Mi Boxeador

Capitulo 35

Pov: Lía

Unas horas después me levanté para ir al baño y de la nada escuché un fuerte golpe en el piso de abajo, por lo que me dirigí lo más rápido que podía hacía hacia afuera para ver qué fue lo que se cayó o de donde venía el ruido.

Pero lo que menos me esperaba era ver a Zed en el comienzo de las escaleras mirándome sorprendido, para que luego su rostro se convirtiera en uno totalmente frío.

(...)

Ni siquiera sabía si respiraba, lo único que hice fue quedarme quieta en el lugar rehuyendo su mirada y analizando las posibilidades que tenía para llegar a mi habitación con éxito y no tener que explicar lo que me había sucedido en tan sola una noche y que no me atrevía a decir a otros.

Zed lo único que hacía era pasar su fría mirada de arriba a abajo por mi cuerpo una y otra vez escaneando los hematomas que estoy segura que luego se verán mucho peor.

En los pocos segundos que desvié mi mirada analicé en mi mente las posibilidades que tenia de llegar a mi habitación y encerrarme antes de que él llegara a mí, las cuales a decir verdad eran muy pocas, ya que Z era más grande y veloz que yo y digamos que en mis condiciones apenas y podía caminar sin lamentarme en el proceso.

Al volver mi vista hacia el principio de las escaleras, capte como Zed le hacía una seña a los hombres que se encontraban tras él y de un momento a otro subió los escalones llegando a mí sin darme tiempo de nada.

Al querer dar un paso hacia atrás para alejarme, mi pie se enredó con la alfombra y si no fuera porque Zed me agarró en brazos como una princesa, hubiera caído.

Con grandes zancadas se dirigió a mi habitación y al entrar pateo la puerta cerrándola con un fuerte estruendo que hizo que me sobresaltara y a la vez gimiera por el dolor que esto ocasionó en mis costillas.

Zed me dejó con mucho cuidado sobre la cama, y se acercó a mi tocando con sus dedos fríos mis brazos descubiertos, al llegar a mi muñeca se tensó y alejo su mano de mí para a apretar sus puños y darme la espalda.

Yo no sabía cómo sentirme; me sentía avergonzada y culpable por lo que había pasado, aunque a ciencia cierta toda la culpa la tenía Mike.

No me gustaba sentir la lastima des personas y menos que me vieran en estas condiciones, bajando mi mirada hacia mis manos dejé que algunas lágrimas se deslizaran de mis ojos mientras pensaba que le diría a Z sobre mi pequeño accidente no tan accidente.

Mientras estuve en un pequeño trance, escuché ruidos y al levantar la mirada me encontré con la Zed de espaldas a mí, sacando y tirando mi ropa dentro de una bolsa que no sabía de dónde la había sacado, ¡un momento esa es mi ropa!

- Pero ¿qué haces? - dije levantándome lo más rápido que podía. él solo hizo como si no me hubiera escuchado y siguió tirando mi ropa con perchas y todo.

- Ya, ¡suelta mi ropa! ¿Qué estás haciendo? - le dije intentando tirar mis remeras de sus manos, pero lo único que ocasionó fue que haga un mal movimiento de mi muñeca lastimada y que me doliera un montón, lágrimas cayeron por mis ojos mientras la sostenía y miraba entre mis pestañas el rostro de Z que había dejado de juntar mi ropa para mirarme con el ceño fruncido y la mandíbula fuertemente apretada.

- ¡Nos vamos! - dijo separándose del mueble para acercarse a la cama y agarrar la manta que se encontraba sobre esta con pasos rápidos se acercó a mí y me envolvió en ella para luego cargarme. Todo esto de manera lenta y cuidadosa como si me fuera a romper.

- No espera, ¿a dónde me llevas? - pregunte sin entender por qué me estaba sacando de mi habitación envuelta en una manta y menos entendía su actitud sin siquiera haberme preguntado qué era lo que sucedía o qué fue lo que me pasó. Aunque creo que las palabras están de más, porque con sólo mirarme te das cuenta de las marcas de golpes y dedos que tengo sobre de mi cuerpo.

Al llegar al piso de abajo nos encontramos con sus hombres, los cuales no dejaban de mirarme por lo que un poco avergonzada puse mi cara contra su cuello aspirando el olor a colonia con una mezcla cigarros; un olor muy particular.

- ¿Revisaron todo? - Pregunto Z con una voz más ronca de lo normal. Sabía que estaba enojado, pero no sabía que era capaz de hacer en ese estado y tampoco lo quería averiguar.

- Sí señor no hay rastros de que hayan sido forzada las entradas ni las ventanas, es alguien a la que su mujer conoce - dijo una voz que no logre reconocer, está afirmación me tenso un poco ya que, si sólo con ver mi casa pudieron determinar eso, entonces que tan rápido averiguaron de que fue mi propio hermano el que me lastimó. Al sentir mi rigidez, él apretó sus brazos un poco más dándome la seguridad que en esos momentos necesitaba.

(...)

- Muy bien suban a la camioneta las bolsas que deje en el pasillo y busquen al gato. -Dijo Z

No puede ser como me había olvidado de minino, anoche cuando entré la dejé en la puerta y luego ya no supe más de él.

(...)

Luego de que ya subieran las cosas a la Range Rover y que mi gato estuviera en buenas manos, Z subió en los asientos de atrás conmigo encima y me acomodo entre sus brazos intentando no tocarme demasiado y logrando que estuviera realmente cómoda recostada sobre su pecho, escuchando sus latidos y dándome la paz que tanto necesitaba.

(...)

Me encontraba recostada en una gran cama King size, en una habitación desconocida de grandes dimensiones con paredes de color gris y pequeños detalles en verde olivo.

El hombre a mi lado se encontraba revisando mi cuerpo y palpando mis costillas para ver si tenía alguna fractura, sólo que yo me encontraba en mi mundo y no le prestaba demasiada atención.

Todavía no entendía por qué se encontraba tan calmado y porque no me había hecho preguntas o exigido que le dijera la verdad.

-Bueno, por lo que veo tiene las costillas bastantes lastimadas, pero por suerte no están rotas - suspiro



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En el texto hay: boxeo ilegal, mafia rusa, mafioso

Editado: 11.07.2020

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