Nuestro bachillerato era en Salud y en el segundo año nos íbamos a las practicas durante tres meses, algunas prácticas eran en asilos, clínicas y en comandos de salvamentos, no pertenecíamos al mismo grupo en clases, pero en las practicas nos correspondió ir a comandos de salvamentos el primer mes. Fue extraño que fuéramos nosotras tres (lulu, lolo y lala) con tres personas más del tercer año, que de casualidad también eran nuestros amigos.
El primer día que fuimos juntos, lulu y yo nos percatamos de tu manera extraña de caminar, ella me dijo: mira como camina la lolo. Si claro le respondí, las dos estábamos un poco extrañadas al verte, ya que, tú doblabas la punta de tus pies hacia adentro, como apuntándose entre sí, llevabas tu bolsón transparente sostenido sobre tus hombros y tu mano derecha, en su antebrazo estaba horizontalmente y tu muñeca señalaba al suelo, tu forma de balancearte al caminar y mover tu mano al girar, mirarnos y decirnos que nos diéramos prisa, se nos hizo en la cabeza que tu imagen parecía la de un pato, de dijimos: lolo caminas como pato. Respondiste que con una sonrisa apenada y nos dijiste que sí, que mejor nos apurásemos que ya era tarde.
Te recuerdo todo esto porque no quiero que nos olvides... han pasado ya cinco años desde entonces, recuérdanos; porque nosotras siempre lo hacemos.
A la salida del complejo hemos comprado soda y unas chicharras con limón, chile y sal para ti y lulu y solo limón y sal para mí... llegamos a comandos de salvamento, los pacientes de ahí, no son como en las clínicas que comúnmente las personas visitamos, además, el lugar está ubicado prácticamente en el centro del todo, digo del todo, porque hay gente trabajadora, gente con negocios propios, gente de empleada, hay bolos, prostitutas, huele pega... en fin, gente que lucha cada día por sobrevivir o que intenta ser más ameno su pesar.
¿Recuerdas el olor a pan dulce que se sentía cuando íbamos llegando?, ¿el café con pan en las tardes?, ¿el olor a suciedad revuelta con alcohol cuando algún bolito necesitaba de nuestra asistencia? o ¿el olor a alguna cesara infectada?... Mirábamos a esas personas y lo que mejor hacíamos, lo sé, era brindarles ayuda con una sonrisa, conversar un poco con ellas y mirarlas como iguales. Ya que así es, y, estábamos de acuerdo, todas las personas tomamos caminos diferentes en nuestras vidas, pero eso no nos hace más ni menos que nadie.
Era súper cuando nos reuníamos las tres, prácticamente desbaratábamos el mundo, pero... ¿Qué era el mundo para nosotras?, para nosotras no era nada más que el ambiente que generábamos al pensar de forma similar y a la vez contradictoria que aceptábamos cada cosa que la otra decía, sin reproches y sin perder de vista lo que nosotras creíamos, al final las ideas convergen siempre en el mismo punto, ya que teníamos el mismo interés a cambiar.
Recuerdo que un día de regreso, cada quien a su casita, tomamos el mismo microbús y observamos como una señora dejaba que su hijo le hiciera un berrinche, solo porque ella no quiso comprarle lo que él decía, el niño llegó a tal grado que le pegó en la cara; esto no sorprendió ya que lo mucho eran 4 años los que tenía aquel niño, entre mis amigas nos miramos, yo les dije que ¿cómo era posible que nosotros adoptáramos solamente las cosas malas de otros países? hay países del primer mundo que tienen cosas buenas que ofrecer a la sociedad de los países tercermundistas como nosotros, sin embargo vamos, de san véndemelas y agarramos sólo lo malo... es cierto dijo lolo; nosotros solo adoptamos lo malo, como la delincuencia, lulu agregó que otra de las cosas que hemos adoptado es que hoy en día los hijos son los que le pegan a los padres porque si no es así les demandan; agregué que, la verdad todo debería ser equitativo, si a un padre se le prohíbe pegarle a un hijo también debería de haber una sanción para los hijos que golpean a sus padres; a un hijo se le corrige hablando, conversando y escuchando (no oyendo) , porque escuchar es comprender las necesidades de otro; su perspectiva; su punto de vista.