Mi Hermosa Pesadilla

CAPÍTULO 17

TE QUIERO

CAPÍTULO 17

 

Los días transcurrieron, Heysli estaba más que entregada a la dicha, esos últimos días habían sido los mejores. El doctor la invitó a pasear en varias ocasiones, compartieron restaurantes, parques, salidas a comer helado, hamburguesas. Parecía una niña pequeña cada vez que la invitaba a algún lado, todo estaba saliendo bien entre ellos dos, se sentía protegida y sus sentimientos hacia él crecían cada vez más. Albert le trataba como a una princesa, sus acciones a veces la tomaban desprevenida, no sabía que podía llegar a ser tan atento a todo.

Aveces llegaba a la casa de la joven y se quedaba hasta muy tarde hablando de cosas banales, dándose besos y caricias cariñosas, incluso cuidando del bebé de su prima. Heysli estaba realmente sorprendida.

Las investigaciones al caso de Rafael, estaban avanzando aunque de forma un poco lenta según le había dicho el doctor. Fue a visitar a su hermano el día anterior, no le dijo nada con respecto a su novio, supo que no era el momento, apenas llevaba poco tiempo junto a él.

Rafael, por su parte, no habló sobre el tema con Heysli, aunque en su interior estaba lleno de furia hacia ese doctor por acercarse hipócritamente a su hermana. Pero había firmado un acuerdo de confidencialidad, acordaba no decirle detalles a su hermana, un punto que le pareció muy extraño pero no indagó más sobre el tema pues aunque no quisiera tener nada que ver con ese imbécil, ciertamente lo estaba ayudando y no tenia de otra que callar, dado que también quería salir de ese maldito lugar y encerrar a Edgar.

Heysli le pidió disculpas, muchas veces, por no haberle dicho que no estaba estudiando, no quería que se decepcionara de ella. Rafael acabó disculpándola, y exigiéndole que no se atreviera a mentirle más.

El lunes llegó y la joven estaba ansiosa, nerviosa; no sabía cómo le iba a ir en el instituto privado. Ese día se levantó, se duchó, cepilló sus dientes, el uniforme ya lo tenía preparado, si, Albert se lo había comprado; después de tanta insistencia terminó aceptándolo. Él siempre la convencía.

-Que te vaya bien, en tu primer día- Heysli volteó su mirada hacia su prima, sonriéndole.

-Gracias- Marisol llegó hasta ella abrazándola.

-Ven, te ayudo- dijo tomando el peine que la joven tenía entre manos, se ubicó detrás de ella para peinar su cabello, únicamente desenredó su cabellera, pues lo llevaría suelto.

A la prima de la joven le estaba yendo muy bien en su trabajo, se encontró con unos buenos jefes, mientras que al bebé lo estaba cuidando la vecina, quien estaba encantada de hacerse cargo.

El timbre de la casa se escuchó por todos los rincones, la joven se despidió de Marisol, tomó su bolso con sus útiles escolares, los cuales había comprado ella misma.

Abrió la puerta, lo vio y se enganchó a él como un koala sobre la rama de un árbol. Albert la retuvo firmemente por los muslos, sus manos estaban rodeando su cintura, sintió culpa y se arrepintió enseguida pues tocó su piel por primera vez.

-No llevas nada debajo de la falda- habló el doctor con voz ronca, Heysli abrió mucho los ojos, apenas llevaba el cachetero, se bajó del cuerpo de Albert, “que vergüenza”, pensó.

-Y… ya vengo- dijo apenada, dirigiéndose de nuevo a su habitación para ponerse una licra corta. Después de hacerlo, salió de la casa, Albert ya la esperaba en su camioneta. Cerró la puerta de su casa y después se dirigió hacia donde estaba estacionado el auto y subió junto a Albert, se sentó en el lado del copiloto y se pusieron en marcha hacia el instituto.

-No has dejado que compre tus útiles.

-Porque no todo me lo tienes que dar, Albert se valerme por mi misma- le dijo la joven.

-Sabes que te daré lo que necesites y...

-Sí, ya me lo has dicho pero no debes ponérmelo todo en bandeja de oro- interrumpió, a veces el doctor, no quería que ella gastase un sólo centavo, no quería que ella pasase ninguna necesidad.

-Lo hago porque quiero y quiero lo mejor para ti- le respondió tajante.

-Amor, lo mejor para mi es tenerte a mi lado, estas semanas me has demostrado que es así. Pero, no todo es material.

A Albert le encantaba cuando ella le decía amor, se escuchaba demasiado hermoso de sus labios, su corazón se sentía tan lleno que no quería nada más. No dijo más nada, no la iba a contradecir.

En el camino escucharon música y cantaron. Esa era una faceta de Albert que ni él mismo se conocía, siempre fue alguien diferente, de sólo recordarlo se arrepentía, su morenita sacaba lo mejor de él.




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