Lía seguía en labor de parto, tenía más de ocho horas intentando dar a luz a su bebé, al ser tan complicado, Ginebra le pidio Alejandro que se llevara a Eira con él para esperar afuera, ya que se veía pálido y muy nervioso, al ver tanta sangre se angustiaba y no tardaba en desmayarse, cuando le pidieron que esperara afuera junto con Reynar y Alejandro él se negó, por que no quería separarse de Lía, pero terminó cediendo y se encontraba afuera con los otros hombres.
También estaba Medea que, al verlo, le hizo una reverencia y pidio hablar con él en privado.
—Ahorita no es un buen momento, lo que tengas que decir puede esperar. —exclamó Eira preocupado por Lía.
—Lo siento mi señor, pero he sido muy condescendiente con usted, esta conversación no puede posponerse más, es necesario que hablemos, no puede seguir evitándome. —le dijo Medea con el ceño fruncido.
—Ve, cualquier novedad te la haremos saber. —le dijo Alejandro animándolo a irse con ella.
Eira lo miró y exhaló sabiendo lo que escucharía, pero era más terrible de lo que imaginó, después de haberse alejado un poco, Medea tomó la palabra.
—Ya no pude seguir con esto majestad, sus decisiones están afectando a nuestro reino, tiene que decirle a dios a Lía.
—Ya te dije que me necesita, esta apunto de dar a luz a… —Medea lo interrumpió tajante mente.
—¡A un hijo que no es de usted!
—Yo estoy dispuesto a responder por él, no importa que no lleve mi sangre. —declaró Eira con firmeza.
—¿A cambio de que mi señor? ¿a que precio? ¿el abandono de sus responsabilidades? ¿la destrucción de nuestro imperio? Entienda que no puede seguir jugando al esposo de una reina ajena, estamos en tiempos muy difíciles y parece que no lo sabe, es mi culpa por querer dejarlo hacer su vida, pero la carga ya es demasiado para mí, necesito a mi rey para gobernar a mi lado, ya no pienso compartirlo con nadie.
—Nuestra unión fue solamente para… —Medea lo agarró de la cara y lo besó con fuerza dejándolo sin palabras.
—Yo lo amo, lo he amado desde que tengo memoria, pero usted ha sido muy siego para darse cuenta de mis sentimientos, no estoy pidiendo que me corresponda, pero le juro que a partir de ahora haré hasta lo imposible por ganarme su corazón.
—Yo estoy enamorado de Lía, lo sabes, no quiero apartarme de su lado, no ahora.
—No quería llegar a esto. —Medea susurró un conjuro que Beatriz le había dado, una runa dibujada en la palma de su mano derecha con la que activaría un hechizo para mostrarle a Eira la realidad en la que se encontraban, todo acerca de la bruma, las condiciones en las que estaba el inframundo y la verdad detrás de su impulsivo deseo de estar aferrado a Lía, así que colocó su palma en al cien del rey del inframundo y le mostró todo.
Eira se desplomó y se apoyó de la pared para no derrumbarse, pudo ver las raíces con las que el dios de la destrucción había profanado las tierras de su reino y todo el caos que se avecinaba, los extraños temblores, los fríos insoportables y el escape de seres de las fosas al no tener a alguien que los controle.
—¿Qué es todo esto? — preguntó Eira agarrándose la cabeza.
—Es la realidad a la que nos ha dejado este gran mal, no puede seguir siendo negligente con sus responsabilidades, los seres del inframundo comienzan hacer lo que quieren por que solo usted puede aprisionarlos correctamente, los demonios comienzan a preguntar por su rey, aunque me aman, yo no soy la soberana elegida para señorear nuestro plano, solo usted puede devolver el orden natural de las cosas.
De pronto, Eira supo por que se encontraba tan aferrado a Lía, en su cabeza se estaba mostrando la verdad detrás de ese amor anti natural.
—Se que piensa que su amor por Lía es fruto de la convivencia que han tenido, que el amor entre ustedes floreció porque así lo quiso el destino, pero no es así, el amor entre un familiar y su dueña, jamás debe sobrepasar la linea sagrada que los une, su destino solo es protegerla, no intentar ser su pareja, eso es condenable para ambos y esta relación esta condenada a fracasar, debe pedirle a Lía que lo libere, si no este amor que están forzando terminará por destruirles aun más el corazón, además usted es el rey del inframundo, no puede abandonar la razón de su existencia, usted fue creado para gobernar y proteger las puertas del infierno, las almas en pena y señorear a todo demonio y espíritu maligno, no ser el familiar de una bruja que ya tiene dueño.
—Ella no tiene dueño. —exclamó Eira mirándola con enojo.
—Usted tampoco debe tenerlo, entienda que no es natural lo que hace, ha cruzado la linea que nunca debió profanar, ese amor que piensa tener no es más que el fruto de una obsesión producida por la violación de uno de los contratos almicos más importantes, la regla de oro “el familiar jamás debe enamorarse de su amo o ambos se destruirán” cada día se aferra más a ella, después sentirá que no quiere compartirla con nadie y luego los celos lo cegaran y podría llevarlo asesinarla, tiene que pedirle a ella que lo libere o hágalo usted mismo y termine esto de una vez, antes de que sea demasiado tarde.
—¿Cómo podría hacerle esto? ¿Cómo podría abandonarla yo también? — se preguntó Eira lleno de dolor.
—Es la única manera de salvarse, yo estaré con usted sin importar que tan roto termine, verá que cuando el contrato este roto, usted ya no tendrá rastros de ese enfermizo amor.
Las cosas para Eira y Lía estaban predichas desde el principio, su amor era penalizado por la violación de la regla de oro y Eira ya había comenzado a sentir celos, y un deseo de tener a Lía solo para él, Lilith y el resto de familiares de Lía estaban afuera, esperando impacientes, Lilith se sentía triste por que ella quería estar en el parto de Lía, pero no fue tomada en cuenta para quedarse, así que Vinland la consolaba.
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Editado: 11.03.2024