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Luego de un momento, cuando logró dejar de llorar, sus papás la hicieron entrar en la casa y la sentaron en el sofá, mirándola con preocupación.
— ¿Estás bien? — Preguntó su mamá.
Vicky asintió con tristeza.
— Sí, disculpen. — Musitó. — Y no papá, no podía decirte que Iván era el papá de mi hijo. Porque no quería que él se enterara y pensara que lo iba a chantajear o algo así. ¿Te puedes imaginar cuántas mujeres han intentado hacer eso?
— Pero él tenía derecho a saberlo. ¿No crees? — Dijo su papá con el ceño fruncido.
— Pues ya lo sabe. — Dijo ella encogiéndose de hombros. — ¿Cómo se enteró? Ni idea.
— ¿Qué es lo que te dio? — Preguntó su mamá, señalando hacia su mano.
— Mi teléfono... — Musitó Vicky, sorprendida. Activó su pantalla y una exclamación de sorpresa salió de su garganta.
En el ícono de mensajes, había la notificación de cientos de ellos.
— Santo Dios... — Musitó sorprendida.
Sus papás, discretamente, se levantaron y se dirigieron a la cocina, dejándola sola mientras ella empezaba a revisar los mensajes bajando la pantalla totalmente, hacia el primero de ellos.
“Te fuiste sin darme la oportunidad de hablar, de aclarar las cosas entre nosotros. Sin permitirme decirte que eres la mujer más increíble que he conocido y que quiero seguir a tu lado”
Siguieron varios donde le contaba su día a día y le decía que la extrañaba, preguntando si estaba bien y ansiando su regreso.
“Llevo días buscándote y preguntando por ti a todos mis conocidos, nadie sabe nada, parece que te tragó la tierra. Pero no me voy a rendir Vicky, voy a encontrarte así me tome toda la eternidad”
Las lágrimas empezaron a correr de nuevo sobre su rostro mientras seguía leyendo. Iván había contratado a un hombre para que le ayudara en las tareas domésticas, y a otro para que le llevara sus relaciones públicas. Además de un guardaespaldas que fungía como también como su chofer, pero la seguía echando de menos y le aseguraba que no había vuelto a salir con ninguna otra mujer desde que ella se fue.
“Todo mundo me pregunta por la señal que hago cada que estoy ante una cámara o meto algún gol. Nunca lo he dicho a nadie ni siquiera a mis compañeros o al entrenador porque eso es algo absolutamente personal. Esa es una señal sólo para ti, esperando que la veas y la entiendas. No es un número dos. Es una V, la V de Vicky. La V de lo vacía que es mi vida sin ti. La V de vuelve que me muero porque no estás a mi lado. Por favor cariño, déjame encontrarte. El detective que contraté no ha logrado dar con ninguna pista tuya y empiezo a estar más que desesperado.”
Seguían más mensajes, todos los días, enviaba no uno, sino varios, contándole lo que hacía y preguntándose si ella estaría bien. De pronto uno le llamó la atención.
“Hoy fui a la pastelería de Roxana. ¿Te acuerdas de ella? Es aquella novia que tuve en el bachillerato. Cené ahí con ella y su esposo, conocí a sus hijos y vi lo enamoradísimos que están aún y lo increíblemente felices que son uno con el otro y me alegré genuinamente por ella. Rafa siempre la amó y ella a él y yo lo sabía desde un inicio, aun así, lo intenté, pero era una batalla perdida desde el comienzo y me hice a un lado. Afortunadamente él logró superar el cáncer que lo había atacado hace varios años, cuando se casaron, y ahora viven plenos y felices. Les platiqué de ti, les conté lo especial que tú eres y lo maravillosa persona. Se alegraron por mí por haberte encontrado y se entristecieron al saber que te había perdido, Rafa me ofreció ayuda para poder encontrarte, me recomendó a su detective, el que encontró a su hermano perdido y acepté, porque el que yo tengo no sirve para un carajo y no ha sabido dar contigo. Vuelve pronto mi Vicky, no tienes idea de cómo te extraño”.
Vicky tenía el rostro bañado en lágrimas. ¿Iván la amaba? ¿Sería eso posible?
Siguió leyendo varios mensajes, donde le decía que su nuevo detective por fin la había encontrado y se mostraba furioso porque no le había dicho que estaba embarazada.
“¿Acaso piensas que voy a rechazar a mi hijo? ¿Crees que me lo vas a poder esconder por siempre? ¡Por supuesto que no! Los quiero a ambos a mi lado Virginia, y si tú no vienes yo iré a buscarte en cuanto termine mi último partido. Te amo, y no sé cómo carajos le voy a hacer, pero voy a lograr que tú te enamores de mí tanto como yo lo estoy de ti.”
— Virginia... — Musitó riendo y llorando al mismo tiempo. — Así que el nuevo detective averiguó hasta mi nombre.
Terminó de leer todos los mensajes, hasta el último, donde le decía que ya iba en camino y que no se iba a separar de ella ni de su hijo.
Volvió a reír y se limpió las lágrimas.
Le envió un mensaje muy sencillo.
“¿En dónde estás?”
El respondió casi inmediatamente.
“En la plaza del pueblo”
— Papá, mamá... ¿Me acompañan? — Preguntó ella entrando a la cocina.