Alessa.
¡Maldición!
—nos expulsarán, nos expulsarán—dice Jane sin dejar de mover los dedos de sus manos
—por Dios, ya cállate Jane—respondo
Rápidamente deslizo la remera gris por encima de mi cabeza.
—¡llevamos seis minutos de retraso!—se grita ella misma
Y por primera vez, le doy la razón a la señorita puntualidad.
Me siento al borde de la cama y saco mis zapatillas que están debajo, las palpo y me las pongo, pero sin los pasadores.
—¿has visto mis pasadores?—le pregunto a mi amiga. Bajo de la cama y me arrodillo a buscar en el suelo
—¡por favor!—se queja en respuesta
Me levanto y veo que ella también los está buscando.
Esto es genial, demasiado genial. No puedo presentarme así. Tampoco es que quiera impresionar, ya de por sí, mi apariencia no es la mejor.
Seamos realistas, vivo en un orfanato ¿para qué, con qué o para quién me arreglaría?
—date prisa, Alessa— Jane está observándome a través del espejo. Sus ojos azules están bien abiertos y asustados
La puerta de nuestra habitación se abre de golpe y una de las monjas, nos ve enojada.
—señoritas ¿qué esperan? la pareja de esposos, no tarda en llegar—frunce el ceño hacia Jane quién está echa un manojo de nervios
—sí, Hermana—respondemos al unísono
Ella cierra la puerta después de salir.
—Alessa..—chilla Jane
—Jane, ve tú. Encuentro mis pasadores y te alcanzo
Lo piensa unos segundos pero termina por asentir.
—no tardes, por favor—me dice antes de irse
La Madre Superiora, detesta la tardanza. No pienso ir con los otros converse que tengo. ¡No! Esos están ya todos desgarrados y rotos.
¡La lavandería! Ayer, una de las Hermanas nos dijo que lavarían toda la ropa y calzados sucios. Voy corriendo hacia el sótano y es allí donde los encuentro.
—¡buen día escogen para desaparecerse!—los regaño mientras los pongo en las zapatillas de mis pies.
No tengo tiempo para volver a la habitación. Con una liga que tengo en mi muñeca, me amarro el cabello en una cola de caballo. Me saco los lentes y los limpio con la tela de mi remera.
—ahora sí me van a regañar—hablo conmigo misma mientras me pongo los lentes
Sin perder tiempo, llego al patio del orfanato, pero no hay nadie. Una de las monjas camina apresurada.
—disculpe—la llamo y voy hacia ella—¿sabe dónde están todas? El.. el matrimonio que viene a adoptar..—me pongo nerviosa
—se cambió el lugar—me ve de pies a cabeza—todas las muchachas están en el pabellón B, en el auditorio
—¿pabellón B? dijeron que sería en el A—recrimino
—fue de último momento ¡Corre! No pierdas tiempo—me incita a irme
De caerme un castigo, lo tendré eso es seguro, no voy a llegar en dos segundos al Pabellon B, ¡es el más alejado de nuestros dormitorios!
Salto la pequeña fuente que se encuentra en medio del patio y sigo corriendo.
¡Que no hayan llegado, aún!
Al llegar a la esquina giro y es ahí que me golpeo con algo macizo, que hace que caiga boca arriba al césped del jardín. ¡Mi cabeza!
¿Qué más podría pasarme?
Abro los ojos, se ve un poco borroso. ¡Mis lentes!
—lo lamento—escucho una voz suave y gentil, pero sigo inmóvil—¿estás bien?
Apenas y puedo escuchar la voz de un hombre.
—cariño—ahora escucho la voz de una mujer
Me siento, palpo mis lentes y me los pongo.
Me sonrojo al ver que he mandado al suelo a un hombre y la mujer que lo acompaña lo ayuda a levantarse.
Él debe tener unos cuarenta y pocos, si es guapo..
¿Qué? es un orfanato, vivimos separados hombres de mujeres... no es que vea hombres seguido, pero este hombre si es guapo.
Jane siempre dice que no importa la edad, sino si eres guapo o no.
Es rubio, piel blanca, no tan alto, sus ojos son marrones claros, una bonita y tierna sonrisa adorna su rostro.
Miro a la mujer, ella es muy bonita, deben tener casi la misma edad, cabello suelto castaño claro, con ondas suaves y unos ojos verdes muy bonitos.
Visten casual, nada fuera de lo común.
—déjame ayudarte—me extiende la mano el hombre rubio
La señora me sonríe como si me conociera.
Me pongo de pie yo misma. No me gusta que desconocidos me toquen.
—no se preocupe—sacudo mis jeans holgados
—¿por qué estabas corriendo?—pregunta el rubio
Parpadeo. ¡La Madre Superiora, me va a matar! ¡Adopción! ¡Estoy retrasada y ahora aún más!
—lo siento, debo irme—salgo corriendo antes de escuchar una respuesta
Llego al Pabellón B, al auditorio. Entro sin tocar y ahí están.
—¡Alessa!—regaña la Madre Superiora al verme—¡por qué tardaste tanto!
—lo siento—muerdo mi labio y bajo la cabeza
—cállate y colócate en la fila
Suelto un suspiro de alivio al no ser castigada.
Busco con la mirada a Jane, está levantando su mano y agitándola para que la vea. En silencio y rápido llego hasta ella.
La Madre Superiora se ve nerviosa al igual que las otras Hermanas ¿por qué? Es normal que parejas matrimoniales vengan al Orfanato para adoptar. Casi siempre vienen personas que tienen mucho dinero, unas más que otras.
La mayoría que ha salido de este Orfanato, terminan siendo “hijos adoptivos exitosos” con carreras profesionales ejerciendo y.. otros que solo se dedican a gastar el dinero de quienes los adoptaron.
Una de las Hermanas camina una y otra vez por el mismo lugar, observándonos para que estemos lo mejor presentables. ¿Qué tiene de especial la pareja que viene? La respuesta es obvia: dinero, mucho dinero.
Jane me codea disimuladamente.
—parece que fueran a adoptar a una de ellas—la veo aguantar una risa
Todas las Hermanas salen del Auditorio, dejándonos solas.
—por fin—suelto un respiro
—hey ¿qué pasó?—Jane sonríe y me mira curiosa