—¿Dónde queda esa clínica? —preguntó Alejandro.
—Es cerca, mira, esta es la dirección—pronunció escribiéndole un mensaje con la dirección del lugar y enviándoselo. —Solo es hablar con mi contacto, ni siquiera cobran muy caro .
—¿Es en serio? —cuestionó Alejandro y su amigo lo observó con duda—te preguntaba para no ir allí, a un lugar tan inescrupuloso y poco profesional donde falsifiquen algo tan importante y valioso como un análisis de paternidad. Me ofende incluso tu sugerencia tú mejor que nadie debe saber que por muy mierda que sea mi maldito carácter nunca haría algo tan bajo como eso —dijo y su amigo suspiró.
—¿Y dónde le harás los exámenes? —intentó cambiar la conversación ante la mirada irritable de Alejandro al escucharlo.
—En una clínica de mi entera confianza—respondió Ale.
—Y cuál es, debe ser buena para que sea de tu entera confianza—cuestionó Julián con intención de obtener esta información y Alejandro sonrió.
—Es secreto amigo. No quiero coincidencias, nadie lo sabe ni lo sabrá hasta que no lleguen los resultados.
—A claro—respondió Julián.
—¿Y tu novia? ¿Cuándo nos la presentas?
—Está bien, pero sigue traumada con su hijo. No quiere que hagamos pública nuestra relación porque teme que no la acepte—respondió.
—Ambos ya son adultos, me parece ilógico que siempre te esconda, ya llevan años así.
—A mi también—pronunció Julián—pero me lleva varios años y cree que su hijo no nos aceptará por eso.
—Si no fuera por todos los regalos que te hace esa mujer diría que es una novia imaginaria lo que tienes. —se burló Alejandro.
—La verdad esos regalos no son tan importantes, lo que importa es el amor—opinó Julián—iré a saludar a tu madre antes de irme que ya es tarde.
—Ve con cuidado —dijo Alejandro y su amigo salió de allí y cerró la puerta del despacho. Julián fue hasta la habitación de Margaret y dio tres toques en la puerta, ella abrió y sonrió al verlo.
—Julián—pronunció y esté entró cerrando la puerta y la besó apasionadamente.
—Te extrañé mucho—murmuró acariciando su cuerpo y dejando caer al suelo la ropa de la señora.
—Te he dicho que aquí no me gusta que lo hagamos—dijo ella mientras se dejaba llevar por todo lo que este le hacía y no fue capaz de detenerlo.
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—Apúrate—exclamó Margaret con el cabello rubio despeinado sobre la cama—, si Ale te ve salir tan tarde puede sospechar.
—Ya no quiero que ocultemos más lo que tenemos, vamos a casarnos. —le dijo Julián a Margaret mientras se vestía con prisa y ella lo observaba desde la comodidad de su cama.
—Ya hemos hablado de eso mi amor... —respondió ella.
—Alejandro no es un niño, no tenemos por qué pasarnos la vida escondiéndonos. Eres una mujer adulta y soltera y yo también, tenemos derecho a ser felices.
—Eres el mejor amigo de mi hijo—pronunció—sabes lo importante que es él para mí .
—Para mí también es importante—afirmó él— a veces creo que sientes vergüenza de mí.
—Que tonterías dices—dijo la señora.
—El cumpleaños de Alejandro es en dos días, si no te avergüenzas de mí, aprovechemos esa ocasión y mostremos al mundo nuestro amor. Llevamos 9 años así en esta relación, ya no aguanto más.
—No puedo, mi hijo me odiaría, se alejaría de mí.
—Eso no lo sabes aún—pronunció él intentando convencerla.
—No voy a correr ese riesgo, no puedo perder el amor de mi hijo—respondió.—Te llevo 12 años, soy mucho mayor que tú y mi hijo confía en ti.
—Está bien, haz lo que quieras, espero que no te arrepientas. —reclamó Julián—en la fiesta me acercaré a ti y si no actúas como mi pareja, si te da vergüenza que yo sea tu novio, entonces trátame igual que siempre. No voy a pasarme así toda la vida.
—Julián, ¡Julián !—exclamó ella al verlo caminar hacia la puerta mientras Julián se marchó de la habitación sin detenerse.
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Miré a los niños quedarse dormidos a mi lado y me levanté, pues tenía mucha sed, cuando caminé por el pasillo y casi llegaba a la sala me detuve al ver a Alejandro allí con su novia.
—¿Ya no sientes nada por esa mujer que dice ser tu esposa verdad? —preguntó la rubia y me quede helada esperando su respuesta.
—No—respondió sin dudarlo y un nudo se hizo en mi garganta—Si está aún bajo mi techo es solo por los niños—lo escuché decir y no pude evitar que unas lágrimas rodaran por mis mejillas. Saber que mi esposo tenía otra mujer me lastimaba, pero escucharle decir estas palabras me destrozaba el corazón. El hombre cariñoso y amable que alguna vez amé ya no existía . Este definitivamente no era el hombre que alguna vez amé en ese momento me pregunté con los ojos llenos de lágrimas y cubriendo mis labios para que no descubriera que estaba allí ¿qué dem0nios hacía todavía en esa casa y es por eso que tomé una decisión tomaría a mis hijos y me iría de allí a un lugar a donde él nunca pudiera encontrarme.