Había sido una mala idea.
Realmente había sido una pésima idea.
Por esta y muchas razones más odiaba salir de casa.
Las palabras de esa chica no habían dejado de dar vueltas en mi cabeza así que no tuve de otra más que ponerme mi ropa de siempre – y esta vez me puse unos tenis -; y salir de la posada de Doña Flor para ir a su encuentro. Pero las cosas se habían complicado al estar cerca del lugar donde habíamos planeado reunirnos, pues a una cuadra antes de llegar, había un gran perro color café parado en esa esquina.
No es que le tuviera miedo a los perros, pero en verdad… si les tenía miedo.
Tenía un perrito en mi casa en Seúl, el era mi más grande compañero en mi oscura soledad de esa casa, pero los perros de la calle eran diferentes. No es que los discriminara o algo así, pero a decir verdad, a esos si les tenía miedo, y en este momento no quería pasar a lado de ese gran perro que estaba en la esquina.
Considere la brillante idea de dar media vuelta y marcharme de ahí, pero mi conciencia no me iba a dejar tranquila. No podía dejar a esa chica ahí esperando por mí. Podría odiar a todo el mundo pero yo era un caballero y no podía dejarla plantada.
Me arme de valor y di como diez largos suspiros para ver si mi valentía interior salía a la luz y comencé a caminar con pasos lentos hacia la esquina mientras trataba de ignorar la presencia del perro que parecía no querer irse.
Bien Min Yoongi, tu puedes.
Me repetía lo mismo una y otra vez para que pudiera caminar como si nada pasara, tenía una reputación intachable que mantener.
Al estar más cerca de la esquina el perro recabo en mi presencia y me mostró “amablemente” sus feroces dientes, en ese momento me detuve en mi lugar y evite respirar, me quede congelado en mi lugar mientras el perro se acercaba lentamente hacia mí.
Esta era la razón por la que odiaba salir a las calles sin un auto.
– Es un perro, no un dinosaurio – escuché su voz risueña a unos metros frente de mí.
Y aunque yo envidiaba su buena suerte, en estos momentos deseaba esa buena suerte que ella tenía para ser salvado del perro que estaba enfrente.
La escuche llamar dulcemente al perro y éste movió su cola con alegría al escucharla, se olvidó completamente de mí y fue hacia ella.
La chica de la buena suerte acarició suavemente su cabeza y el perro lamía su mano amistosamente. Ella no solo tenía buena suerte, también parecía que todos a su alrededor la querían como si fuera una princesa en un cuento de hadas. Tan cliché.
– Creí que no vendrías – dijo amistosamente una vez que el perro se fue.
Y ella estaba en lo correcto, no pensaba venir, pero mi conciencia no estaba tranquila y es por eso que en contra de mi voluntad, decidí venir.
– Pero lo hice –
– No nos hemos presentado aún. Soy Gim Sun hee – dijo extendiéndome su mano derecha.
– Min Yoongi – dije con simpleza y tome su mano para apretarla amistosamente como saludo.
Ella sonrió, y en ese momento parecía como si la primavera ya estuviera comenzando.
Caminamos uno al lado del otro mientras nos dirigíamos al buffet. Ella venía hablando de mil cosas que a la mayoría no había prestado atención, pero que a la otra minoría si había escuchado con atención. Y en el camino, sin siquiera notarlo, los colores de mi vida comenzaban a notarse. Ya no traía esa nube gris por encima de mi cabeza, esa tormenta que me rodeaba se estaba convirtiendo, poco a poco, en un dulce arcoíris. No estaba seguro si eso era algo bueno, pero de lo que si estaba seguro, era de que no es tan desagradable estar junto a ella. Sus conversaciones no tenían sentido alguno pero eran lo suficiente entretenidas para hacerme sonreír.
No había sido tan malo salir con ella después de todo.
El primer color que no era el gris, había comenzado a brillar.