El gran dragón rojo ya había sido derribado, el ejercito infernal había logrado perforarle el pecho y el grito desgarrador de Lía anuncio la dolorosa perdida de un querido familiar, el llanto de Lía resonó en los corazones de Vinlan y los gemelos bélicos, incluso en Lilith que se encontraba dentro de la ciudad, esta era la primera vez que Lía perdería verdaderamente a un amigo, pues la voluntad de Hordreck era morir sirviendo a su ama, para después recibir la recompensa de reunirse nuevamente con sus ancestros, con su amada familia, esta vez no había un infierno del cual se pudiera rescatar su alma, el lugar a donde iba el alma de los dragones era un misterio, pero por lo valiente y honorable que fue Hordreck en vida, seguramente estaría en algún lugar del paraíso.
Pero aun con esa esperanza, no había manera de consolar el corazón de aquella bruja, quien se pegó a su pecho y lloro tanto como pudo, pero no había tiempo de lamentarse, Lía tenía que continuar, su verdadero objetivo la estaba esperando, había miles de soldados cubriendo a su rey, era el momento de que el plan siguiera su curso, para lograr la emboscada, Beatriz, Leonardo y Emir, debían revelarse.
—¡llegó el momento! —gritó Beatriz y tanto ella, como su ejercito de solados especiales se dieron la vuelta y apuntaron con su poder y sus espadas al impostor que se hacia pasar por su rey.
Ante el asombro de todos, el cruce de miradas no se hizo esperar, nadie sabia que estaba pasando y Calipso invocó a su ejercito de zombis deseosos de comer carne fresca.
—A todos aquellos que murieron en batalla, a quienes no querían morir y aun desean segur pelando, les ordeno que se unan a mí y me sirvan fielmente… ¡levántense muertos vivientes! —De pronto, la tierra tembló y una neblina verdosa entró en los cadáveres que estaban tendidos como alfombras en el campo y todos se pusieron de pie como pudieron a merced de la dama de la muerte “Calipso”
Adonis y Durem estaban listos para pelear en contra de su propio pueblo, estaban conscientes de que debían ganarle al dios de la destrucción para poder salvar su universo, por eso no fue tan dificil convencerlos de convertirse en unos traidores.
Giles, el demonio cambia formas, también estaba dándolo todo en la batalla, incluso Cicero estuvo dispuesto a cooperar y solo por esta vez, prestaría a sus “aberraciones” para destruir a todo aquel que se interpusiera en su camino.
Bersercker era una de sus armas más poderosas, bastaba con una sola orden de Beatriz para liberar a la bestia y en cuanto a Galadriel, él ya había paralizado a muchos con sus potentes venenos, además de que era diestro en la espada.
—¿Qué significa todo esto general? ¿Por qué nos han bloqueado el camino? —le preguntó Navir, un capitán de gran poder e influencia.
—¡A un lado Navir! ¡no te metas en mi camino! Están protegiendo al rey incorrecto, el hombre que porta la corona no es más que un impostor. —exclamó Beatriz con fiereza.
—¿Qué? ¿de que está hablando? ¿se ha vuelto loca? ¡levantar la mano contra su rey es un delito! ¿se ha convertido en una traidora? —le preguntó Navir incrédulo ante lo que escuchaba.
—Velo por ti mismo… ¡los ha manipulado a todos con su poder! ¡la tierra esta colapsando! ¡sus raíces pudren todo lo que tocan! La bruma nunca salió del cuerpo del rey, lo ha poseído por completo y tenemos que despejarle el camino a la única criatura capaz de vencerlo. —manifestó Beatriz mirándolo fijamente.
Navir respetaba a Beatriz, pero esto era demasiado para procesar.
—No tiene que morir más gente, nuestro único enemigo esta del otro lado, si no logramos que se separen, estaremos luchando en vano y nuestro mundo desaparecerá.
—¿Cómo se que está diciendo la verdad?
—Tu mejor que nadie sabe que mi familia sirve con lealtad a rey de todo Valeska, sabes que daríamos la vida por los dioses sin pensarlo, necesito tu ayuda Navir, si usas tu influencia para convencer a tus hombres podremos avanzar hasta las filas donde se encuentra la bruma, es eso o morir en mis manos aun que después me arrepienta de eso.
—Tiene suerte de que confié en usted, mi admiración y respeto los tiene, usted sabe que yo también soy fiel a mis dioses y no dejaré que ningún impostor nos lleve a la ruina, así que haré lo posible por despejarles el camino.
—Gracias amigo, sabia que podía confiar en ti. —exclamó Beatriz mientras avanzaban.
Mientras tanto, Alejandro y Reynar luchaban codo a codo abriéndose paso hacia el lugar donde se encontraban Emir y Valeska, juntos eran imparables, el calor de la batalla aumentaba cada vez más, las bajas seguían aumentando, ambos bandos veían a sus muertos tendidos en el campo de batalla, ya no podían seguir matándose entre ellos, esta guerra no tenía ningún sentido, la bruma estaba logrando su trabajo sin mucho esfuerzo, al final se estaban quitando la vida entre ellos.
Había un monstruo llamado Drack, era un ciclope de gran estatura, salvaje, agresivo y tenía fama de ir a los pueblos y devorar a todos sus habitantes en una sola noche, era un ser perverso y sus ropas estaban hechas de pieles humanas, al igual que sus fundas y sus zapatos, no era la única criatura que buscaba a Alejandro para cortarle la cabeza, se había creado una apuesta y quien lograra cortarle la cabeza al señor de los cazadores, se le concedería un deseo, cualquier petición sin importar que tan ostentosa fuera, así que él y Reynar no paraban, enfrentaban rival tras rival y estaban bañados en sangre y sudor.
Recién habían acabado con sus oponentes cuando de entre la multitud salió Drack aplastándole la cabeza a cualquiera que se cruzara en su camino, mantenía el ojo fijo en el hombre de cabello rubio y largo que poseía el océano en la mirada.
—¡Es mi turno de pelear contra los príncipes! ¿Quién de ustedes es Alejandro de Romani? Jajaja, no importa, los asesinaré a los dos y me llevaré ambas cabezas, pediré un reino como recompensa y tendré a todas las mujeres que quiera, me comeré a sus hijos y a sus recién nacidos jajaja, morirán en las manos de Drack.
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Editado: 11.03.2024