TYLER
Me despierto por el sonido de mi móvil. Está sonando desde
hace algunos minutos; por más que intento ignorarlo y seguir
durmiendo, me resulta imposible. Decido apagarlo.
Seguramente es Jessica y no quiero levantarme de mal humor
en mi último día en Los Ángeles.
Jessica sigue tratando de hablar conmigo y sé que, por más
que cambie de número (y de móvil), como la primera vez que
me llamó hace un tiempo, volverá a conseguir mi teléfono. Así
que me limito a ignorarla hasta que llegue a Inglaterra. Allí ya
veré qué demonios quiere de mí. Le mentí a Sam al respecto
porque no quiero que se preocupe por mí. Este es mi
problema, no el de ella, y cuanto menos sepa de esto, mejor.
Junto a la cama improvisada que hice en el suelo de la
habitación de Sam, hay una pequeña nota: «Llama a Emily
para decirle que he conseguido que veas películas icónicas».
Sonrío al leerla. Anoche al proponerle la idea de la fiesta de
pijamas, no sabía si aceptaría. Después de todo, fui un
estúpido con Sam.
Me alejé de ella después de besarnos por segunda vez porque
ya no podía seguir fingiendo que no siento nada por ella.
Cuando estuvimos en la playa charlando sobre si arriesgarse
vale la pena o no, todo lo que le decía iba dirigido a mí mismo.
Estaba intentando convencerme de que debía decirle que la
quiero más que como amiga, pero sus respuestas me hicieron
ver que era mejor no decirle nada. No quiero dejar de ser su
amigo por esto, y ella me estaba dando a entender que
posiblemente eso podía pasar si yo me sinceraba.
Cuando estábamos en casa de Caroline, solos en su
habitación, bajo presión, solo la besé. Luego Jessica me llamó
y pude reaccionar. Lo estropeé todo y esa vez no tenía excusas,
como cuando la besé durante la función, donde siempre podía
decir algo así como: «Quise que la obra saliera mejor». Debía
afrontar que la había besado porque es lo que deseaba hacer.
Pero no supe cómo. Así que, cuando Caroline llamó a Nick
para que fuera al hospital, decidí acompañarlo para ver a Sam
allí. Quería decirle, en cuanto estuviéramos solos, que me
gusta. Pero luego ella mencionó que lo del beso fue un
accidente y de nuevo me convencí de que lo mejor era que me
callara.
Anoche iba a decírselo. Estábamos pasándolo bien y acababa
de casi dejarme sin nariz. No había nada que pudiera
interrumpirme, pero entonces Sam dijo que lo dejara para
después. Fue frustrante, pero le hice caso.
Y ahora estoy convencido de que se lo diré hoy.
—Sam… —La madre de Sam se queda en silencio al verme
acostado en el suelo de la habitación de su hija—. Tyler, ¿qué
haces ahí? —me pregunta confundida, sosteniendo el pomo de
la puerta.
—Tuvimos una fiesta de pijamas —respondo, sonriendo
avergonzado por estar sin camisa frente a Marilyn.
NICK
Estoy al lado de Luke. Estamos listos para recibir algunos puñetazos de Tyler. Sin duda no será trabajo fácil secuestrarlo,
tampoco una agradable experiencia para él, pero en cuanto vea
lo que tenemos planeado, todo habrá valido la pena. Ambos
estamos esperando a escuchar el sonido de la cerradura. Luke
le mandó un mensaje para que nos abra la puerta, no vio el
mensaje, supuestamente. Aunque estamos seguros de que lo
leyó desde la notificación, sin entrar en el chat.
Nos bajamos los pasamontañas para cubrirnos el rostro. La
puerta se abre y ni siquiera le damos la oportunidad de darse la
vuelta. Simplemente le colocamos una gorra negra en la
cabeza para que no pueda ver nada, pero sí respirar. Nuestra
función aquí es secuestrarlo, no matarlo. Tyler se resiste, nos
golpea un poco e intenta zafarse de nuestro agarre, pero
nosotros somos dos, y al parecer más fuertes.
—No digas ni una sola palabra o todas las personas que
están en esta casa, morirán —dice Luke, impostando la voz
para que no le reconozca.
Aprieto los labios para no reírme.
Primera fase del plan completada. La segunda es llevarlo, y
la tercera, que no se enfade con nosotros por esto.
SAM
Alquilamos unos inflables, pero no tenemos idea de cómo
encargarnos de esas cosas, así que tuvimos que llamar a los
dueños y pagar un poco más por su ayuda. Ahora estamos
esperando a que terminen de inflarlos en el patio de la casa de
Daniela.
Cuando nos escuchó hablando sobre hacerle una fiesta
sorpresa a Tyler para su último día aquí, nos ofreció su casa.
Aceptamos sin pensarlo. Además de tener un jardín precioso,
es más fácil que la fiesta sea sorpresa aquí, ya que, si la hubiéramos organizado en mi casa, probablemente se habría
enterado, y no era esa la idea.
—¿Sabían que el corazón del bebé puede escucharse dentro
de la octava y décima semana? —nos dice Caroline,
asombrada.
—Créeme que no —le contesta Daniela mientras busca ropa
en su armario—. Investigar sobre el embarazo no es una de
mis aficiones —se detiene—. Dios… Lo siento —se disculpa,
apenada.
—No importa. Hace unos días tampoco era una de los míos
—le contesta Caroline, elevando las cejas y volviendo a
prestar atención a su móvil.
—¿Has pensado en nombres? —le pregunta Daniela.
—Aún no —le contesta Caroline sin levantar la mirada.
Daniela no sabe que todavía está dudando sobre su
embarazo.
—A mí siempre me han gustado los nombres de Eithan y
Olivia —nos cuenta con una sonrisa y la mirada perdida—.
¿Sabes? Si pienso en un bebé tuyo y de Nick, lo imagino rubio
y con tus ojos verdes. Será muy guapo —le asegura mirándola
sonriente.
Caroline sonríe falsamente. No le gusta que hablen sobre
cómo será el bebé, ni de nombres, ni de nada hasta que tome
una decisión. Por eso desde que la semana de exámenes
terminó, ha estado buscando un montón de información.
—¿Creen que estoy bien para el último día de Tyler aquí? —
pregunto para cambiar de tema.
—Estás muy guapa —me responde Daniela centrándose
ahora en mí.