Mi estúpido niñero

Capítulo 29

Aprobamos todos los exámenes, gracias al cielo. Ahora solo 
nos queda la entrega de diplomas y la graduación. Lo único 
que lamento del final de las clases es que no pude volver a ver 
a Jenna y en serio quiero disculparme por lo que sea que cree 
que le hice para merecer su odio. Mi reciente amistad con 
Daniela me ha hecho reflexionar sobre mi enemistad sin 
sentido con Jenna. Cuando éramos niñas, fuimos mejores 
amigas, y si bien ya superé el hecho de que ya no lo somos, no 
quiero terminar esta etapa de mi vida sin hacer las paces con 
ella. 
—¿Sabían que los bebés pueden llorar en el útero? —nos 
cuenta Caroline desde el sofá de su sala—. Lo hacen a partir 
de la semana veintiséis. Supuestamente, no se puede oír 
debido a la cantidad de fluido que se produce durante la 
gestación. 
Luke se acerca a ella para ver qué está leyendo en su móvil. 
—«Veintitrés curiosidades sobre el embarazo» —dice, 
recostándose a su lado. 
—¿Qué? Si algo va a estar nueve meses dentro de mí, quiero 
estar informada —suelta con la vista en el teléfono. 
Luke y yo nos miramos. 
—¿Ya has decidido que lo tendrás? —le pregunto apoyando mi mentón en mis nudillos. 
Caroline aprieta los labios mientras baja la mirada. Luke y 
yo nos acomodamos en nuestros respectivos asientos. Ella 
vuelve a mirarnos esbozando una pequeña sonrisa. 
—Lo decidí anoche… 
Sonrío sin poder creerlo. 
—Al principio sentí mucho miedo, lo cual es muy normal, 
pero últimamente me siento capaz de llevar a cabo este 
embara… ¿Estás llorando, Luke? —le pregunta a nuestro 
mejor amigo. 
—Estoy muy emocionado. Perdón… —Luke cubre su rostro 
con las manos. 
—Estamos muy orgullosos de ti, Caro. 
Me siento en el sofá, de modo que ambos estamos uno a 
cada lado de ella. 
—Nick se puso igual que Luke cuando se lo conté —me dice 
moviendo la cabeza, pero manteniendo una enorme sonrisa. 
Puedo ver que sus ojos también están llenos de lágrimas—. 
Deja de llorar, tonto. Vas a hacer que yo también llore. — 
Caroline se lleva una mano a la cara. 
—Voy a ser tío de un alien. —Luke se seca las lágrimas con 
las muñecas. 
Caroline y yo dejamos de estar conmovidas por su llanto 
para mirarlo con confusión. 
—¿Acabas de llamar «alien» a mi futuro hijo o hija? —le 
pregunta Caroline llevándose una mano al pecho. 
Luke se sorbe la nariz y se encoge de hombros. 
—Los bebés antes de nacer parecen aliens. —Caroline ladea la cabeza—. ¿Es que nunca vieron una ecografía? Parecen 
cualquier cosa menos humanos. 
—Estoy de acuerdo. —Asiento con la cabeza. 
—Bien, tendré un alien. —Caroline le da la razón de la 
misma forma que yo. 
Nuevamente estamos en busca de los zapatos perfectos para 
Caroline. Solo que esta vez ha llamado a Daniela para tener 
más ayuda. Ambas observan minuciosamente un par de 
zapatos. Tanto que el chico que nos está atendiendo las está 
mirando extrañado. 
—Solo son zapatos, y ustedes parecen locas —digo 
cruzándome de brazos. 
—No son solo zapatos, Sam —me contesta Caroline sin 
despegar la vista de los zapatos. 
—Unos buenos zapatos te ayudan a conquistar el mundo — 
contesta Daniela, guiñándome un ojo. 
Miro al chico apretando los labios y me encojo de hombros. 
Algunas veces tienes clientes normales y otras veces tienes a 
dos locas. Comienzo a caminar por la tienda para ver más 
zapatos, quizá sienta la misma chispa que Caroline siente 
cuando ve los zapatos ideales y puedo ayudarla con su 
búsqueda, así podremos ir a tomarnos un helado. Me muero 
por un helado de menta. 
—¿Sam? —Escucho una voz femenina a mi espalda—. ¡Qué 
coincidencia! ¡Otra vez aquí! 
Juliett está a unos pocos pasos de mí. Sosteniendo unos 
tacones negros que tienen cintas doradas. Un estilo muy 
distinto a los de la primera y última vez que nos vimos. Le 
sonrío caminando hacia ella.

—Bueno, no es coincidencia. Caroline dormirá aquí hasta 
que encuentre los zapatos adecuados —le digo encogiéndome 
de hombros con una sonrisa. 
—Entonces creo que volveré. Son las únicas caras familiares 
que conozco por aquí. —Arqueo las cejas en señal de sorpresa 
—. Estoy en Los Ángeles porque mi prometido tiene unos 
asuntos de trabajo y no soy muy social que digamos —me 
explica haciendo una mueca divertida. 
—En ese caso, podríamos tomar un café cuando quieras —le 
digo sonriendo. Me cae muy bien. 
Juliett me sonríe en agradecimiento. 
—¡Oh, Dios mío! 
Ambas giramos nuestros rostros y vemos a Caroline mirando 
los zapatos que sostiene Juliett como si fueran lo más 
majestuoso que ha visto en su vida. Bingo. Tenemos un 
ganador. 
—¿Puedo probármelos? —le pregunta a Juliett, totalmente 
hipnotizada por los zapatos. 
—Claro. Yo… —No puede terminar lo que iba a decir, 
porque Caroline le quita los zapatos antes de que finalice. 
Daniela, que se acerca a nosotras observando a Caroline 
sentarse para probarse los zapatos, gira el rostro para sonreírle 
a mi nueva amiga Juliett. 
—Daniela. Mucho gusto… —Mi rubia amiga estira la mano 
a mi nueva rubia amiga. 
—Juliett. El gusto es mío, Daniela —le contesta aceptando 
su mano. Me mira—. ¿Ves lo que haces? Gracias a ti conozco 
a más gente —me dice sonriendo. 
Me río sin saber qué decir a eso. Mi móvil comienza a sonar: puedo ver en la pantalla que es Tyler. Rechazo la llamada para 
no ser descortés con Daniela y Juliett. La primera está 
mirándome con picardía. 
—¿Era Tyler? —me pregunta sonriendo divertida. 
—¿Tyler? —pregunta Juliett, arqueando una ceja. 
—Su novio Tyler —le explica Daniela. 
—No es mi novio —le digo a Juliett, lanzándole una mirada 
furiosa a Daniela—. Somos solo amigos. 
Tyler y yo somos amigos, sí, pero un tipo diferente de… 
amigos. No sé si somos amigos con beneficios porque solo nos 
besamos tres veces. Pero no somos amigos normales. Es decir, 
los amigos normales no sienten ganas de besarse. 
—Claro, bonita. —Daniela me guiña un ojo. Entrecierro los 
ojos—. Encantada de conocerte, Juliett —dice sonriendo, 
mientras ignora mi mirada asesina—. Espero verte pronto. 
—¡Igualmente! —exclama Juliett sonriendo mientras 
observa cómo Daniela vuelve con Caroline. Su móvil suena y 
parece ser un mensaje, porque lo lee con una pequeña sonrisa 
—. Tengo que dejarte. Pero me gustaría que vinieras a 
visitarme con tus amigas. 
—Claro. Esto…, ¿me permites? —Me tiende su móvil y 
agendo mi número en él—. Llámame y nos organizamos. 
—Será un placer. Nos vemos, Sam. —Me guiña un ojo 
sonriendo levemente. 
Me quedo observando cómo se aleja de mí caminando con 
elegancia con esos tacones altos. La primera vez que la vi 
pensé que era modelo, y sigo pensando lo mismo. Varias 
personas se giran para mirarla, pero ella ni siquiera se da 
cuenta.



#1737 en Joven Adulto

En el texto hay: adolescentes, drama, niñero

Editado: 07.01.2024

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