Mi Genio, el Encuentro

Capítulo VI

>> Narra Sally

El genio me abrazó, el genio me abrazó y no sé cómo reaccionar a esto. El genio tiene un aroma tan exquisito, no parece ser un perfume reconocible de las tiendas cercanas, pero es tan familiar que me hace sentir segura. Quiero aprovechar este abrazo que estoy recibiendo y que tanto necesito. Hace unos minutos estaba al borde de la desesperación nuevamente, quería ceder ante mis más pequeñas desgracias en comparación con lo bendecida que he sido, y soy consciente de ello.

- Oye, ya puedes soltarme. - Digo tratando de soltarme de su fuerte agarre. Me sacudo mientras aún me abraza y trato de apartarlo de mi. Cuando finalmente me suelta, me sonríe de una manera muy tierna.

- Bueno, ¿cuál es tu deseo, joven? - Me dice el genio mientras me mira fijamente pero esta vez lo dice más confiado.

- Aún no lo sé. Este deseo que me falta, ¿puede esperar? No creo estar lista para pedir un deseo todavía. - La realidad es que no sé que puedo pedir en mis deseos, no tengo algo concreto aún en mi mente que yo pueda necesitar.

- Son tres deseos que debes pedirme, joven, no solo uno. Debes pensar en tres deseos lo más pronto posible.

Me miró expectante, pero yo no sé qué decir todavía. ¿Y si es una trampa? Todo deseo tiene un costo, bueno, según las películas y novelas. ¿Y si pido un deseo y algo malo me sucede a mí o a mi familia? Si pierdo algo importante solo por ser ambiciosa. No lo sé, no lo sé. Debo pensarlo bien antes de abrir mi boca y cometer un error sin retorno.

- Está bien, te daré un poco mas de tiempo para pensar en tu primer deseo. Ya me tengo que ir de regreso, pero pronto volveré para escuchar tu primer deseo. Sin embargo, antes de partir, quiero mostrarte algo.

Se acerca lentamente a mí con una mirada seria e intimidante, agarró mi cintura con sus enormes manos, me acercó a su pecho agitado y me levantó lentamente en el aire. Hace mucho viento esta noche, lo que me hace sentir mareada y comenzar a preocuparme. Me aferré fuertemente al genio y me presioné contra su pecho. Puedo sentir su aliento cerca de mi oreja, y su latido acelerado se mezclaba con el mío. Mi corazón quería estallar del susto y sorpresa. No logro aún salir de mi asombro, ya que nunca me había alejado del suelo ni había volado en avión para saber cómo se siente estar lejos del suelo. Cuando finalmente logré controlar mis ansias, el genio comenzó a alejarse de la casa. Él seguía sonriendo ampliamente, y yo no dejaba de suplicarle que me regresara a mi balcón.

- Tranquila, respira lentamente. Si logras controlar la respiración lograrás controlar todo lo demás. - Susurra en mi oído estas palabras muy familiares y conocidas, lo que provocó que se me erizara la piel. Su voz ronca y fuerte era muy seductora. Podía imaginarlo recitando poesía romántica en alguna librería y haciéndose millonario en poco tiempo.

Nos alejamos lentamente y cada vez se veía más pequeña mi casa. Poco a poco, el pueblo que conocía como inmenso se veía más reducido y lejano. Desde esta altura, ya no podría ver el pueblo como aquel mundo gigantesco, el cual me impedía llegar rápidamente a mis destinos. Puedo ver la universidad y el mar que nunca he visitado en mi vida. La playa se ve hermosa desde aquí; las palmeras, la arena y el agua tan clara, con el reflejo de la luna en las olas que revolotean sin cesar. Todo es tan hermoso desde el aire.

- Gracias - Le susurré al oído y lo abracé, acercándolo aún más a mi agitado pecho.

Toqué con mis dedos algunas cicatrices en su espalda, lo que me hizo pensar que era peligroso, pero a la vez seductor. Su rostro, a tan poca distancia, me hace verlo cada vez más hermoso, y sus labios gruesos invitan a ser besados sin cesar. Podría pensar que estaba creado y bendecido por los mismos dioses.

- Tú también eres hermosa. - Abrí mis ojos como plato y cerré mi boca sorprendida. - Bueno, deja de mirarme. Mejor disfruta del paseo. - Me dijo en tono serio sin mirarme.

- Y, ¿si deseo que me lleves de paseo todas las noches? - Lo miré sonriendo, y noté cómo lentamente el rubor se asomaba en sus pómulos. - No podrías negarte, ¿verdad?

- Con tantas cosas por hacer en mi pueblo, ¿crees que podría venir todas las noches a volar contigo? - Dijo esto mientras soltaba una amplia sonrisa, rogándome que pidiera este peligroso deseo.

Pasamos por encima de la universidad a la que asisto regularmente, y desde aquí se veía tan pequeña y pensar en lo tanto que me tardo en llegar a los salones caminando.

- ¿Puedes llevarme a la universidad volando todos los días? - Dije con una sonrisa que iba de oreja a oreja, pensando que todos mis problemas de transporte estarían resueltos.

- No hagas más planes conmigo. Tengo un pueblo que mantener con vida. No puedo hacer tus tareas diarias, además no es justo para mí, jovencita.

- Pero son mis deseos, no puedes negarte. - Miré su rostro buscando una respuesta, pero me ignoró o mejor dicho, no quiso responderme.

Regresamos por un camino diferente a casa, por todo el lado de la playa y se despidió amablemente. Me bajó de nuevo al balcón delantero, y él se fue volando rumbo a la luna. Y yo, quedé sintiéndome sola de nuevo.

Me quedé en el balcón por un rato más, observando la luna. Pero esta vez, sabía que alguien me escucharía en la luna, así que de ahora en adelante debo tener precaución con lo que le cuento a la Luna. No creo que me escuche desde tan lejos, pero seré precavida la próxima vez que le hable de cualquier tema.




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