-¿qué, ya te cansaste? - él niega dejando un beso en mi hombro - ¿entonces?
- quiero que seas mi mujer - rosa su nariz con la mía - mi Reina.
- mm, ¿a cuántas le dices lo mismo?- una risita sale de sus labios- no eres un hombre de una sola mujer cariño
- si me aceptas solo seré tuyo - me pega más a él - quiero sacarte de este lugar.
- interrumpo - escucho esa voz gruesa y mi cuerpo reacciona y me despegó de Máximo.
- no - digo mirando a Nicolás que tiene los puños apretados y nos mira con enojo - ¿qué se le ofrece señor?
- es un gusto verte Maldonado - máximo extiende la mano, pero él no la toma - bueno, muñeca, un gusto verte, piensa lo que te dije - me deja un beso rápido junto a mis labios - permiso.
- ¿qué relación tienes con él? - está muy tenso, reconocería su estado de aquí a la china, está celoso.
-un cliente y un muy buen amigo - respondo cerrando la puerta - ¿qué se le ofrece señor Maldonado?
- ¿te has acostado con él? - su pregunta sale con rabia - responde Julieta, ¿te acostaste con Máximo Ortega?
- no es de su incumbencia, pero sí tanta curiosidad tiene, si me he acostado con máximo Ortega.
En un solo movimiento me estampa contra la pared con su mano en mi cuello, ejerciendo más presión de la que debería, pero Nicolás no sabe controlar sus fuerzas cuando está celoso.
- Suélteme - logro decir con dificultad - suel...- mis palabras queda atorada en mi garganta cuando veo a máximo apuntando a Nicolás en la cabeza
- suéltala - le ordena cargando el arma y apuntándole en la cabeza - que la sueltes - grita y Maldonado lo hace, pero me sujeta a su lado
- lárgate - escupe con enojo - este no es asunto tuyo -me gustaría estar muerta que en el medio de estos dos hombres- ella y yo estamos resolviendo un asunto.
- muñeca - extiende su mano para que la agarre, pero el pelinegro me pega más a él - suéltala o sales de aquí con los pies por delante.
- qué miedo - ríe como un desquiciado - te estás metiendo entre mi mujer y yo - máximo parece sorprendido por sus palabras - mi mujer - repite con tranquilidad.
-¿eso es verdad? - niego como puedo, pero el pelinegro mueve mi cabeza afirmando - la estás lastimando suéltala - dice bajando el arma
- no me importa - esta vez es el quien apunta a máximo y lame mi mejilla- salte y déjame solucionar mis problemas con MI MUJER - remarca las últimas dos preguntas.
Máximo asiente y me mira, supongo que entiende mi mirada de que es lo mejor que no quiero que pase nada malo aquí, Nicolás se rasca la cabeza con el arma una vez que se va me tira en el sillón
- ¡Hazinem!- dice logrando revivir tantos recuerdos, guarda el arma, no estoy asustada, solo miro lo que hace con tranquilidad, no es la primera vez que reacciona así.
7 años antes
- te dije que no lo miraras - escupe mientras me golpea - solo puedes mirarme a mí - gruñe dejando de golpearme.
Me deja sola, tirada en el piso, llorando, incapaz de ponerme de pie, me duele todo el cuerpo, me miró en el espejo de cuerpo completo que tengo enfrente, me sangra la boca, mi mejilla está roja.
2 horas después
Logré levantarme después de un buen rato tirada muy adolorida por las patadas que me dio en las costillas y espalda, pienso en mi mamá, en lo que me dijo lo que siempre me repetía, en mi padre que me vendió sin importarle nada y en lo tonta que soy por estar enamorada del hombre que me golpea casi siempre.
-Hazinem- siempre me llama de esa forma - perdóname- se arrodilla ante mí - no volverá a pasar - siempre me dice lo mismo y siempre vuelve a pasar - bonita no fue mi intención, sabes que cuando se trata de ti no me controlo - asentí - no volverá a pasar - sonrió tocando su mejilla - no vuelvas a hacerme enojar¿entiendes?
- claro que sí mi amor - él sonríe y deja un beso en mis labios- no volverá a pasar - su sonrisa vuelve.
Cómo siempre termina solucionando todo con sexo, lo miró dormir a mi lado mientras las lágrimas silenciosas salen sin aviso, me duele tanto estar pasando por esto a mis 17, casi 18 años.
Me levanto sin hace mucho ruido y me dirijo a baño, miro mi reflejo en el gran espejo y no queda nada de Mía Davies solo veo una chica sin alma y sin voz que tiene que ser sumisa del hombre que ama.