Mi Ángel

Un ultimo engaño.

C l a r i s s a

—¿Alena?—pregunto y comienzo a adentrarme al cuartillo.

Asiente con dificultad. Me acerco más a ella, con desconfianza.

—Vamos, no voy a morderte—su voz se escucha agotada, hablando entre jadeos—. Aunque en estos momentos no me vendría mal.

—Esas son cosas de vampiros...

—Sí, y yo en verdad tengo hambre—me mira incrédula.

Suspiro y la miro, tiene cabello color negro al igual que sus ojos, nariz recta y pómulos marcados...

—Descuida—intenta acomodarse mejor sobre la silla, hasta donde la soga en el cuello le permite—. Salí a mi madre, no a nuestro padre.

Sopeso sus palabras.

—¿Entonces es cierto?

—¿Qué muero de hambre? Sí, es muy cierto—bufa—. Nuestro padre no fue el mejor en ninguna de las dos relaciones. Mi madre lo sacó a patadas y allí estaba la tuya para recibirlo con una enorme sonrisa.

Vuelve a bufar, pero esta vez, sin humor.

—Lo siento, pero no traigo comida—miro las ataduras que la mantienen sujeta. La piel alrededor esta enrojecida y parece doler.

—Lo veía venir—se encoge de hombros—. ¿Vas a ayudarme a desatar esto o quieres jugar a ser Christian Grey?

Me acerco y noto lo gruesa que es alrededor de sus manos.

—¿Quién?

—Olvídalo—rueda sus ojos—. Quita la de mi cuello, por poco y no respiro.

Comienzo a adentrar mis dedos entre el nudo tras la silla, luego de varios segundos tirando de ella logro zafarla.

Toma una gran respiración haciendo su cabeza caer frente a ella.

—Bien, ahora las manos—pide.

—No lo haré...—gira su cabeza para mirarme frunciendo su ceño—. No confío en ti.

Se mantiene seria durante y unos segundos, y luego ríe. Frunzo mi ceño observándola carcajear hasta que su cabeza cae hacia atrás.

—Haces bien, querida—suspira, manteniendo la sonrisa en el rostro—. Confiar en los demás solo hará que puedan destruirte con más facilidad. Pregúntale a tu querido demonio.

—¿Mi demonio...?—pregunto—. ¿Noel?

—Pues quien más si no fuese él—estira su cuello hacia los lados—. Aunque en estos momentos ya deben de tenerlo en una celda.

Me detengo frente a ella.

—¿Por qué lo dices?

—Las traiciones de tus amigos son las más dolorosas—murmura al aire—. Y la envidia puede ser tan destructiva.

Sus palabras que al final no me dicen nada solo comienzan a crear marañas de nudos en mi cabeza.

Acaso Miguel... o ¿Maite?

—Explícate—pido.

Suspira lamentosa.

—No se puede revertir lo que está escrito, Clarissa. Y el futuro de Noel y el tuyo lo está.

—¿Escrito? ¿Por quién?

—Son preguntas vacías que nadie tendrá una respuesta—hace una mueca de dolor al intentar mover su mano—. ¿Me ayudas? Es bastante incomodo si intento contarte todo y estoy atada.

La miro con desconfianza y al final asiento, la desato y dejo las ultimas ataduras de sus piernas y tobillos.

—Bueno, es algo—murmura, acariciando sus magulladas manos.

—Habla—exijo y me retracto al notar la forma en la que sonó—. Por favor...

—Uy—ríe—, que ruda.

La miro exasperada, suspira y rueda sus ojos.

—Comencemos por la historia de como conocí a tu amado, ¿Te parece?

Se aclara la garganta con dramatismo y se pone de pie, rompiendo la soga que la detenía. Se tambalea hacia adelante e intento tomar su mano hasta que se estabilice, pero me rechaza.

—Maldita droga—murmura.

—Empieza—pido.

—Ah, sí. ¿Sabes?—se estira—. Antes solía ser un ángel, como tú—sonríe—. Hasta que a tu querido demonio le ordenaron asesinarme.

Me quedo en silencio observándola, asintiendo cuando acaba.

Nunca me gustó eso, ¿Pero a quien le gustaría? Después de todo, así conocí a Noel, y en realidad nunca debí de haberlo conocido, pero el momento y las circunstancias fue lo que nos llevaron a acabar "charlando."

—Y lo hizo...—suspira—. O al menos casi lo logra. Su daño no fue tan certero y luego apareció otro ángel justo en el momento exacto para que no llegara a desangrarme.

—Entonces...

—Sobreviví—se encoge de hombros—. Y luego pasaron los días, los años, y te encontré, bajo mis narices todo este tiempo. Intentaba acercarme a ti pero siempre estabas rodeada de personas, intentaba hablar contigo para que supieras nuestro parentesco y luego... Noel volvió.

Trago sonoramente.

—Volvió enloquecido, el enojo emanaba de él y... nunca entendí porque—sonríe—. Hasta que me di cuenta que nunca me enteré del daño que te causó, y luego entendí porque siempre te veía allí encerrada y rodeada de personas—se encoge de hombros—. Él te vigilaba de cerca, y por ende se enteró de que yo estaba cerca de ti, e hizo lo posible por que no fuera así.

—¿Por qué?

—No es porque no quisiera que supieras que nosotras... bueno—suspira—. Simplemente al verme aún con vida, hizo que esta vez si la perdiera, y se quedó para verificarlo.

—Acabar con lo iniciado...

—Sus emociones estaban fuera de control, Clarissa. Todo él estaba fuera de control.

—¿Qué sucedió con él?—susurro.

—Bueno, según se cuenta, fue todo obra y gracia de ese día en el que te atacó...—frunzo mi ceño y continuo mirándola, sin comprender muy bien lo que trata de decirme—. Te perdió a ti por culpa de no saber controlar sus emociones y... esa cosa extraña en la que se convierte.

—Un demonio—susurro.

Nunca tuve noticias sobre él durante esos seis años en los que me mantuve aislada y... en "cuarentena" era mejor así y nadie lo discutía conmigo, solo estaba Aly ahí para decirme cuan mal estaba aún pensar en el cómo amigo o cualquier otra cosa.

Solo quería que despejara mi mente y lo olvidara por completo.

Tal vez debí haberla escuchado.

Las palabras de Noel se encajan en mi piel como una gran estaca que se remueve hasta encajarse por completo.



#7862 en Fantasía
#16060 en Novela romántica

En el texto hay: demonios, romance, demonios angeles

Editado: 06.02.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.