Ya han pasado tres días desde que Tyler se fue. Tres días en los
que no ha habido ningún momento en el que no pensara en
nuestro último beso y no dejara de echarlo de menos.
Hablamos por WhatsApp, sí, pero no es lo mismo que
tenerlo a dos puertas de distancia. Ahora está en otro
continente… De todas formas, saber que volveré a verlo en
unas semanas para mi graduación me hace muy feliz. No
hablamos sobre el beso, pero tampoco ignoramos lo que pasó
entre nosotros en el aeropuerto. Bromeo a menudo sobre lo
mucho que me gustan sus besos y sobre que yo no fui quien
inició el beso la primera y la tercera vez.
—Sam —abandono mis pensamientos para centrarme en mi
primo, que está de pie delante de mí—, ¿qué tal estoy?
Lleva unos tejanos negros y una camisa blanca con los tres
primeros botones desabrochados.
—Como siempre —contesto.
Nick me lanza una mirada furiosa.
—¿Por qué te interesa lo que yo piense?
Por lo general, Nick siempre dice que se ve espectacular y
que es lo único que está bien en este mundo. Creo que la
última vez que mi primo me preguntó cómo se veía fue cuando
teníamos unos ocho años y nos estábamos arreglando para una boda a la que invitaron a nuestros padres, así que seguramente
fuimos todos juntos.
—Es ropa nueva —me explica—. Quería saber tu opinión.
También les he preguntado a tus padres —agrega sonriendo.
—Me gusta —respondo, y vuelvo a acostarme.
—Gracias, prima —me dice guiñándome un ojo. Escucho
sus pasos al alejarse, y luego acercarse de nuevo. Asoma la
cabeza por la puerta entreabierta de mi habitación—. ¿Sam?
Me incorporo en la cama al oír ese tono. A Nick en realidad
no le interesa mi opinión sobre su ropa. Él se sienta a los pies
de mi cama; está serio. Normalmente, está sonriendo o
haciendo chistes. Es muy reservado con respecto a sus
sentimientos; por eso, cuando me ha preguntado por su ropa,
he sabido que algo le preocupaba.
—¿Caroline no te dijo nada sobre mí? Es decir, ¿en serio no
iba en serio conmigo? —me pregunta apoyando los codos en
sus piernas. Mantiene su mirada en el suelo.
—No me hablo sobre eso, Nick. Lo siento —le contesto
sintiendo pena por mi primo.
—Yo la quiero, Sam —me dice mirándome.
—¿Lo dices en serio? —pregunto sin poder creer que esto
esté pasando.
—Sí —asiente—. Me gusta escucharla cuando me cuenta
cosas que ha aprendido y sobre las que yo jamás leería por
voluntad propia, pero ella sí. O cuando cocinamos juntos y es
tan ordenada. Apenas termina de utilizar un utensilio, lo lava.
—Se ríe—. ¿Qué clase de persona hace eso? Definitivamente,
yo no. —Apoya una mano en mi cama—. Al día siguiente de
enterarse de que estaba embarazada, fue al instituto y aprobó
un par de exámenes. No solo uno, sino todos. Va a graduarse —me dice, como si yo no supiera de qué es capaz mi mejor
amiga, y lo dice como si estuviera orgulloso de ella—. Es la
persona más controladora, perfeccionista, ambiciosa y a veces
odiosa que conozco, pero… ¿sabes qué? La quiero, Sam. Y la
seguiré queriendo, no importa cuál sea su decisión con
respecto al embarazo.
Me quedo sorprendida al oír todo eso salir de la boca de
Nick. Yo pensaba que él no iba en serio con Caroline, como
declaró aquel día en el hospital. Al principio, me sentía un
poco molesta con ambos, porque los dos son importantes para
mí. No quiero que ninguno resulte herido por culpa del otro.
Pero al escucharlo ahora, me arrepiento de haber estado
molesta cuando me enteré de lo suyo. Él la quiere. Nick es
como el insoportable hermano mayor que nunca tuve. Es una
buena persona, y sé que, si ella siente lo mismo, su relación
puede funcionar.
—Me alegra escucharte decir eso —le digo sonriendo—. En
serio, yo… —Muevo las manos intentando contener las
lágrimas que se han acumulado en mis ojos al escucharlo—.
Estoy muy contenta.
—Voy a decírselo —me dice poniéndose de pie.
—Tú vas… ¿qué? ¿Ahora? —le pregunto sorprendida—.
Debe de estar durmiendo.
—Pues la despierto —se encoge de hombros—. ¡Deséame
suerte!
—¡Suerte!
Espero que Caroline no se enfade con él por despertarla.
CAROLINE
Estoy frente al espejo observando mi abdomen plano. Me parece algo irreal que, si acepto seguir con el embarazo,
conviviré con un ser humano dentro de mí durante unos nueve
meses. Deslizo las manos por mi estómago. No me siento
distinta en ningún sentido. Es como si todo en mi vida siguiera
igual, pero no es igual, es todo completamente diferente a
como pensé que sería mi último año de secundaria.
Esperaba fiestas (a las cuales ya he ido), estrés (el cual
también ya he tenido), pero también esperaba divertirme en mi
último año y disfrutarlo al máximo (algo que también he
hecho). Bueno, puedo decir que las cosas sí han salido como
esperaba. He cumplido mis objetivos en secundaria. Pero
jamás pensé que terminaría enamorándome de alguien que no
me quiere y mucho menos quedarme embarazada de él.
Porque sí. Al enrollarme con Nick lo hice estando segura de
que mi crush por él ya había pasado, que, si nos acostábamos
una vez, todo seguiría igual. Seguiría siendo el primo de mi
mejor amiga. Pero a medida que pasaba más tiempo con él, me
di cuenta de que mis sentimientos no habían desaparecido y
que, con el sexo, incluso se habían intensificado. Me prometí
que iba a dejar de encontrarme con él para evitar romperme el
corazón a mí misma, haciéndome ilusiones de que Nick podría
quererme.
Pero simplemente no pude, y seguí estando a su lado, y por
mi terquedad ahora estoy embarazada.
En el hospital, cuando dije que no íbamos en serio, me sentí
mal por engañar a mi mejor amiga con respecto a mis
sentimientos. Pero no quiero que Nick esté conmigo por
lástima. Es una buena persona, y si le digo que estoy
enamorada de él, se quedará conmigo solo para hacerme sentir
bien, y eso sería patético. Si estamos juntos, quiero que sea
porque ambos nos queremos. No por lástima o por compromiso.
Mi móvil suena y dejo de mirarme en el espejo. Me acerco a
mi cama para sentarme mientras respondo la llamada. Entorno
los ojos. Hablando del rey de Roma…
—¿Sí? —digo al contestar.
—Estoy afuera. ¿Puedes abrirme? —Frunzo el ceño.
—No es mi intención ser grosera, pero ¿qué haces aquí? —
Me pongo de pie para acercarme a la ventana de mi
habitación, que da a la entrada de mi casa. Puedo ver su coche
aparcado enfrente y a Nick al lado con su teléfono pegado a la
oreja. Me saluda con la mano.
—Necesitamos hablar… —Hace una pausa—. No, en
realidad necesito decirte algo.
Suspiro. Conozco lo suficiente a Nick para saber que no va a
aceptar un no por respuesta.
—Es urgente —insiste.
—Bien. —Cuelgo.
Salgo de mi habitación para abrirle la puerta a Nick. Intento
ser lo más sigilosa posible, ya que mi madre está durmiendo y
no es buena idea despertarla porque se desvelaría, y al día
siguiente tendría que aguantar su mal humor.
Abro la puerta. Nick está a unos pocos pasos del pórtico.
Una leve brisa acaricia mis brazos, y me abrazo. Cierro la
puerta principal detrás de mí. Él sube las escaleras del pórtico
hasta llegar a mi lado.
—¿Qué sucede? —pregunto acercándome a él también.
—Tú sucedes, Caroline Morgan —me suelta, molesto. Le
miro extrañada. Él también parece confundido con sus propias palabras—. Ese no fue el tono que quise utilizar.
—¿Estás bien? —pregunto confundida.
Nick se pasa una mano por el pelo, señal de que está
nervioso. ¿Qué está pasando? Se moja los labios antes de
volver a hablar.
—No, no estoy bien, Caroline —me contesta con un tono
más tranquilo. Asiento con la cabeza, dispuesta a escucharlo
—. Desde que volví a Los Ángeles, estoy mal gracias a
alguien.
—¿A quién? —pregunto confundida.
—A ti.
Abro la boca, ofendida. En ningún momento quise lastimarlo
de ninguna forma. ¿Por qué está diciéndome esto?
—¡Mierda! —exclama, volviendo a pasarse una mano por el
pelo—. Tampoco quería decir eso. O sea, sí, pero no es lo que
tú piensas…
—¿Puedes hablar claro de una vez? —le interrumpo, algo
molesta. Está dando muchas vueltas y haciéndome sentir mal
con su falta de habilidad para expresarse.
—Estoy enamorado de ti.
Mi corazón parece detenerse en ese momento y mi habla
desaparece. Mis labios se niegan a moverse para formular si
quiera un sonido. Me quedo en silencio, mirándolo
sorprendida. Entonces Nick comienza a reírse. Frunzo el ceño.
—¿Es una broma? —le pregunto enojada—. ¿Estás jugando
conmigo? —agrego sin poder creerlo.
—No, no, no —se apresura a decir. Asiento con la cabeza
lentamente, aún sin poder entender por qué se está riendo. Se pasa una mano por el pelo—. Es que no puedo creer que te lo
he dicho.
—Bien, porque yo también lo estoy —digo rápidamente,
sintiendo que me quito un peso de encima.
Nick deja de reírse.
—¿Lo dices en serio? —pregunta sin poder creerlo. Asiento
con la cabeza lentamente—. ¿No bromeas? —Niego con la
cabeza y empiezo a sonreír—. No bromeas… —susurra.
Tira de mi mano, acercándome a su cuerpo. Lleva su otra
mano a mi mentón para levantarlo levemente y poder besarme.
Nuestro beso es electrizante; como de costumbre, siento un
torbellino de emociones dentro de mí. Pero ahora no escucho
esa pequeña voz en mi cabeza que dice «Recuerda no
ilusionarte», porque ahora no tengo nada de lo que
protegerme, puedo simplemente quererlo.
SAM
La videollamada comienza. Tyler está sentado en una silla de
color azul, detrás de él puedo ver un estante con libros en una
repisa y fotos en la segunda, y así sucesivamente hasta llegar a
la última. Las paredes son blancas, por eso los muebles negros
resaltan mucho y los estampados de los almohadones del sofá
también. Me observa con una sonrisa en el rostro, puedo ver
una leve barba en crecimiento. No lleva ninguna camiseta, lo
que me permite ver su buen estado físico.
—Bonita barba —le digo.
—¿Solo la barba? ¿Nada más te parece bonito? —pregunta
divertido, estirándose para buscar algo detrás del ordenador.
Segundos después saca una botella de agua.
—No, nada más —contesto recostándome en el cabezal de mi cama.
—¿Ya tienes tu vestido de graduación? —me pregunta.
—Sip, pero no te diré nada sobre él —contesto, intentando
concentrarme en mirar su rostro—. Tendrás que esperar hasta
ese día para verlo.
—Podrías llevar una bolsa de basura y seguirías estando
preciosa, créeme —me asegura y luego bebe de la botella.
Me sonrojo al escucharlo decir eso. Es tan nuevo esto entre
nosotros… Mis mejillas y mi estómago todavía no están
acostumbrados. Él se sonríe tapando la botella, consciente de
que estoy como un tomate.
—¿Sabes? No le digas a Nick que te lo he dicho, pero
anoche le dijo a Caroline que la quería —le cuento sonriendo.
—¡Por fin! —exclama dando pequeños aplausos—. Dios.
Pensé que nunca lo iba a aceptar.
—Me recuerda a alguien… —agrego sonriendo. Ahora me
toca a mí.
Tyler parece controlar más sus emociones que yo, solo
sonríe.
—¡Tyler! ¡Tu cama es muy incómoda! —Escucho que grita
alguien a lo lejos.
Él abre la boca sin saber qué decirme.
—¿Podrías comprarte un colchón nuevo para la próxima
vez?
En un acto reflejo, finalizo la llamada.