Mi desgraciado fantasma

Era otoño

Recuerdo que mata lentamente

Era otoño; me encontraba en el bosque, comencé alejarme de la cabaña sin darme cuenta. Decidí recostarme al árbol más alto y de tronco ancho que existía en aquel lugar... me quede dormida y al despertar comienzo a oír silbidos muy lejanos, de pronto un par de hombres aparecen de la nada, ellos sin piedad rasgan mis vestidos y arrojándome hacia las raíces del gran árbol mi cabeza recibe un golpe... dieron inicio al dolor más enorme que jamás pudo a ver tenido mi alma. Mi corazón latía rápidamente y mis piernas cansadas por fin lograron descansar al llegar nuevamente a la cabaña. Desde tal desgraciado suceso la angustia, dolor, tristeza, soledad y silencio comenzaron a ser mi compañía. Al pasar algunos meses todos se preguntaban por que vivía en un encierro? Muchos decían que yo temía hablar con personas, otros que me encontraba demente. Día y noche navegaba por el mas despreciable de mis recuerdos. Hasta que una madrugada tormentosa... tome en mis manos un tronco delgado y largo, sin piedad descargue mi ira contra los hombres que dejaron la herida mas grande que pueda existir en mi ser... ahora yo les quitaba su vida... pero esto yo solo lograba imaginarlo cada vez que mi corazón sentía la gran compresión por ese inmenso dolor. ¡ Yo no sería capaz de hacer algo tan despiadado! me repetía una y otra vez... Minuto y segundo las lágrimas corrían por mis mejillas. Solamente el ánimo de permanecer en mi habitación era lo que existía, aunque algunas ocasiones al salir al pueblo, no podía ocultar la agorafobia que comenzó apoderarse de mi alma. Todos me observaban extrañamente, ellos se burlaban de lo que ahora me había convertido. Sin más que pensar volvía a mi encierro y por más que intentaba vencerlo, era imposible. Una mañana tome la decisión de pasear por el pueblo, pero mi vista nublada y mi cuerpo sudoroso, se encontraban. No podía contener el temblor que recorría mi interior, no sentía fuerza en mis piernas; no logre llegar ni a la vuelta de la esquina de mi cabaña. El llanto era lo que surgía, después de darme por vencida fácilmente. La cabaña era como mi jaula; la jaula con puertas abiertas de una ave pequeña temerosa con grandes deseos de volar en el exterior pero sus alas habían sido cortadas.



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En el texto hay: pasado doloroso, esperanza en el alma

Editado: 14.12.2018

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