El color rojo

¿Saben que es lo más difícil de vivir?

Tener que vivir.

Nunca he sido tan amante de la vida. Es más, la mía es tan gris que pareciera que una nube de lluvia me siguiera a todas partes, en todo momento. Así eran mis días, incluso cuando llegaba a España, mis días eran así de monótonos, pues cuando Hoseok se iba, la escala de grises volvía a mi vida.

Pero en este instante.

Un nuevo color llegó a mi vida.

¿Saben lo que significa el color rojo?

Muchos lo simbolizan con el poder, con la pasión o incluso con la sangre. Pensar en el color rojo es pensar en todas esas emociones que vienen de la ira, y quiero decir que no están del todo equivocados.

Pues en este momento, el color rojo está simbolizando la ira que siento en estos momentos. Pero para contarles eso, tenemos que regresar unas horas antes donde todo iba bien.

La chica de la suerte y yo habíamos llegado con seguridad a la tienda donde íbamos a comer pollo frito a mitad de precio, después del ataque perruno, no hubo ningún otro incidente como ese y yo supuse que era porque ella iba a mi lado.

Llegamos al local y ella no paraba de hablar ni por un segundo, aunque sus parloteos no me desesperaban, aún. Ella me hablaba con tanta confianza como si nos hubiéramos conocido hace años y supuse que eso se debía a su naturaleza amistosa y su personalidad extrovertida.

Gracias a todos los cielos, la comida había transcurrido con normalidad, no hubo ningún silencio incómodo porque como les había dicho, Sunhee no había dejado de contarme cosas sin sentido y yo solo me había limitado a contestar en algunas ocasiones. La suerte de esto, era que Sun hee no contaba historias aburridas y es por esa razón que me había quedado a su lado degustando el pollo frito.

Todo estaba bien en ese momento, el problema llegó cuando a la chica de la suerte se le ocurrió arrastrarme a un arcade.

—¿Acaso no tienes amigos con quién salir? — pregunte de la manera menos hiriente posible.

—Tengo muchos amigos pero sospecho que tú no, así que hagamos este día divertido. De todas formas no nos veremos de nuevo — contesto ella encogiéndose de hombros con simpleza. Ella era de esa forma, no le interesaba la opinión de los demás, era espontánea y muy...muy exasperante para alguien introvertido como yo.

Acepte su propuesta a regañadientes y la dejé arrastrarme hasta el arcade.

Y es aquí donde retomamos el inicio.

—A la izquierda, no, a la derecha — decía Sun hee eufórica.

— Si vas a dar indicaciones, dilas bien — reclame al ver que había fallado por décima vez en el día.

—No es mi culpa que seas terrible en esto — se quejo ella dejándose caer en el piso del arcade a un lado de mí.

—Simplemente rindete y vamos a otro juego — siguió insistiendo Sun hee.

—Esta vez prometo que voy a ganar — dije con mis ojos encendidos en llamas.

Un simple juego como este no me va a vencer. No a Min Yoongi. Min Yoongi jamás se rinde ante nada.

Este juego era el más difícil entre todos los que había jugado, aunque a decir verdad está era la primera vez que jugaba en un arcade, pero eso no quita que este juego es el más complejo de todos, donde tienes que emplear estrategia y concentración y tienes que tener absoluta rapidez.

— Vamos Yoongi sólo dale al topo y ya cambiemos de juego — rogó Sun hee de nuevo, pero ella no lo entendía, un topo no puedo vencer a Min Yoongi.

—Sólo espera un poco más y lo lograré — dije metiendo otra moneda al juego mientras me preparaba con el martillo de juguete.

Escuche a Sun hee bufar por mi obstinación pero me negaba a rendirme. Podía decirse que yo era una persona completamente competitiva y lo peor que pudo hacer Sun hee, fue el traerme aquí.

— Vamos Yoongi, ya dejalo — dijo ella quitándome la moneda de la mano cuando pensaba meterla de nuevo al juego. — Vas a gastar todo tu dinero en esto y además ya se está haciendo de noche —

No me había dado cuenta de cuanto tiempo había pasado hasta que ella lo había dicho, y tenía razón, afuera ya estaba oscureciendo y yo había pasado toda la tarde tratando de pegarle a ese topo.

—Pero no puedo dejarlo de esa forma — dije con un puchero en los labios como un niño pequeño. Sun hee me había agarrado del brazo y me llevaba arrastras fuera del arcade tal y como me había traído.

—Luego vendrás y vas a tener tu venganza — dijo ella divertida. Yo salí del lugar a regañadientes pues aún estaba molesto por mi derrota.

— Entonces... esta es la despedida — dijo Sun hee sonriente. — Quiero agregar que no eres un amargado como creía y que eres un obsesionado que odia las derrotas — pronunció entre risas.

— Bien entonces yo quiero agregar que no eres tan exasperante como creía — dije de la misma manera que ella, a lo que sólo respondió sacándome la lengua.

—Bien entonces... adiós — murmuró tímida.

Había sido fácil juntarnos, pero lo verdaderamente difícil era decir adiós.

— Si.. adiós — dije moviendo ligeramente mi mano derecha a lo que ella igualó mi acción.

— Yo.. trabajo en este arcade así que puedes venir cuando quieras, te puedo dar un descuento para que no pierdas todo tu dinero — dijo con burla mientas sonreía dulcemente, yo sonreí de la misma forma y volví a repetir mi acción de despedirla con la mano.

Sun hee me dio la espalda para caminar hacia el lado contrario al que yo me iría, la seguí con la mirada hasta que ella dio media vuelta en una esquina y desapareció de mi vista.

Una vez que la perdí de vista me encamine hacía la posada de Doña Flor, no sin antes voltear hacia el arcade, y no voltee porque ahí se encontraba mi peor enemigo, si no que mis pensamientos se habían desviado a otros cuestionamientos a los que no quisiera darles una respuesta.

La chica de la suerte y yo, ya no nos volveríamos a ver. Esta vez se había despedido tan repentinamente como había aparecido en mi vida. Y no sabía si esperaba que nos volveríamos a encontrar o que jamás volviera a verla, por eso el dilema de la vida era muy difícil y yo apenas comenzaba a entenderla.