Mi dulce primavera.

Capítulo 8: Galería.

Harry estaba nervioso.  Esto era muy distinto a imprimir sus fotografías periodísticas.  Era su trabajo y en cierta medida estaba acostumbrado a que la gente les viera como lo que eran, un medio visual que acompañaba la historia impresa.

Pero ahora sus fotografías serían vistas desde un punto más crítico.  Aunque ya habían sido juzgadas por el jurado, faltaba ver la reacción de las personas que llegarían al evento.

Cuando ya tenían asignadas sus secciones, con la ayuda de algunos empleados del lugar, comenzó a colocar su trabajo.

Su frente brillaba por el sudor.  Menos mal que había traído un cambio de camisa.  Algo muy exagerado para él pero quería estar más que presentable para todos los invitados.

Sin embargo, su principal preocupación era otra.  Al dar las 6 estaría faltando a la promesa que le hizo a April.

Era increíble que no tuviera su número y que él tampoco se lo hubiera dado.  No tenían como contactarse más que por las citas a la misma hora y el mismo día.  Y las cartas y notas por supuesto.

Colgó el enorme cuadro de 100 ×150.  "¿Cómo olvidar ese día?".

—Es hermosa — susurró alguien a sus espaldas.

—Gracias — dijo girando hacia él.  Era otro de los ganadores del concurso.

—¿Vendrá? — quizo saber con una sonrisa.

—No lo sé — se lamentó Harry.

—Tienes que presentarmela — dijo animado dando una palmada en su espalda para luego irse.

Harry no respondió.  Se quedó contemplando aquella fotografía que le daba tantos recuerdos.

—April — susurró.

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Gracias al cielo, a los niños Jhonson los habían recogido temprano.  Eso le daba tiempo para prepararse.

No estaba muy segura de si tendría una cita con Harry en el parque o terminaría buscándolo en la galería.

Dedicó un par de minutos más para elegir su atuendo.  Era una ocasión especial para Harry, así que eligió un vestido rojo.

Era en un tono más oscuro que el que podríamos calificar como rojo.  Más bien se trataba de un rojo carmín.

Ésta vez decidió ponerse unos zapatos de tacón de cuero beige con la punta en color negro.

Recogió su cabello para no quitarle atención al escote del vestido que le llegaba a la mitad de la espalda en forma de "V".

Era demasiado arreglo para una tarde en el parque pero si lo adecuado para una exposición en una galería de arte.

Cogió el taxi y se dirigió al primer lugar donde esperaba verlo.

April esperó hasta las siete en punto.  Él no llegó.

Cogió otro taxi para dirigirse a la galería.

Un cosquilleo en su estómago atacó de pronto al sentir que avanzaba el taxi.

Hacía semanas que no le veía y que tampoco escuchaba su voz.  Había extrañado sus ojos color otoño.

Volvio a sacar la carta que trajo consigo en su pequeño bolso de mano en forma de sobre.

La leyó de nuevo con ayuda de la poca luz del exterior.  Eso sólo aumentó su nerviosismo.

No era una cita, solo era un apoyo moral a un amigo.  Harry estaría ocupado atendiendo a todos lo que se acercarían a ver su trabajo.

No era momento para romance, ni reconciliaciones, ni declaraciones ni nada por el estilo.

Ella estaría ahí apoyándole y después de esa noche verían que pasaría.

Se repetía todo aquel razonamiento hasta que llegó.

El lugar estaba lleno.  Pero al ser un evento que no ameritaba invitación pudo entrar.

La galería estaba seccionada por las categorías.  Cada una daba una reseña sobre el trabajo y los puntos a favor de las obras.  También tenían información sobre el artista en cuestion.

April se detuvo en cada una al principio.  Todo para intentar bajar los nervios.

Un apuesto chico le ofreció una copa.  Aceptó una de vino blanco.

El segundo trago le hizo sentir más relajada.

Leía las descripciones bajo las obras.

Algunas no llamaron su atención así que se saltaba a la siguiente.  Eso le indicó que estaba mejor enfocada.

Caminaba despacio para no terminar tropezando con alguien y derramar su copa.  Pero era más por evitar encontrarse de golpe con Harry y no saber que decir.

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Muchos de los compañeros de Harry habían ido a la exposición.  Todos le felicitaban y le hacían bromas por la protagonista de su colección.  

Harry se sentía orgulloso por su trabajo, satisfecho de estar ahí.  Sin embargo deseaba poder compartir aquel éxito con April.  Ella había sido su inspiración, su musa, su respuesta a la búsqueda que había mantenido para encontrar la belleza oculta en Central Park y darle un nuevo enfoque.  

Compartió otra copa de champagne con un amigo que le felicitaba por el logro. 

De pronto divisó a un par de rostros conocidos.  Eran sus "Hadas madrinas".  Se trataba de James y Mary.  




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