La fiesta no parecía que fuera a acabar, así que cuando me recupere un poco del impacto decidí que necesitaba divertirme. Al final baile varias horas, tanto con Matías como con otros chicos que asistieron, que por suerte no mencionaron nada sobre lo ocurrido. Evité tanto a mi primo como a mis tíos y abuelos, no me encontraba bien para seguir hablando del tema.
Para las tres de la mañana ya estaba agotada y muy, muy mareada. No recordaba bien como había terminado así, pero estaba siendo arrastrada a una cama por Matías y aquella chica hermosa de la que no recordaba el nombre.
—No, no me dejen aquí —pedí tras notar que me soltaban, pero mi ruego quedó en el aire mientras me quedaba dormida.
Pero no pude dormir un largo tiempo, el dolor de cabeza me inició a torturar y aunque el mareo y agotamiento no me dejaban levantarme, no eran suficiente para evitar que me despierte.
Me arrastré hasta el borde de la cama, era de día ya y podía ver a varias de las amigas de mi primo tiradas, dormidas en el suelo de la habitación, excepto por una chica de vestido negro que estaba acostada sobre unas sabanas. Se encontraba justo al lado de la cama.
Me deslicé con el cuidado que pude para acercarme a su rostro usando mis brazos para mantenerme sobre ella. Pero de repente caí sobre ella, mis brazos no resistieron mi peso. Se movió con incomodidad, pero no abrió los ojos. Seguía sin reconocerla, pues me costaba mantener mis ojos abiertos suficiente tiempo para enfocar su rostro, aunque se veía linda.
Sentía sus pechos bajos los míos, con nuestra ropa separando nuestra piel, me acerque a su rostro para besarla mientras dormía.
Sentí como me empezaba a seguir el beso, seguro estaba soñando con alguien que le gustaba, tal vez conmigo… Pero de repente sentí que me apartó de golpe y caí a un lado de ella empujando a otra chica.
Me miró agitada y molesta inició a reclamarme, no comprendía sus palabras pero su voz me hizo reconocerla, era Estela, era él… Toque mis labios con mis dedos mientras una inconsciente sonrisa se formaba en mis labios antes de caer inconsciente de nuevo.
Acababa de besar a Estela, y aunque me sentía un poco culpable, pues era mi primo, me alegraba haberlo hecho, no era consciente en mi interior que él/ella podría estar enojado/a conmigo por eso.