De vuelta al trabajo en la oficina. Alejandra se concentró en terminar su proyecto de pasantías. Debía agregar aspectos atinentes al marketing digital. Las creatividades, Gifs, publicidad display, diseño de la página web de la campaña publicitaria, email Marketing y el banner. Debía presentarle avances a su tutor académico y por supuesto a su tutor empresarial. Leonardo. Éste revisaba con ella y daba sugerencias de manera muy profesional. Sólo intercambiaban información de trabajo. Guardando una respetable distancia.
En una de esas tutorías estaban cuando recibió un mensaje de su padre. No iba a revisarlo, pero él nunca le escribía estando ella en horarios de oficina.
Se disculpó con su jefe y se apartó a revisar el mensaje, decía <llama> y le marcó.
Él aprovechó para realizar una llamada y estirar sus piernas. En eso notó la palidez de su semblante. Y su dificultad para respirar. Se le acercó. Ella temblaba. Y dejó caer su teléfono sobre el mesón. Estaba a punto de sufrir un desmayo por colapso nervioso. El sabía porque él mismo lo vivió una vez. Sus ojos fijos, sus pulsaciones aceleradas.
La abrazó y le pidió lo mirara.
-Alejandra, no sé porqué estás así, pero quiero sepas estoy aquí. Por favor, trata de seguir mi ritmo respiratorio.
Ella negó con la cabeza. Parpadeando en un intento de detener las lágrimas que luchaban por escapar de sus ojos.
-No luches Ale. Será peor. Juntos lo lograremos pero tienes que tratar. Respira conmigo. Poco a poco.
La agarró fuertemente. Ella lo miraba como en trance. El la meció un poco. Y le pasó la mano por su cabello.
-Intenta o me vas a obligar a llevarte a un centro de salud. Amenazó ya nervioso al verla así. Se dirigió a buscar su celular cuando oyó su débil voz.
-Mi abuela. Susurró en voz muy baja.
-Tranquila. Dame tu teléfono. Yo me encargaré. Mientras, voy a llamar a Karla para que venga a acompañarte y te pediré un calmante. Ella obedeció.
Rápidamente buscó a la persona que estaba más cerca y sin perder tiempo pidió ayuda. Agarró el celular de Alejandra y marcó al último número registrado, se presentó como jefe de ella y una vez enterado de los hechos, preguntó de que manera podía colaborar.
Karla llegó corriendo. Él la detuvo y le pidió calma. Lo menos que ella necesitaba era que la perturbaran.
-Sin preguntar. Sólo ponte a su lado. Le pidió. Estaba a cargo de la situación. Luego viendo la expresión de su rostro de total incomprensión se apiadó y le hizo un resumen.
Lo que pasaba era que su abuela había sufrido un accidente en el patio de su casa, en el campo, al caerse por tropezar con las raíces sobresalientes de un árbol. Se encontraba en cuidados intensivos y debía ser operada lo más pronto posible. Era lo que ella más temía desde que marchara, recibir ese tipo de llamadas. El miedo la superó. De ahí su recaída.
Karla siguiendo órdenes de su jefe la llevó hasta el apartamento de él. Allí se encontraba la señora Amelia. Quien estaba en la terraza y ya preparaba un consomé. Leonardo la llamó.
Puso a correr a todos con el fin de sacar a Alejandra de ese estado de ánimo. Al rato entró y pidió hablar con Karla.
-Hable con tu jefe y con la responsable de recursos humanos. Voy a asignarte una tarea. Te daré unos días de vacaciones adicionales con los gastos pagos. Irás hasta Venezuela acompañando a Alejandra. Ella tiene encima lo de su pasantía pero podemos mantenernos en contacto y revisar por internet. Yo puedo hablar en la universidad y llevar todos los recaudos. Faltan meses para su acto de grado por lo que no habrá problemas. Estarán de vuelta antes de eso. Me tomé el atrevimiento de llamar a la agencia de viajes y pedir dos pasajes. Ida y vuelta para las dos. Estarán quince días. A partir de mañana temprano. Prepara tu equipaje y el suyo. Necesito fotocopia de sus pasaportes. Están esperando los vuelva a llamar. Anunció sin dejar opción a rechazar su oferta. Karla sólo asintió con leves movimientos de cabeza.
Si que era autoritario ese hombre. Menos mal Alejandra se gastaba ese carácter porque sino Dios mío. Pensaba para si misma. Su amiga tenía mucho que contar. Ese interés de su jefe por su bienestar salía de lo normal. Se estaba tomando muchas atribuciones.
Fue en búsqueda de la información que le pidiera Leonardo. Bien lejos estaba esa mañana de pensar viajaría al día siguiente a un país extranjero y con todo pago.
Leonardo entró al cuarto donde estaba su madre con Alejandra. Ésta última dormía por efecto del relajante. Había comido a regañadientes.
-Gracias!, ella te tiene especial cariño. Madre. Mañana se irá hasta su país con Karla, por estos días. Su abuela no presenta buenos prospectos de salud por lo que prefiero esté a su lado en estos momentos. Ella es muy sensible aunque quiera demostrar lo contrario. Acotó.
-Tienes un corazón de oro. Bambino.! Esta muchacha se ha ganado tu corazón. Afirmó sonriente. No necesitaba él se lo dijera.
El guardó silencio. No quería calificativos a lo que sentia, pero estaba dispuesto a bajar una estrella del cielo sólo por verla feliz. Quería protegerla. Se veía tan frágil.
-Vamos a dejarla dormir. En unas horas se debe volver a alimentar y le hablaré de los planes del viaje. Le pedí a Karla buscara su equipaje y artículos personales. Explicó - Aquí está su lapto y sus documentos en su bolso. Así que lo mejor es que pase aquí la noche y yo la llevo temprano hasta el aeropuerto.