Nota del Autor:
Hola queridos lectores, les saludo cordialmente.
Realmente ha pasado algo tiempo e increíblemente ha sido un Hiatus bastante largo... xD. En fin, ahora saliendo de tal situación, doy inicio a la saga de Newcastle o la primera publicación del este nuevo arco argumental como lo que vendrá, en las próximas publicaciones... mis estimados lectores.
En el fondo tendremos bastante desarrollo en esta publicación... pero nuestros protagonistas antes de su llegada a Newcastle tendrán un pequeño impedimento en su travesía hacia su destino o viaje de negocios.
Como atender los negocios de la firma. Alex y Esme sufrirán cierto contratiempo… especialmente con el medio de transporte decidido por el padre de Esme.
Comenzamos, pero antes unas palabras:
Usamos la máscara que sonríe y miente,
Oculta nuestras mejillas y sombrea nuestros ojos,
Esta deuda tributamos a la astucia humana;
Con corazones desgarrados y sangrantes sonreímos,
Y una boca con innumerables sutilezas.
¿Por qué el mundo debería poder
Contar todas nuestras lágrimas y suspiros?
No, que solo nos vean mientras
Usamos la máscara.
Sonreímos, pero, oh, gran Cristo, nuestros clamores
Surgen de almas torturadas.
Cantamos, pero, oh, la arcilla es vil
Debajo de nuestros pies, y larga la milla;
Deja que el mundo sueñe, de lo contrario
¡Usamos la máscara!
Usamos la máscara
De
Paul Laurence Dunbar
Acto I: ¡Inesperados Sucesos!
Rumbo a Newcastle…
En principio, James Acker dio instrucciones precisas de los pasos a seguir con el señor Herbert Delon, un hombre catalogado como nuevo rico de la ciudad de Newcastle y propietario de una flota de camiones destinados a distribuir insumos básicos como provisiones a poblados rurales de la región Nordeste de Inglaterra o el histórico reino de Northumbria. Inesperadamente, el servicio de trenes informó que la ruta de Londres-Newcastle estaría suspendida por mantención en las vías férreas y reparaciones menores en la estación de Newcastle.
Tal imprevisto anunciado en las noticias vespertinas de la televisión inglesa, obligo a Esme Acker y Alex Olsen considerar otra alternativa, y decidiendo finalmente realizar el viaje en el vehículo particular de Esme pero Alex sería el conductor designado.
Por su parte, Esme iría en el asiento del copiloto estudiando todo lo concerniente a Herbert Delon, el cliente de Alex. James Acker consideraba en un futuro no muy lejano, delegar mayores obligaciones a su única hija y heredera absoluta del conocido "Imperio Acker", hasta estaba decido a retirar a Olsen de manejar el contrato de Herbert Delon y Esme sería la encargada de manejar dicha cuenta a su debido momento y mantendría a Olsen tratando, los asuntos legales de Herbert Delon por un tiempo.
Ni Esme conocía los futuros planes de su padre sobre el contrato de Herbert Delon.
Ambos acordaron reunirse en la estación de autobuses a las 8 am en punto de sábado y el viaje resultaba tener una duración de aproximadamente de cinco horas pero obviamente realizarían una que otra parada fuera a cargar combustible, comer algo e ir al baño en algunas de las bencineras. Las primeras dos horas de viaje resultaba ser bastante tranquila y Alex solo obtuvo su licencia de conducir hace menos de un años pero parecía un verdadero experto a cargo del volante y poniendo algo de música de una estación de radio dedicada a poner exclusivamente música consideraba algo más alternativa.
–Dangling feet from window frame… Will I ever ever reach the floor?...– cantaba Alex, en un tono demasiado lúgubre para Esme y notando la mirada inquisitiva de su amiga. –¡Es Fever Ray!... se titula If I Had a Heart… suele tocarse bastante en el Pub de mi amigo Paul.
Alex vestía una camiseta holgada negra, sudadera gris con capucha, chaqueta de cuero, pantalón de mezclilla ajustado y un par de botas con agujetas. A diferencia de Esme que lucía un sweater delgado gris, pantalón de mezclilla ajustado, un gorro tejido gris, chaqueta de color rojo y un par de zapatillas de color negro. Se acomodo, los lentes de lectura y consideraba extraño... los gustos musicales de su amigo como oculta su enamoramiento hacia Alex.
–¡Es horroroso!– contesto Esme, intentado dimensionar toda la letra. –Yo solo escuchaba otra música.
–¡Jajajaja!– comenzó a reír Alex. –Yo soy el conductor designado y por tal puedo elegir la estación de radio.
–Es mi Bentley Continental GT Speed… de color azul zafiro. Fue un regalo de mi padre…– rezongó Esme. –Idiota lindo– pensó.