Capítulo 6
Ángel se para en mis piernas y afirma mis dedos índices para mantener el peso sobre sus pies, ríe emocionado y sonrío contagiada de su alegría, no paso tranquila con el pequeño cuando escucho a Gab gritar mi nombre, noto que Lautaro la hace desaparecer bajo el agua cuando la deja caer desde su hombro, Gio y Jorge nadan lejos de su hermano mayor que los sigue luego de asegurarse de que a Gabriel no le haya pasado nada grave, es que si con su presencia no hace nada más que aumentar mi cantidad de trabajo.
—Hola —inclino mi cabeza y me encuentro con Enzo.
—Hola —susurro viendo cómo Ángel despierta.
—Puede que esto sea incómodo —dice al tiempo que se sienta a mi lado—, yo escuché a Maca, nadie me vino a chismear ni nada.
—Enzo, yo…no se necesita introducción al tema.
—Vale —dice en una risita que me hace recordar porque me gustaba tanto, él siempre estaba feliz, siempre era cordial hasta con la peor persona, tenía buenos valores y no se veían forzados—. Monserrat, con Pablo no tenemos ni un código porque él es diferente, pero con Lautaro es distinto y yo jamás tocaría uno de sus puntos inquebrantables, por eso siempre te vi como una amiga, una a la que debía cuidar, una amiga intocable.
—Enzo, de verdad que no necesito explicaciones, mucho menos que argumenten tu sentir, se que no se puede obligar a otro a sentir lo mismo y tampoco se necesita querer por compromiso —corto su discurso por el simple hecho que le dije, no necesito explicaciones. Asiente sonriendo y le tiende la mano a Ángel que solo le agarra un dedo—. Yo respeto tu matrimonio, respeto tus decisiones y espero seas muy feliz con Paulina, mi mamá le está haciendo un vestido precioso.
—Eso espero, yo insistí en que fuera con ella —abro la boca sorprendida—, mi mamá dijo que si no era ella, tal vez Pau podía llegar sin ropa.
—Bueno, no es por presumir, pero mi mamá hace los mejores vestidos de novia de la región.
—¿Diseñará el tuyo?
—En sus sueños —mascullo pensando en que mamá jamás me ha hablado de un vestido de novia para mí.
—¿Qué haces aquí? —levanto la cabeza y veo a Lautaro de pie frente a nosotros, sacude su cabello para quitar el exceso de agua.
—Quería hablar con Monserrat, ya sabes por qué —el rubio asiente con la cabeza entendiendo—. Por cierto, ya no tengo más invitaciones para la boda, pero creo que Lautaro aún no tiene acompañante.
—Vete Enzo —el chico que estaba a mi lado suelta una carcajada al frente de su amigo y lo abraza fugazmente—. Eres un desgraciado, weón.
—Chao Monse, adiós Angelito.
—Y de mi no te despides —le grita Lautaro y su amigo se despide de tal manera que lo hace reír.
Enzo como llegó, se fué y Lautaro se sentó a mi lado buscando algo que comer en la bolsa del supermercado, golpeo su mano y le tiendo las galletas que Jorge escogió para mi.
—Eso es todo de los chicos, come de esto.
—Pero es tuyo.
—Generalmente no me gusta comer en la playa —excuso abriendo el tupper de galletas de Ángel, su abuela le hace cosas así para él.
—¿Sí te da hambre después?
—Me como una naranja —argumento señalando la malla de fruta.
Abro mi botella de limonada y vuelvo a tomar viendo como Ángel come una galleta, imita a todos sus hermanos. Miro a los hermanos en el agua y noto cómo ahora Gab está acompañada de alguien a quien no reconozco como su hermano.
—¿Quién es él? —pregunto a Lautaro que se encontraba acostado boca abajo, por lo que se tiene que voltear a ver, su fastidió cambia a confusión en un lapso muy corto de tiempo.
—No lo conozco —masculla algo molesto.
Veo como los gemelos corren a las toallas casi tiritando, sin perder de vista a Gabriel, les ofrezco lo que compraron y que se queden bajo el quitasol porque de seguro ya no tienen nada de protector solar en su piel.
—Lautaro ¿Qué haces? —cuestiono cuando noto que ya no está a mi lado, está más adelante de nosotros.
El chico se gira a verme y niega frunciendo el ceño, suspiro y me levanto porque reconozco muy bien lo que va a hacer, mi hermano lo hacía todo el tiempo y era muy incómodo. Avanzo rápidamente hacía él y tomo su brazo, Ángel ríe y aplaude feliz.
—No lo hagas, no está haciendo nada malo —digo notando que Gabriel aún no nos ve—. Además ¿En qué te afecta? Puede ser solo un amigo y cada uno mantiene su espacio personal.
—No, ella no tiene permitido tener amigos, amigos hombres así de lejitos mejor.
—Estás loco —señalo entre risas, frunce el ceño y cruza los brazos, está molesto—. Son niños, deja que socialicen de buena manera.
—No —masculla de mala humor, trata de rodearme pero vuelvo a tomarlo del brazo—. Monse, tu no entiendes.
—Yo tenía un hermano igual que tú y ¿Sabes? Aun con todas sus represalias tuve novio y ni un sólo amigo que pudiera cuidarme como corresponde —me mira y frunce el ceño, luego aprieta la mandíbula y suelta su frente, está debatiendo mentalmente.
—Pero quiero escuchar su conversación.
—Sí vas solo al agua, Gabriel lo va a notar —digo con la misma calma.
—Ven conmigo —propone acariciando la panza de Ángel que solo mira de su hermano a mi.
—Lleva a Ángel, así no va a sospechar que te estoy cuidando a ti —Lautaro ríe y agarra a su hermano que patalea por volver a mi—. Angelito voy con ustedes.
Me acomodo mi bikini y avanzo al lado del rubio mayor, miro hacia las toallas y quitasoles, Gio y Jorge están sentados comiendo y hablando entre ellos quizás sobre qué, ellos viven hablando de juegos y técnicas. Entro al agua siguiendo a Lautaro mientras que Ángel solo quiere tocar el líquido, avanzamos hasta que el agua me llega a la cintura y así podemos escuchar a Gab, Lautaro baja un poco a Ángel para que así al menos sus piecitos toquen el agua.
—Mi amor ¿Está rica el agua?
—Sí.
—Le hablaba a Ángel, idiota —Lautaro me guiña un ojo sonriendo y niego preocupándome de Angelito—. ¿Escuchas bien?
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Editado: 15.11.2024