, quiero hacerle muchas preguntas a esa mujer, pero no delante de Alejandro o Reynar, no podría expresarme con ellos enfrente, por favor, busca un tiempo para hablar con ellos, yo necesito estar a solas con ella, tal vez hacer un recorrido en los campos, sin escoltas nadie debe estar presente. —manifestó Ginebra impaciente.
—No me digas que Alejandro piensa seguir luchando contra sus propios hijos ¿no hay otra manera de llegar a ellos? —preguntó Víctor con pesar.
—Debe haberla papá…pero pareciera que las opciones se esconden apropósito, no sabes por toda la angustia que hemos pasado, cada día, cada segundo, el poder de Valeska y Emir crece más y también la tiranía de su ejército, por donde quiera que pasan hay muerte, dolor y conquistas violentas, Alejandro cree que algún día intentarán tomar la ciudad, somos sus enemigos… ¿en qué momento la vida nos puso en contra? —expresó Ginebra con un gran dolor en el corazón.
—No lo sé hija, pero no nos adelantemos, estoy seguro que algún día la sangre que los une, evitará esa catástrofe. —le dice Víctor a Ginebra mientras al consuela en sus brazos.
—¿Ella es la madre de los dioses? ¿Cómo alguien tan noble pudo engendrar a seres tan imponentes? —preguntó Babani mirándola con discreción.
—Se ve que no la ha pasado bien. —añadió Lucia entre suspiros.
—Pobre de mi amiga Ginebra, las adversidades no la dejan ni un solo momento. —externó Selene con pesar.
—Debe ser muy difícil para ella, toda esta situación, su amor de madre no le deja ver los monstruos que son sus hijos en realidad, yo estuve en ese castillo y vi muchas cosas horribles mamá, estuve apunto de ser una de las muchas concubinas del rey, me eligió para pasar la noche con él, de haberlo hecho estaría muerta, me habría convertido en un demonio, el solo hecho de imaginar esa posibilidad me hiela la sangre, sus belleza es irreal y te condena, pero gracias al cielo conocí a Magnolia, ella me ayudó a escapar, también la abuela me salvó varias veces. —expresa Lucia sonriéndole a Babani y añadió. —me salvó la vida, las tres hemos vivido tantas cosas, con el tiempo, nos hicimos buenas amigas, somos una familia ahora.
—Hija, pasaste por muchas angustias, le agradezco a Dios que estes viva, sana y salva, gracias a tus amigas estas a mi lado, a partir de ahora yo cuidaré bien de ellas, especialmente de usted Baba. — le dijo Selene a Babani mientras le agarraba la mano.
—No tienen que hacer nada por mí, lo que he hecho es por que las quiero mucho, desconozco lo que la abstinencia le hará a Magnolia, pero…deseo que no sufra demasiado.
—¿Por qué tardan tanto? ¿y si no quieren ayudarla? —preguntó Lucia con temor.
—No digas eso, el señor Alejandro es muy bueno, tiene una apariencia dura, pero tiene un gran corazón, seguro que la ayudará, pero debe estarle diciendo todo lo que pasará.
Magnolia se encontraba frente Alejandro y Reinar, ciertamente la estaban interrogando, debían asegurarse de que no se tratara de una trampa.
—Les juro que no soy la espía de los dioses, he venido por mi propia cuenta. —exclamó Magnolia con nerviosismo, por nada del mundo debían enterarse de su plan de engendrar un hijo con el príncipe, de hacerlo, no la ayudarían a convertirse en humana, tenía que mentir para que le dieran una oportunidad.
—¿Entonces como es que el príncipe de los vampiros dejó salir del castillo a su concubina favorita? Cuando un hombre ama a una mujer la atesora y cuida de ella. —le dijo Alejandro mirándola fijamente.
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Editado: 11.03.2024