Los ojos verdes del director van de Tyler a mí y a la inversa,
una y otra vez. Nos está mirando desde hace quince minutos.
No sé si es una especie de método para que contemos lo que
pasó o qué. Pero me estoy aburriendo y solo quiero terminar
con esto. Suelta un suspiro y coloca ambas manos sobre el
escritorio entrelazándolas.
—¿Quién me va a explicar lo que pasó? —nos pregunta.
—Yo lo haré —digo, ganándole a Tyler, quien cierra su boca
lentamente al tiempo que me fulmina con la mirada.
El director asiente con la cabeza, dándome su
consentimiento para relatar lo que en verdad pasó.
—Bueno, le contaré lo que ocurrió —digo mirando a Tyler.
SAM
Camino por los pasillos de la escuela. He estado en la
biblioteca estudiando historia y matemáticas, ¡mi
pasatiempo favorito!, y me sumergí tanto en el
maravilloso mundo de las matemáticas que perdí la
noción del tiempo, así que ahora me apresuro para llegar
a mi siguiente clase. Llego quince minutos tarde a
Química.
—Buenos días —digo, y le entrego una manzana a mi profesora favorita, aunque, en realidad, me gustan todas
las profesoras del instituto—. Siento llegar tarde,
profesora.
—No te preocupes, Sam. Eres mi mejor alumna.
Puedes pasar —me dice, muy amable—. Y muchas
gracias por la manzana.
Tras decirle que no es ninguna molestia llevarle una
manzana —como hago cada vez que tengo clases con
ella—, camino hasta mi sitio y veo que Tyler está
asesinando a una indefensa e inocente cucaracha.
—Pero ¿qué haces? —le pregunto, llevándome una
mano a la boca, sorprendida.
—No merece vivir —dice mientras le arranca su
diminuta cabeza.
Hago una mueca de horror y lo miro con repulsión.
¿Cómo pueden existir personas así en el mundo? Niego
con la cabeza y voy hasta donde están las batas y las
gafas, me las coloco y vuelvo junto a Tyler.
—Terminemos con esto —afirma mientras se pone a
batir una sustancia.
—¡No! —digo mientras trato de quitársela—. Es
peligroso.
—No me importa —replica, y sonríe falsamente.
Niego con la cabeza, ¿cómo puede no importarle la
vida de las personas que nos rodean? ¿Y nuestro
maravilloso y para nada aburrido instituto?
—Esas sustancias no se mezclan. No creo que debas…
—Sé lo que hago, niñita —me interrumpe mientras
toma otra sustancia de color verde—. Y ahora… ¡abracadabra! —exclama y mezcla ambas sustancias.
Miro espantada, y luego veo que de esa mezcla surge
un humo negro.
—¡Salgan de la clase! —grita la profesora al percatarse
de lo que ha hecho Tyler.
Y ahí fue cuando todos salimos del aula. Miro a Tyler,
quien tiene dibujada una sonrisa maliciosa en el rostro…
—Eso definitivamente no fue lo que sucedió —dice Tyler,
elevando su dedo índice y mirándome indignado.
—¿Ah, no? —pregunto confundida—. ¿Y entonces qué es lo
que sucedió, según tú?
Tyler mira al director buscando su aprobación para hablar, el
hombre asiente con la cabeza, y Tyler se aclara la garganta.
Ruedo los ojos.
—Esto fue lo que realmente pasó… —empieza a decir,
recalcando la palabra «realmente».
TYLER
Estoy sentado escuchando las explicaciones de la señora
Jones. Mi mirada se dirige a la silla vacía a mi lado.
¿Dónde se habrá metido Sam? ¿Hasta dónde va la
irresponsabilidad de esta chica? Y pensar que he
abandonado mi vida en Inglaterra para cuidarla porque
sus padres no pueden convivir con ella por su mal
carácter.
—Hola, ¿qué tal todo? —dice Sam al entrar—. Estaba
ayudando a unos mafiosos a matar personas y ese tipo de
cosas. Ya sabe, señora Jones.
—Pase y siéntese, señorita Donnet —responde la señora Jones, temerosa.
Sam le enseña su dedo del medio a la profesora, lo cual
hace que la mujer haga una mueca de espanto. Comienza
a caminar hacia mí sin ganas y me lanza su bolso a la
cara.
—¿Qué hay, vómito?
Frunzo el ceño. ¿«Vómito»?
—Hola… —digo mirándola con desconfianza. Ella se
ríe. Va hasta donde están las batas y las gafas y, de mala
gana, se coloca una bata y unas gafas y luego vuelve a
sentarse en su sitio, a mi lado.
—Comencemos —dice tomando una sustancia azul.
—Eso es… —empiezo a decir.
—Me importa una mierda lo que es —me interrumpe y
toma otra sustancia de color rojo.
—Escucha: no debes jugar con eso… —le advierto.
Se vuelve para mirarme, arqueando una ceja. Sus ojos
celestes están entrecerrados y puedo ver que también
algo enrojecidos debido a quién sabe qué.
—¿Y tú qué sabes? —dice mirándome furiosa.
—Estoy repitiendo curso; sé más que tú.
Sam se ríe.
—Por algo estás repitiendo —me suelta mientras toma
mi lápiz y lo parte en dos.
—Pero, pero… ¿qué haces? —digo sin aliento. Esta
chica asusta.
¿Cómo puede ser tan fría? ¿No puede pensar en las personas que la rodean? Qué egocéntrica. Por Dios.
Siento ganas de llorar. Definitivamente, tendré que hablar
de esto con sus padres.
—Iluminati —dice antes de mezclar las dos sustancias.
Me alejo de la mezcla al ver que de ella sale un humo
negro.
—¡Salgan todos de clase! —grita la profesora.
Todos salimos, pero veo que Sam está hablando por
teléfono y me acerco a ella con disimulo sin que se dé
cuenta.
—Ya lo he hecho —dice, y luego bufa—. Claro que no
saben nada de la secta, tú tranquilo.
Cuelga y me alejo disimuladamente para ver en qué
puedo ayudar a los demás…
SAM
—Eso no fue lo que pasó —digo firme—. ¿Una secta? ¿En
serio?
—Esas fueron tus palabras —asegura mientras levanta las
manos.
Niego con la cabeza. Qué imbécil.
—Señor, alguien lo quiere ver —anuncia la secretaria
asomándose por la puerta—. A solas.
—Ahora vuelvo —nos dice mirándonos a los dos.
En cuanto sale de la oficina, Tyler y yo nos dedicamos a
mirarnos con odio. Ja. Será muy gracioso cuando mis padres
se enteren de que he tenido que ir al despacho del director
porque la persona que se supone que es responsable de mí no
es en absoluto una persona responsable.