Mi dulce tormento

Capítulo 2

Tres días desde el inicio del semestre habían pasado. Las clases comenzaron tranquilas, sin trabajos y sin presiones. Lo único intenso en ese momento eran los entrenamientos de basketball. Alan y Nicolás pertenecían al equipo de la universidad, lo cual les daba ciertas ventajas con la institución y en cuanto a mujeres se refería. A pesar de que Alan había cambiado de carrera en dos ocasiones y aprobaba las materias con la nota mínima indispensable; no tenía la presión de estudiar por ser uno de los jugadores estrella. Aquello era ideal para el estilo de vida que llevaba, y deseaba llevar siempre. No le gustaba presionarse, aceptaba las cosas que le venían en el momento y sin duda las restringía sólo a aquellas que pudieran brindarle satisfacciones mundanas.

El entrenamiento era agotador ese día y recién iban por la mitad. Era difícil concentrarse con el calor y las jóvenes muchachas que observaban atentas en las graderías. Alan aprovechaba los instantes en que se encontraba lejos del balón para echar una que otra mirada, nunca faltaba la chica que le correspondiese, o volcase la vista nerviosa y realizase algún cometario entre risitas a sus amigas. Como siempre dio un vistazo rápido, buscando a la afortunada con quien saldría después. Varías muchachas le sonreían, pero una sin duda llamó su atención. Sara podía opacar al resto; como si una suave y espesa bruma surgiera de su cuerpo nublando los sentidos y escondiendo a quien se encontrase alrededor. Por un instante sus miradas se encontraron y Sara se levantó sonriendo para saludarlo efusivamente.  Era una escandalosa y no reparaba en ocultarlo.

 Alan la observó extrañado por un momento y le devolvió un tímido saludo algo avergonzado, ya que todos pasaban la mirada de la extraña muchacha al atónito joven. Los gritos alegres de Sara fueron detenidos por uno de los jugadores del equipo de fútbol, quien se asomó detrás de ella y le bajó los brazos hablándole seductoramente. Alan cambió su expresión atónita por una de enfado. Nuevamente los integrantes del equipo de fútbol hacían presencia para molestarlos en los entrenamientos y llevarse a las jóvenes que habían ido entusiasmadas a verlos. Su enojo momentáneo fue interrumpido por un fuerte golpe en la cabeza con el duro balón de basket.

—Presta atención —lo regañó Nicolás recogiendo el balón y volviendo a golpearlo con él.

— Tu hermana me distrajo, y de nuevo esos idiotas vinieron a molestar. —Se sobó la cabeza mientras el resto del equipo le reprochaba con la mirada.

—En los partidos habrán más distracciones, aprende a concentrarte. Y en cuanto a esos... —Volcó hacia el grupo que los miraban con sorna desde las graderías—. Nos encargamos luego.

Volvieron a reanudar el partido de práctica. Aunque Alan intentaba mantener la mente en el juego le era imposible dejar de atisbar a cada momento hacia la joven de cabello negro, quien hablaba animadamente con uno de sus rivales.

Sara contemplaba algo intrigada al joven de cabello rubio y ojos celestes que se había acercado a hablarle. Al principio escuchaba lo que decía, de a poco fue perdiendo el interés; la voz grave y presuntuosa se tronaba un extraño sonido parecido al de un trombón: fastidioso e inentendible. Bajó las cejas poniendo una mueca curiosa y volteó hacia la cancha. Ver al equipo entrenando era más entretenido; incluso ver a su hermano acaparando el balón era más divertido que la charla insulsa y superficial que aquel chico le daba.

— ¡Hey tú! ¿Me estás escuchando? —Preguntó entre molesto y desconcertado, intentando llamar la atención de la chica.

Después de un largo momento Sara pareció reaccionar, volcando la mirada lentamente hacia él.

— ¿Qué dijiste? —preguntó  poco animada.

—Que si me estas escuchando.

—Ah, no, lo siento, perdí el interés hace rato —explicó volviendo a centrar la atención en la cancha.

El chico no entendía qué pasaba, nunca, ninguna chica, lo había desplantado de esa forma; todas lo miraban entusiasmadas, escuchando atentamente a cada cosa que tuviera que decir. Miró hacia sus amigos, quienes le devolvieron una mueca de desconcierto, luego volvió a hablarle a Sara con tono molesto, pero de nuevo ella no lo escuchaba. Parecía que se encontraba en una especie de transe, o caído en coma de repente. Su mirada era totalmente inexpresiva y ya comenzaba  a asustarse cuando ella habló de repente.

— ¿Cómo te llamas? Ni si quiera me has dicho eso. Yo soy Sara Cohen, por si te importa, es una descortesía hablar con una chica sin siquiera presentarse o preguntarle el nombre antes. En otras circunstancias eso no sería necesario si alguien nos presentase antes, pero este no es el caso, claro está. Así que ¿te llamas?... —habló tan rápida e intempestivamente que él y quienes se encontraban cerca intentaban que su cerebro funcionase a la misma velocidad que las palabras de Sara.

—Soy Bastian... todos me conocen —dijo suave, bastante extrañado.

— ¡Mucho gusto Bastian! —gritó entusiasmada–. Eres jugador del equipo de fútbol ¿verdad? —No le dio tiempo de responder y continuó hablando—. Escuché por ahí que no te llevas bien con mi hermano. Puede que sea por algún motivo absurdo, Nicolás es así, se crea enemistades sin motivo. Aunque puede que esta vez sí tenga razón, de ser así, tendré que llevarme mal contigo también. Te observaré un tiempo, así me aseguro de qué tipo de relación tendré contigo. Tal vez logre que te lleves bien con mi hermano y los tres seamos amigos,  si no logro algún progreso entre los dos, tendré que ser tu enemiga también. —Abrió su mochila y sacó un cuaderno. Observó a Bastian curiosa un momento y comenzó a escribir mirándolo de rato en rato.

La gente de las graderías estaba más atenta a lo que pasaba con la chica nueva del campus que con el partido, el cual ya concluía. Incluso los jugadores se detuvieron y miraron hacia arriba sorprendidos por el círculo que se había formado alrededor de Sara, como si ella estuviera contaminada con algún virus y se alejaran a un radio de dos metros.



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En el texto hay: universidad, fuckboy, enemiestolovers

Editado: 01.11.2021

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