Mi Destino, tu Corazón

Capítulo UNO

Dos días, dos malditos días esperando para que me hagan los estudios para saber que tan grave puede ser. No quiero estar tanto tiempo sin jugar... A cualquier jugador, y en distintos ámbitos deportivos, pasar meses sin jugar es el peor de los frustraciones que podemos pasar en nuestras carreras. No tengo en quien apoyarme... Mi familia están a cientos de kilómetros y no suelen preocuparse por mí. Tampoco se toman la molestia de llamar y agradecerme por enviarles el dinero para que sobrevivan. Es que no se porqué me preocupo por ellos si no lo hacen lo mismo conmigo, solo les importa ellos mismos. No es que lo extrañe, ni en mi infancia se preocuparon. En realidad, como el mayor de siete hermanos apenas tenía tiempo para estudiar. Cuando terminé mis estudios? Al salir de Serbia para jugar en Alemania. No es del todo secreto bajo siete llave lo que le pasado en mi adolescencia, y gracias a los directivos de Frankfurt me dieron el tiempo suficiente para terminar esa cuenta pendiente.

El taxi de estaciona en la entrada de la clínica donde el médico del equipo espera a un lado de la zona del estacionamiento. Le entrego el dinero del viaje al conductor y me despido con un asentamiento de cabeza. No sabía como hablarle, no se su idioma y le entregué el papel con el nombre de la clínica para seguir el camino silencioso. Bajo del vehículo, me encamino hacia él y camino detrás a las instalaciones. Un hombre de bata blanca, y para la suerte que habla inglés, nos guía a una oficina. Trato de mantenerme al margen de lo que hablan... Ellos saben y espero paciente a que se haga los estudios correspondientes.

Me encuentro en la sala de rayos X que dispone la clínica y me acomodo paciente mientras trabajan con mi tobillo. No se como definir lo que siento. Los nervios a que sea todo lo peor o aliviado por es solo una falsa alarma. Juego con mi Rolex que gira sobre mi muñeca izquierda, distraído de las luces se hacen eco en la mitad de mi pierna.

- Marko.- mis ojos se dirigen al doctor que me acompaña y me observa con lástima- Lamento informarte que es un esguince de grado cuatro y tienes unos meses de rehabilitación.- suspiro fuertemente y niego con la cabeza frustrado. Sentía que esto no iba a terminar bien- Si estás de acuerdo, para acelerar la recuperación, el doctor Mauve puede operarte ahora y mañana a primera hora volvemos a Cerkno.

- Yo acepto lo que usted decida.- le contesto porque no me queda nada por hacer- Si cree que lo más seguro es salir del país ya operado, será lo mejor.- asiente y sigue su conversación con el médico de la clínica.

Resulta que la operación fue más rápido de lo que esperaba, que ahora estoy en una sala común. No solo fue un esguince lo que me deja sin jugar, sino que se desprendió un tendón no sé en que zona, con la frustración al punto máximo. Me enyesaron la zona afectada solo por precaución y una vez en la ciudad me lo pueden quitar. La rehabilitación comienza una vez que no sienta la molestia y no será tarea fácil. Con la edad a cuesta es difícil recuperarme con tal facilidad como lo hacía hace diez o doce años, por lo que me debato entre retirarme ahora o esperar un tiempo hasta estar más preparado.

Las risas de los niños en la sala contigua a esta, saca una sonrisa de mis labios. Veo como las enfermeras de pediatría corren de un lado para otro, sin omitir que la sala de espera está adornado por globos verdes. De solo escucharlos, un par de lágrimas escapan de mis ojos... Han de sufrir tanto para que las personas que se encargan de cuidarlos le alegren un rato de esa vida que llevan.

- Dicen que algunas deportistas de la ciudad vienen a visitarlos.- dice el doctor al ver mi sonrisa y controla mi ficha- Los que están a cargo de los niños organizan cada dos meses una visita especial de sus ídolos. Las niñas han pedido mucho al equipo de handball femenino y se llevarán una gran sorpresa.- se despide con una sonrisa y se retira de la sala.

De la nada, el lugar queda en un completo silencio y me intriga. No han dejado de parlotear desde que me dejaron en esta sala y debo agradecer por eso, sería de lo más aburrido que estuviese en silencio. Ahora solo se escuchan murmullos y no dura mucho porque veo pasar una cuantas personas vestidos con equipo deportivo y los niños empiezan a gritar de nuevo. No puedo evitar retener la risa... Quisiera tomar las muletas y ver como sus rostros se transforman al verlas, de paso conocerlas. El problema es que estoy conectado a un suero para que el dolor sea llevadero y el viaje a casa sea lo menos incómodo posible.

Una peluca verde aparece frente a la puerta de la habitación y mi cuerpo se tensa al saber lo que es... Si, tengo miedo a los payasos. Mi corazón no deja de golpear desenfrenado en el pecho y parece tranquilizarse cuando hace la aparición completa, siendo una mujer con el disfraz más grande que ella. Lo que más me llama la atención son sus ojos celestes más claro que el cielo, los colores blancos y rojos que adornan su rostro no es nada en comparación a esa mirada que me observa sorprendida. Supongo que es una de las sorpresas para los niños y llega al lugar equivocado. Dice algo que no entiendo, o supongo que es una pregunta.

- Lo siento, no entiendo lo que dices.- le digo en inglés con mis ojos fijos en ella, que no desvía la suya de mí- No sé el idioma húngaro, ni siquiera entiendo el esloveno.- me encojo de hombros y le sonrío. La mujer disfrazada quedó estática en su lugar.



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En el texto hay: amigos, amor, deporte

Editado: 31.12.2018

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