¿Por qué me siento así?

A la mañana siguiente una profunda tristeza me inundo. No puedo ser exacta a la hora de describirla, ya que era una sensación o quizás un sentimiento, quien sabe, que nunca había sentido. La presión que sentía en el pecho era extraña, no era la habitual. De vez en cuando me costaba respirar, como si estuviese acongojada, pero sin llorar. Trate de distraerme, pero sentía que no había un motivo por el cual debía hacerlo. No me ocurría nada, o quizás no sabía que era lo que me ocurría. De vez en cuando los pensamientos se nublaban, quedaban varados en la nada. Como la neblina de una mañana de invierto, que no permite ver, mientras te encuentras parada en una calle vacía, aunque no estas segura, quizás hay alguien o algo cerca aunque no lo pueda ver. Quiero que la neblina se disipe, para ´poder saber que hay ahí y no lo logro, me desespero y la congoja vuelve. 

El cielo está despejado, pero lo siento triste, lo veo así, como si me mostrara su preocupación… silencioso, no se sentía ni un poco cercano a la paz, me produce desesperación, me agobia, me asfixia.

Después de pasar horas sin comprender que era lo que me ocurría, una frase se me vino a la mente “tenes tiempo para elegir” luego me pregunte “¿Sera por eso?  Sé que estoy enamorada, pero mi mundo no se va a derrumbar si no la tengo”, en ese preciso momento note que quizás sabía que era imposible sentir más que tristeza, por un tiempo, pero el miedo a la mínima posibilidad de derrumbarme… me paralizo. Tan solo eso, una idea, que se metió quien sabe por dónde, en mi cabeza y luego de una buena sacudida de la realidad, comenzó a punzar, a molestar. Una simple frase sin ninguna mala intención. Pero las cosas cambian, las ideas ni hablar y quizás en ese preciso momento, cuando la espina punzo, la inseguridad de lo que quería broto, en ese momento solo supliqué “Tan solo un momento más, aun no quiero partir”, tal vez era un deseo profundo, que estaba escondido, en lo más hondo.

De repente sonó el celular y le puso a mis pensamientos un alto, como si fuese una señal que dijese, para, no te estás haciendo bien.

Malen: _ Hola amor ¿Cómo estás?

Ámbar: _Bien ¿Vos como estas? ¿Cómo van las cosas por allá?

Malen: _ Por suerte bastante bien. Me quede sin trabajo, eso es lo malo. Pero lo estupendo es que ahora voy a poder visitarte y quien sabe, quizás quedarme una temporada.

Ámbar: _ Me alegra que te lo tomes así, de una manera tan positiva.

Malen: _ No te noto feliz ¿Te pasa algo? ¿No me extrañas?

 Ámbar: _ Si te extraño, no es eso. Ayer estuvimos hablando con Renata y quizás sigamos viajando, planeábamos invitarte, pero no sabemos si vamos a partir o no.

Malen: _ Sí, algo me comento. Dijo que no te noto muy contenta con la idea. Lo cual le sorprendió, ya que viajar era tu sueño, no el nuestro. Pero de alguna manera nos contagiaste y ahora queremos acompañarte.

Ámbar: _ Me alegra muchísimo escuchar eso, pero no sé qué es lo que me pasa. No lo entiendo, es como si una parte de mí se quisiera ir, pero la otra se quisiera quedar, según Renata es porque me apego a las cosas, a las personas e incluso a los lugares. Pero no estoy segura de que sea así.

Malen: _ Quizás tenes miedo, es completamente normal, llevas un tiempo viviendo ahí y es más que obvio, que te acostumbraste al lugar, al ritmo, a las personas que conociste. Y volver a desprenderte de algo, que de alguna manera hiciste tuyo es un garrón.

Ámbar: _  Sí, tal vez es eso.

Malen: _ Mira, yo dentro de dos días voy para allá y hablamos bien de lo que queres hacer. Mientras tanto trata de estar tranquila, yo quiero pasar una temporada allá, asique vas a tener un tiempito más para disfrutar lo que quieras disfrutar y quien sabe quizás las cosas se den de una manera más simple ¿entendes a que me refiero?

Ámbar:_ Sí, gracias… te voy a estar esperando.