Mi dulce tormento

Capítulo 3

Pensó que se trataba de su imaginación. Sara le ponía los pelos de punta, sobre todo después de su amenaza, pero seguro no iba en serio... estaría enojada un par de días y luego estaría sobre él nuevamente.

Los días pasaban, Alan se ponía cada vez más nervioso. Sara no le hablaba, ni siquiera lo miraba. Las veces que se la cruzaba en su habitación, cuando ella visitaba a su hermano, se retiraba ignorándolo por completo. Aquello ya dejaba de agradarle, los primeros días la ausencia de la joven le fue indiferente, los demás no tanto. Ninguna mujer lo ignoraba, por más psicótica que estuviera; que Sara lo pasase de largo comenzaba a molestarle.

Su mejor amigo lo notaba actuar extraño, era obvio que entre él y su hermana había pasado algo. Sara no ignoraba a las personas sin una buena razón.

- ¿Vas a decirme que sucedió con Sara?-preguntó una noche, cuando la tensión entre esos dos comenzaba a causarle escalofríos.

-No, bueno, sí. La verdad no sé, creo que le molestó un comentario que le dije. Me amenazó, y tu hermana es tan rara e impredecible que no sé qué pensar.

- ¿Qué le dijiste?

- Que habla demasiado y si sigue así no conseguirá novio- explicó calmado, mientras que su amigo abría los ojos como platos.

- ¿Te atreviste a decirle eso? -preguntó preocupado, mirando hacia él con horror.

-Sí, ¿qué tiene?

- ¿Qué tiene? -bufó-. El ultimo que le dijo algo parecido terminó desnudo y a amordazado en la cafetería del colegio. Después de pasar la mayor humillación nunca fue el mismo, andaba mirando hacia atrás en cada momento y tenía pánico de hablar con cualquier mujer, nunca supimos qué fue lo que Sara le hizo en realidad -habló con tono pensativo, recordando aquellos días de colegio.

Alan tragó saliva. Nos sabía si Nicolás hablaba en serio o le jugaba una broma. Sara parecía ser algo peligrosa, pero no llegaría a tal extremo, o eso esperaba...

- ¿Me estas tomando el pelo no? -titubeó.

Nicolás volteó hacia él con expresión seria y negó con la cabeza.

- Puede que se le olvide, o esté esperando el momento indicado. Yo que tú estoy alerta.

Como si fuera posible se sintió más nervioso. Sara estaba más loca de lo que creía y Nicolás se negaba a entrometerse. Le haría un maldad, era seguro, esperaría encontrarlo desprevenido.

Alan pasó del nerviosismo a la neurosis en cuestión de un día. Brincaba cuando alguien se acercaba a él, atisbaba todo el tiempo a los costados mientras caminaba, al entrar a su habitación o cualquier otro lugar revisaba antes y, si el lugar estaba oscuro, pegaba la espalda contra la pared mientras se acercaba al interruptor. Parecía haber desarrollado un síndrome de persecución.

Si se cruzaba con ella en el camino se alejaba lo más posible y la contemplaba hasta que desapareciera de su vista.

***

La mañana del miércoles estaba más cansado que nunca, los últimos días casi no había dormido por mantenerse en guardia. Sara podía atacar de noche, como un vampiro chupasangre mientras él dormía ingenuamente. Ella no lo atraparía desprevenido, si podía evitarlo. Caminaba por inercia hacia su salón cuando ella y un par de sus amigas pasaron por su lado. Instintivamente se detuvo y se arrinconó contra la pared, ella pasó por su lado conversando con las otras dos chicas, cuando de improvisto, le dirigió una indescifrable sonrisa.

-Hola Alan -lo saludó tranquilamente y siguió su camino.

Con espanto se quedó paralizado ¿qué significaba ese hola? ¿Por qué lo saludaba ahora, como si nada hubiera pasado? Algo andaba mal, estaba seguro. Esa chica pretendía hacerle creer que se había olvidado de todo, pero él no sería incauto, claro que no, estaría más pendiente.

Ese dulce saludo no se iba de sus pensamientos. Intentaba no ir a ningún lado sin compañía. Se dio cuenta de que la neurosis estaba llegando al punto más alto cuando comenzó a revisar su comida. El viernes tomó un respiro y por un momento decidido a olvidarse de ella y sus locuras. Se sentó frente a la televisión, a intentar pasar el nivel 50 de su videojuego. Le había dedicado más tiempo a jugar que a sus estudios. Apretaba los botones con frenesí, con una tira de jamón colgando de su boca cuando su compañero entró de golpe, cerrando la puerta tras de sí.

- ¿Qué pasa? -preguntó desinteresado, sin quitar los ojos de la pantalla.

-Es Dafne, volvió -respondió con una con mueca de pavor.

- ¿Y cuál es el problema? Es tu novia, ¿no deberías estar un poco feliz de que haya vuelto?

- ¡No! ya sabes que no quiero ni verla, tenía la esperanza de que conozca a alguien en su viaje y se olvide de mi.

-Pues termina con ella y listo.

- ¿Estás loco? ¿Qué no te acuerdas de la última vez que intenté terminarle? Armó un drama, hasta me amenazó con suicidarse, o castrarme, es una loca obsesiva.

Alan puso pausa en el juego y volteó hacia su amigo.

-No sé de qué te quejas, Dafne es la novia perfecta. Es hermosa y nunca está, solo viene un par de días se acuesta contigo y se va... ni siquiera conversa mucho, y no le importa que estés con otras mientras no está, es ideal.

- ¡Pues entonces tú quédatela! -gritó soltando la puerta, sin darse cuenta de que no había colocado bien el seguro por hablar.

La puerta se abrió de nuevo y una hermosa joven pelirroja entró directo a lanzarse a los brazos de Nicolás.

- ¡Nick! Te extrañé tanto -exclamó con un marcado acento francés, colgándose de su cuello y llenando de besos por todo el rostro.

-Ya te he dicho que no me llames así -dijo con tono de molestia intentando sacársela de encima.

- ¿No te alegra verme? -se separó de él y lo miró con un dejo de tristeza e incertidumbre.

-Claro, sí -respondió distraídamente mientras a la joven se le iluminaban los ojos, como si le acabasen de dedicar el más romántico poema.

-Ven, tengo una sorpresa para ti. -Lo jaló del cuello de la camisa fuera de la habitación mientras él le suplicaba ayuda con los ojos a su amigo.



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En el texto hay: universidad, fuckboy, enemiestolovers

Editado: 01.11.2021

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