Subieron al auto, Natalie se preguntaba ¿a dónde irían?, solo le quedaba esperar.
Después de manejar dos horas, y Natalie preguntar tantas veces hacia dónde iban, al fin el carro se detuvo.
Era un restaurante, por fuera se veía muy elegante. Tenía un camino rodeado por flores de varios colores, la puerta se abría automáticamente.
Al entrar se sentía una paz, había cristales colgando del techo, el sol que pasaba a traves de las ventanas los hacía brillar. Las mesas tenían manteles blancos y su centro tenía una hermosa flor.
Subieron por las escaleras, había un balcón, tenía una vista hermosa, se podía ver un molino a lo lejos, el cielo se veía despejado y se escuchaba el trinar de los pájaros.
— ¿Cómo es que conoces un lugar tan hermoso?
—Cuando quería relajarme venía aquí, me lo recomendó Patrick.
—Me sorprende que Patrick conozca este lugar.
—Bueno, dice que es un lugar especial, que sólo ha traído a una mujer aquí.
—Que raro, esperaba que trajera a muchas.
—Si, se supone —hizo una pausa —ahora comamos.
Así pasaron, un rato agradable, no mencionaron en ningún momento el trabajo, no se querían amargar por eso.
Salieron del restaurante, pero en lugar de ir hacia el carro, se desviaron por un camino que se dirigía hacia atrás del restaurante.
—A dónde vamos.
—Sígueme, ya lo verás.
Había unas sillas, habían hermosas flores alrededor, desde ahí se podía ver un lago, peces nadaban y hacían ver el lago espléndido.
Pasaron un buen tiempo allí, las estrellas estaban empezando a mostrarse. Se fueron, tenían trabajo que hacer al día siguiente...
Editado: 30.12.2018