Corrí a la única persona que le podría contar la verdad y me iba a creer: Vera.
-¡Vera! ¡Vera! – toqué su puerta incesantemente. Al momento ella salió con una expresión muy preocupada ya que yo jamás había gritado y menos en la puerta de su casa.
-¿Rose? ¿Qué te pasa?
Me lancé a sus brazos y solté todo mi dolor. Ella entró conmigo abrazada y cerró la puerta.
-Pero Rose… - me consolaba con su abrazo – ¿qué pasa?
-Es Royce… -dije entre sollozos – él…él…- no podía soltar las palabras. Ella me miró preocupada.
-Rosalie cálmate y cuéntame que pasa con Royce…- me soltó y buscó un vaso de agua. No bebí ni sorbo pero me tranquilicé. Tenía tantas emociones acumuladas.
-Royce… - comencé lento con cuidado de no derramar más lágrimas – no es quien yo pensaba Vera. La otra noche cuando me fui de tu casa lo encontré en el camino junto con sus amigos… estaba ebrio…- Vera abrió los ojos como plato pues tampoco sabía que él tomaba así – mi novio… mi futuro esposo quería… él…- la voz se me empezó a quebrar. Vera puso su mano sobre la mía – Royce quiso violarme Vera. – me lancé a llorar de nuevo.
Ella me abrazó y me calmó por unos cinco minutos.
-No era mi príncipe Vera… no lo era… y no lo será jamás… Nunca tendré un final feliz. – sollozaba en su hombro.
-Tranquila Rose. – me consolaba – Pero… ¿qué te hizo?
-Nada… no alcanzó… - titubeé -Emmett…
-¿Emmett? ¿Quién es Emmett? - preguntó confundida, pero antes de que yo pudiera responderle Henry lloró desde su habitación. Vera se disculpó con la mirada y fue a verlo.
Esperé en su living recordando la última vez que había estado allí. Mi forma de pensar había cambiado rotundamente. Antes la compadecía por su vida. Ahora la envidiaba por tener a alguien bueno a su lado.
Vera apareció con Henry en sus brazos y la mismísima imagen de mi héroe se hizo presente.
-¿Rose? – mi amiga me sacó del trance.
-Ah… si… tranquila… atiende a… Henry… - titubeé. Ella me miró con preocupación pero me hizo caso. Le hacía una leche mientras yo empecé a tomarme el agua.
Me puse a pensar en que tanto de Emmett podía contarle. ¿Qué pensaría ella si le dijera que estaba encantada con un tipo que apenas conocía? Que cada roce suyo, por pocos que fueron, los recuerdo y me queman de tan solo pensar en ellos. Que por él sentía cosas que por Royce nunca sentí. Que necesitaba verlo incluso más que respirar. Y lo peor... que su hijo era el vivo recuerdo de él. Si… Emmett era un hombre de mi edad pero en su rostro tenía una expresión de niño. Mi niño…
-Está bien Rose… ahora sí. – Vera me sacó de mis pensamientos.
-Bueno… - no pude evitar mirar a Henry quien estaba en sus brazos jugando con su pelo – Emmett es… él me salvó. Royce ahora está en el hospital porque aquel desconocido le propinó una buena patada a él y sus amigos.
Mi amiga me miró con sorpresa. No podía creer lo que estaba oyendo.
-¿Cuántos eran? – preguntó.
-Cinco…- dije un poco orgullosa de que Emmett hubiera podido con tantos.
-¿Y ese tipo les pegó a todos?
-Si… - respondí con el mismo tono.
Nos quedamos mirando un tiempo. Ella seguramente procesando tanta información. Yo en realidad miraba a Henry… era el vivo recuerdo de Emmett y me entraron ganas de salir corriendo e ir a buscar a mi héroe personal.
-Nunca pensé que Royce…- Vera movía su cabeza de un lado a otro – Amiga cuánto lo siento…
-Lo sé… yo misma aún no puedo creerlo… No puedo salir de ésta pesadilla. – y era cierto. Yo era una niña que solo soñaba con ser una madre de familia y ahora todo era una pesadilla. Una muy negra pesadilla.
-Tienes que denunciarlo Rosalie –Vera me dijo muy segura.
-N…No…no Vera… no puedo –tartamudeé. Mi amiga me miró como si estuviese loca.
-Rosalie… - se acercó y me miró fijamente – ¡Royce y sus amigos te quisieron violar!
A pesar de que yo lo sabía, de que yo misma había vivido la situación, el hecho de que Vera me lo dijera así tan secamente, dolía.
-Si lo sé Vera – me paré nerviosa y di vueltas por el salón. – Pero nadie me creería… Es mi palabra contra la suya.
-¡Tu palabra vale más que la de un canalla como él!
-¡Pero eso no lo sabe la gente! ¡Nadie sabe qué tipo de hombre es realmente Royce King II! – grité exaltando al pequeño Henry. – Lo siento… - tomé mi bolso y me dispuse a salir de la casa de mi mejor amiga.
-Rose… - Vera me detuvo – Haz lo correcto. No te quedes callada.
La miré pero no le respondí. Sólo abrí la puerta y me largué. Estaba demasiado alterada como para seguir allí.
Corrí hacia mi casa pero no de susto. El verdadero peligro yacía en una cama de hospital. Mis lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas. Quería terminar con todo esto. No podía guardar más el secreto. Deseaba con todas mis fuerzas morir en aquel momento. Que un auto fuese lo suficientemente rápido para matarme, pero no lo eran. Que un caballo descontrolado me pisoteara hasta morir. Lo que sea con tal de no afrontar la cruda verdad.
Doblé la misma esquina de hace dos noches atrás, y me quedé viendo el rincón en donde estaban todos mis peores recuerdos. El piso aún tenía huellas de sangre de Royce y sus amigos. Me acerqué lentamente y visualicé todo mejor. Era de día aún. Me agaché y toqué la sangre del piso.
-No deberías estar aquí…- su voz me hizo cerrar los ojos. Era un sedante para mis nervios.
Me levanté y di la vuelta. Y ahí estaba mi héroe personal, con su carita de niño y hombre. Esta vez tenía una sonrisa en su rostro. Perfecta, blanca y radiante. Los hoyuelos en sus mejillas lo hacían verse incluso gracioso. Tierno.
-Ya me iba –respondí tratando de marcharme pero él me tomó de la mano antes.
-No puedo dejarte sola Rosalie…-confesó. – No puedo permitir que tu vida corra peligro sin que yo esté ahí para protegerte.
Mi corazón latió más fuerte mientras sentía el roce de su mano junto a la mía. No había nadie pasando por la calle, lo cual agradecí.