Capítulo 4
Termino de lavar los tuppers en los que la abuela de los niños ha traído el almuerzo, tomo en brazos a Ángel para hacerlo dormir como corresponde, subo las escaleras con los chicos que quieren ir a jugar al salón correspondiente, ahí mismo está la cuna donde acomodar al más pequeño.
Aprovechando el momento de calma, le escribo a la madre de los pequeños y que también es mi jefa, le envío las fotos que les tomé a sus hijos mientras armábamos el árbol y mientras adornamos otras partes de la casa. Me envía muchos stickers y me avisa que ellos llegan sin falta a las ocho, a mi no me molesta pues los niños son un amor.
—Monse —me llama Gio consciente del pequeño dormido—. ¿Los otros días podemos ir a la playa?
—Claro, por eso me pasaron el auto.
—Vale, es que luego los otros días va a subir mucho la temperatura y a mi me gusta ir a la playa —dice la chica, asiento de acuerdo con ella.
—¿A ti te gusta ir a la playa? —cuestiona Jorge asombrado.
—Claro.
—¿Entonces por qué decidiste trabajar en el verano? Podrías disfrutar las vacaciones.
—Pues porque necesito dinero y ustedes alguien que los cuide mientras sus padres trabajan.
—¿Dónde vives tú?
—Durante todo el año vivo en Santiago porque allá estudio —comento viendo cómo juegan.
—Papá va a Santiago varias veces al año —dice Jorge—. Le podemos decir que cuando vaya te lleve regalos de parte nuestra.
Sonrío con ternura, son adorables. Miro mi celular para ver si Pablo me ha vuelto a contestar o no, la verdad es que la conversación ha fluido desde anoche, ninguno ha tocado tema pantanoso por el momento y por eso temo cada que dice “escribiendo”.
Pablo: No lo sé, Monse.
Pablo: Vas a la playa hoy??
Monse: Estoy trabajando en casa hoy
Monse: Los niños querían armar el árbol
Pablo: Con niño te refieres a Lautaro también??
Monse: No jahjahs
Pablo: Ya lo sé, se acaba de ir
Pablo: Vino para probarse el traje de padrino
Monse: Cierto ¿Falta mucho para la boda?
Pablo: Casi nada, lo más divertido es que todos decíamos que el primero en casarse sería Lautaro y es el más soltero del grupo
Monse: Bueno, no esperen mucho de alguien más
Pablo: Mientras menos se espere, es mejor, así no se rompen las expectativas
Monse: No hay decepciones tampoco
Pablo: Exacto, siempre digo eso y nadie coincide conmigo
Monse: Sólo los entendidos pensamos así de bien
Monse: ajshshd
Pablo: ajshajh Tienes razón ;)
Dejo el celular a un lado y suspiro notando mi estúpida sonrisa, Gab se acerca más a mi y apoya su cabeza en mis muslos, estira su cuerpo en el resto del sofá y apoya su mano en mi rodilla, acaricio su cabello y ella suspira. Los chicos discuten incluso cuando han ganado, Angel sigue dormido.
—¿Tienes mascotas, Monse?
—Sí, se llaman Kiera y Bagheera.
—¿Son perros o gatos?
—Es una perra y un toro.
—¿Un toro? —cuestionan los tres al mismo tiempo.
—Sí —digo riendo y busco mi celular para enseñarles mi fondo de pantalla.
—Es muy grande —señala Gio casi asustada.
—Sí, pero yo lo crié desde chiquito, su mamá murió porque tuvo una complicación luego de parir y como estaba en el campo nadie lo notó. Cuando creció mi papá lo quería vender, pero era mi bebé así que mamá no dejó que lo vendiera y cuando vieron que estaba muy grande entonces lo dejaron.
—Y acaso sigue creciendo —inquiere Jorge.
—No, ya dejó de crecer.
—¿Le pusiste Bagheera por el libro de la selva? —asiento en respuesta a la pregunta de Georgina—. Me encanta esa película.
—Llegué ¿Dónde están?
Jorge baja las escaleras y alcanzo a oir como le dice que no grite porque Ángel está dormido, el menor vuelve luego de unos minutos y se sienta para seguir jugando con su hermana. Sigo acariciando a la chica que debe creerse rapunzel, pues a diferencia de Gio, ella tiene su cabello rubio muy largo.
—¿Por qué no pusieron la estrella? —cuestiona Lautaro trayendo su tupper de comida.
—Porque no la encontramos —digo señalando un asiento donde no vaya a ensuciar, no soy de limpiar mi habitación y aquí tengo que trapear todos los días, no quiero que ensucie más de la cuenta.
—Vale ¿Quién me va a ayudar con las luces de fuera?
—Todos —dicen los chicos, aunque Gab no se ve con mucho ánimo.
—Termino de comer y vamos —señala masticando y enseñándole la comida en su boca a Gio.
—Eres asqueroso, Lautaro, por eso no tienes novia —acusa la chica y yo no puedo evitar reír bajito.
—No quiero tener novia, Georgina, estoy muy bien solo.
—Luego vas a ser viejo, nadie te va a querer y por ende te quedarás solo.
—Tendré a mis hermanas.
—Olvidalo —gruñen ambas, vuelvo a reír.
—Monserrat, no te burles porque puede que tú igual acabes sola como yo.
—Te equivocas, yo puedo conseguir muy fácil un novio en Santiago, tengo todos estos pretendientes —exagero abriendo y cerrando mi mano derecha.
—Además, Monse es muy guapa, ella puede tener a quien quiera —dice Jorge menospreciando a su hermano.
—Estos niños están locos, ya no los quiero como hermanos, cada día me hunden mucho más —dice este levantándose de la silla, él no comió, se devoró la porción de almuerzo.
—Mama —miro a la cuna y noto que Ángel ya se ha despertado, está de pie apoyado en los barrotes.
—Espera, cielo —me levanto con cuidado y voy a coger al niño en brazos, su pañal está mojado.
—Salgan con Lautaro mientras yo voy a cambiar el pañal de Angelito —aviso bajando las escaleras con el niño.
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Editado: 15.11.2024