Mi Genio, el Encuentro

Capítulo XXI

>> Narra Sally:

Recuperando mi control, cayendo en mi realidad, solo quiero verla. Abuela, ¿estarás bien? Abuela, ¿dónde estás abuela? Lo siento.

- Sally, tu abuela está en la casa. - Moon me responde pero no pude escuchar más y salí corriendo hacia la casa.

- Sally querida, entra. - Mi abuela grita detrás de la puerta.

- Abuela, lo siento tanto. - Casi no puedo hablar por estar llorando y buscando la manera de respirar. Mi abuela me abrazó y estuvimos así unos minutos, llorando y abrazándonos.

- Sally pequeña, ¿cómo estás? - Mi tía se acercó por detrás, la observé detenidamente y la abracé. - Lo siento, querida. Ya no pelees más por mí. Estoy bien. Por favor, detente. Calma, calma, niña tonta, calma. - Mi tía me consolaba como cuando era pequeña y perdía la paciencia en situaciones escolares o cuando me frustraba por algo que no salía bien. De pronto, la puerta se abrió de golpe, me jalaron por la espalda hacia afuera y se abalanzaron sobre mí.

- Maldita humana, ¿cómo te atreves a robarte a mi amado? - La princesa Solana grita mientras me agrede nuevamente.

- ¿De qué diablos estás hablando, maldita loca? - Contesté, sin entender aun quien era su amado y confundida por sus acusaciones.

- Moon es mío, ¿lo entiendes? Moon es mío. No importa quien seas ni de donde seas. Él es mío. - Grita con desespero atinando cada golpe aún más fuerte que el anterior. Dejándome notar que está aún mas molesta que antes.

- Ya es tarde. Él me besó y yo le respondí. Sus labios son tan dulces y tiernos. Seguro que pronto lo volveré a besar. - Dije, sonriendo, pero rogando que nadie más me escuchara, ya que esto era una mentira, aunque era mi deseo más profundo. Solana me había tirado al suelo y me estaba ahorcando, casi dejándome sin aire. Hablo con dificultad, tosiendo y entrecortando cada palabra. Me apretaba con fuerza, como si fuera un objeto frágil a punto de romperse.

- ¿Tienes miedo de que él también te abandone? Nadie te abandona. Eres tú quien los aleja. Por tu miedo, te apartas y te quedas sola. Terminarás sola. Así como hiciste conmigo. -Dije tosiendo y sin aliento.

- Solana, detente. Ya es suficiente. - Logré reconocer esa voz, esa voz ronca e intimidante pero también atractiva. Moon acababa de llegar a la escena que la princesita estaba causando.

- Tú eres mío, aunque deba matar a quien sea. ¿No entiendes que te amo? ¿Por qué me haces esto? Desde muy joven te amé, luego cambiaste y me abandonaste. Me dejaste a merced de mi familia. Te consideraba mi escudo y espada, pero retiraste tu compromiso de boda y esperas que esté contenta con el daño que me estás causando. ¿Aún no entiendes el daño que me haces?

- Suelta a Sally y hablemos. Vámonos de aquí. El asunto es entre tú y yo. Ya habíamos hablado sobre esto. Puedes lastimar a alguien de nuevo con tus llamas. - Intentó intervenir Moon, tratando de calmar la situación.

Una pala aterrizó en la cabeza de Solana y ésta cayó al suelo. Mi tía la había atacado con una pala que usaba en el patio, y siguió golpeándola en la cabeza y la espalda.

- No van a destrozar nuestras vidas de nuevo. - Decía mi tía, llorando, deteniéndose en cada palabra para respirar. - No te lo voy a permitir. Ustedes solo saben matar y destruir las vidas de los inocentes. No lo van a hacer de nuevo. No se los voy a permitir. Esta vez no se los voy a permitir. No, no, no.

Me quedé atónita, sin saber qué hacer. Mi tía estaba atacando a la princesa. La golpeaba sin parar, y se veía el dolor en su mirada. Estaba llorosa y hablaba entrecortadamente, sin temor a que la princesa le respondiera los golpes. Tosiendo y sin apenas poder respirar, me levanté y le quité la pala de las manos a mi tía. Ella me miró y comenzó a llorar sin cesar.

- Lo siento tanto. No pude defenderla, pero a ti sí. No voy a permitir que te hagan daño. No sabía cómo protegerla. Fue mi culpa. No la cuidé como debía. Aún la extraño, y saber que fue mi culpa me está matando lentamente. Lo siento, Sally. Lo siento tanto. - Se tiró al suelo y no pudo dejar de llorar hasta quedarse sin aliento.

- Está bien, está bien. Yo puedo defenderme gracias a ti, que me enseñaste. Por favor, ve adentro con abuela.

- ¡Infeliz humana! ¿Cómo te atreves a atacarme de nuevo? - Ambas miramos hacia la princesa.

- Ella me está defendiendo y no le voy a recriminar. Eres una idiota, antes, ahora y después. - Respondí a Solana sin pensarlo. Nos enzarzamos de nuevo en una pelea. Ella tenía su espada y yo tenía la pala, ya que no recordaba dónde ni cuándo perdí mi guadaña.

- No pueden pelear de nuevo. - Moon intentó separarnos, pero fue en vano.

- ¿Qué hacen de nuevo? - El anciano que me había calmado hace poco se acercaba rápidamente hacia nosotras.

- Solana, ¿otra vez? - Esta vez habló un joven muy parecido a la princesa, pero mucho más alto que los demás presentes. Parecían ser familia.

Levanté mi mano y pensé: "Mi guadaña, regresa a mí". En poco tiempo, mi guadaña estaba frente a mí. Lucía hermosa, imponente e impresionante esta vez, brillaba con un fuego azul hermoso, que solo me impulsaba a usarla y enfrentar a cualquiera que se interpusiera en mi camino. Esperaba que todos se apartaran para poder atacar de nuevo a la princesa, como un tigre esperando a su presa, moviéndose de un lado a otro, buscando una oportunidad para atacar.




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