Luis despertó temprano esa mañana, sin sentir ninguna emoción en particular. Era el primer día de su primer año en la universidad y no podía creer que finalmente estuviera sucediendo. Después de dos años de estudiar programación por su cuenta y sentirse tan seguro de sí mismo, ahora iba a tener que sentarse en aulas y escuchar a profesores hablar sobre cosas que ya sabía.
Mientras se vestía, recordó el día en que sus padres le habían dicho que iría a la universidad. Había sido una de las peores discusiones que habían tenido y aunque podía entender por qué no le iban a dejar elegir por sí mismo. Sabía que podía aprender mucho más por su cuenta y la universidad solo le estaría quitando tiempo y dinero.
Después de recoger sus cosas, Luis comenzó el viaje hacia la universidad. A medida que se acercaba, podía ver el campus a lo lejos y su corazón comenzó a latir más lento. Finalmente, llegó a la entrada principal y entró.
Mientras caminaba, se detuvo un momento para tomar una respiración profunda y tratar de calmarse. Estaba apático por lo que vendría a continuación, sabiendo que la universidad no le ofrecería nada que no pudiera conseguir por su cuenta. Sin embargo, no tenía otra opción más que seguir adelante y hacer lo mejor que pudiera. Aunque no estaba entusiasmado con la idea de asistir a la universidad, estaba determinado a aprovechar al máximo esta oportunidad y hacer lo mejor posible. Con ese pensamiento en mente, avanzó hacia su nueva vida en la universidad.
Luis estaba caminando hacia su aula de forma apática, sin sentir ninguna emoción en particular. Justo cuando estaba a punto de entrar a su aula, una chica se acercó y lo saludó con una sonrisa. Luis se detuvo en seco y trató de recordar de dónde la conocía. Luego, de repente, lo golpeó. Era su amiga de la infancia, a la que no veía desde hacía años.
"Hola, soy Sayori", dijo ella, saludándolo con la mano. "Es un gusto".
Luis la saludó, tratando de ocultar su sorpresa. No quería pasar el día siendo interrogado sobre su vida y cómo había llegado a la universidad. Así que tomó una decisión rápida y le dijo un nombre falso.
"Hola, soy Mario", dijo, sonriendo nerviosamente. "Es un gusto igualmente".
Sayori pareció un poco confundida por su reacción, pero no dijo nada más al respecto. En su lugar, le preguntó cómo le había ido el día. Luis se sintió un poco mal por mentirle, pero sabía que era la mejor opción para tener un día tranquilo. Así que le dijo a Sayori una versión abreviada de su día y se prometió a sí mismo que le contaría la verdad algún día. Por ahora, solo quería pasar el día sin problemas y empezar a estudiar.
Luis se sintió aliviado al ver que su plan había funcionado, pero no pudo evitar sentirse un poco mal por haber mentido. Sin embargo, decidió no decir nada.
Mientras estaba sentado en su primera clase de estudios generales, vio que Sayori se sentaba a su lado. Estaba sorprendido de que de todos los estudiantes, tenía que ser ella la que se sentara a su lado, pero también estaba preocupado por si ella descubría la verdad sobre su nombre.
Sin embargo, todo parecía estar yendo bien hasta que la profesora anunció que el alumno "Mario" no había asistido a la clase. Sayori se giró hacia Luis con una expresión de sorpresa y le preguntó si era él. Luis asintió con la cabeza y alzó la mano a la profesora, sintiéndose atrapado en su propia mentira.
Luego de ese incidente las clases fueron normales, ignorando el hecho de que Sayori lo llame Mario, todo fue tal como lo planeó.
La hora de irse había llegado, Luis alisto sus cosas rápidamente y se despidió de Sayori, bajando las escaleras y saliendo por la entrada principal, Luis dijo para sí mismo.
"Vaya primer día, esto parece el inicio de una novela ligera de comedia romántica del amigo de la infancia"
Mientras caminaba en dirección a su casa podía escuchar unos pasos apresurados a su espalda, él no le prestó atención al principio, pero cuando empezaban a acercarse cada vez más a él entro en conciencia de ello.
"Me van a robar", dijo en su mente
Luis intentó acelerar el paso, pero cuando estaba a punto de correr escucho una voz familiar en la dirección de los pasos.
"¡LUIS!"
"Mierda", dijo en voz baja mientras inconscientemente se detuvo.