Hoy es lunes. Día de clases. Día en el que tengo las clases que
menos soporto y, por si fuera poco, no puedo dejar de pensar
en la audición para el papel de Julieta. Aunque estoy muy
emocionada, tengo que admitir que también estoy nerviosa
porque sé que Jenna podría conseguir el papel.
Caroline tiene razón. Jenna y yo exageramos en nuestra
competencia por quién es mejor. Pero me muero por ser Julieta
desde que tengo once años. Nosotras solíamos turnarnos para
ser Julieta cuando jugábamos a recrear la obra. Jenna sabe lo
que hace. Y, en cierta forma, yo también.
Aunque estoy cansada, tengo que conseguir tener buen
aspecto hoy. Anoche estuve hasta tarde viendo una serie con
Tyler. Quisiera echarle la culpa, pero en realidad la
responsable de que me acostara tarde soy yo; él estaba
viéndola en la sala, y yo escuché un poco mientras estaba en la
cocina buscando algo para comer y me interesó. La serie es
corta, así que vamos por la mitad.
Vuelvo a ponerme frente al espejo para comprobar si estoy
bien. Me he puesto unos tejanos azules de tiro alto y una
camiseta negra algo holgada. He remetido la parte de delante
un poco dentro de los pantalones, aunque sé que en cualquier
momento del día se saldrá. Le doy el visto bueno a mi outfit de
hoy y me apresuro a ponerme las zapatillas.
Al bajar, Tyler está en la cocina viendo las noticias y
comiendo una manzana verde. Solo lleva los tejanos; va sin
camiseta. Es delgado, pero no escuálido. Es decir, está
bastante definido. Sus brazos son musculosos, pero no de
forma exagerada. Saben a qué me refiero. Sin duda tiene un
buen físico.
—¿Quieres una foto? —pregunta, sacándome de mis
pensamientos sobre su buen físico y evitando que comience a
babear. Lo miro sin entender—. ¿Una foto mía? ¿La quieres?
—vuelve a preguntar burlón.
—¿Vas a ir sin camiseta al instituto? —le pregunto
cruzándome de brazos, pero sintiendo mis mejillas acalorarse
de la vergüenza. Me ha pillado observándolo. Y no tiene nada
de malo mirar a alguien, pero es que yo lo estaba escaneando.
—Si las chicas me van a mirar como tú lo estabas haciendo,
puede que lo considere.
Mierda, sí se ha dado cuenta.
Me giro para evitar que siga burlándose viendo cómo me
sonrojo porque ha descubierto que estaba recreándome con su
escultural cuerpo. Argh. Estúpido. Comienzo a caminar en
dirección a la entrada principal, sin darle el gusto de seguir
atormentando mis mejillas.
—¡Date prisa o me llevo tu coche! —exclamo.
Tyler insiste en llevarme al instituto. Al principio odiaba la
idea de tener que ir con él. Ahora tengo mi coche, y no veo por
qué debo dejar que me lleve, pero tras pensarlo mejor, llegué a
la conclusión de que en realidad me hace un favor al no tener
que gastar gasolina.
De camino al instituto le cuento mis quejas sobre Jenna,
sobre que las dos competimos por conseguir el mismo papel, y Tyler me escucha con atención. De vez en cuando se vuelve un
poco para asentir con la cabeza o mostrarse indignado cuando
le cuento algo sobre mi ex mejor amiga.
—Obtendrás el papel —me dice muy seguro de sus palabras
—. ¿Por qué Jenna ha dejado de ser tu mejor amiga?
—Se alejó de mí —contesto encogiéndome de hombros— y
se hizo muy amiga de Daniela, quien me odia, y desde
entonces parece que ella me odia también. Fue muy confuso.
—Y ahí apareció Caroline… —intenta comprender.
—Caroline y Luke —le corrijo—. ¿Tú tienes mejores
amigos?
Puedo notar que la pregunta lo incomoda un poco.
—Los tenía, pero ya no —contesta manteniendo la vista el
frente—. Me fui un año, y cuando volví, las cosas no eran
como antes.
Sin duda no esperaba esa respuesta.
—¿Y a dónde te fuiste? —pregunto temiendo que la
respuesta sea más triste que la anterior, pero queriendo saciar
mi curiosidad.
—A Canadá. —Ahora sonríe, pero no es una de las sonrisas
estúpidamente alegres de Tyler, es más bien desganada—.
Quería despejarme y pasé un año con unos familiares.
«Quería despejarme.»
Despejarse. Esa fue la misma palabra que utilizó mi padre
para referirse a la estancia de Tyler aquí. Ser adolescente es
agotador y de vez en cuando todos queremos despejarnos, pero
ir de continente en continente es demasiado extremo, incluso
para mí. ¿Sucederá otra cosa?
—¿Por qué estás aquí, Tyler? —suelto mirándolo
detenidamente—. Es decir, mi padre también me dijo que
querías despejarte… Pero ¿por qué?
Mi móvil comienza a sonar en ese momento. En la pantalla
se ilumina el nombre de Jeremy; en otro momento, se hubiera
expandido una sonrisa por mi rostro, pero debido al ambiente
que se ha creado dentro del coche y a Tyler, que parece
aliviado por la llamada de mi novio, solo me hace pensar que
es un mal momento.
—Hola, Jer —contesto, manteniendo mis ojos en Tyler.
—Solo quería oírte —me dice, y eso sí hace que sonría.
Tyler me observa de reojo, y entonces dejo de prestarle
atención y decido mirar al frente—. Y también avisarte de que
he reservado en un restaurante para mañana…
La última semana todo entre Jeremy y yo ha vuelto a ser
como antes. Hemos hablado y nos hemos visto, incluso hemos
planeado hacer muchas cosas juntos en los próximos meses.
Es como si algo dentro de él hubiera cambiado. Como si el
Jeremy que cancelaba nuestras citas todo el tiempo y me
evitaba hubiera hecho las maletas y se hubiera ido lejos de
aquí, dejando al Jeremy que conocí antes.
Mañana cumplimos un año juntos y me alegra que sea en
estas condiciones: bien y felices. Eso me recuerda que tengo
mi regalo listo y que es perfecto. Tyler me ayudó a comprar
los chocolates y yo me encargué de lo demás. Él quiso leer lo
que escribí detrás de las fotos, pero no le dejé. Me da pena.
—Eso es genial —contesto sonriendo—. ¿A qué hora
pasarás a recogerme mañana?
—¿A las siete? —pregunta.
—Está bien —asiento—. Nos vemos luego. Te quiero.