—Lo extraño —Lloriquea mi loba, es un nuevo día y ella lloriquea...
—Tranquilízate Riana, no ha pasado ni un día desde la última vez que lo vimos —digo intentando consolarla.
—Siento que ha pasado una eternidad.
—Eres una dramática.
—Dijiste que te ibas a comunicar con él.
—Sí, eso dije.
—Pues comunícate, quiero escuchar su voz.
Haciendo caso a lo que mi boba me dice, me levanté de mi cama y camine a mi computadora. Unos minutos después ya tenía su número
—¿Qué fue lo que hiciste?
—Solamente jaquee su cuenta y busque su número.
—¿Eso no es ilegal?
—Lo legal está sobre-valorado —Marque el numero con un poco de desesperación, al tercer timbre lo cogieron.
—¿Con quién hablo?
—Es él, es su voz —Mi loba está extasiada.
—¿Ángel? Soy Layla.
—¿Layla? ¿Cómo conseguiste mi número? —Su voz se escuchaba extraña, tenía una mezcla de miedo y agresión.
—Te dije que tengo mis medios —respondo haciendo caso omiso a su tono de voz.
—Él está extraño, pregúntale que le pasa, presiento que le pasó algo.
—¿Qué quieres? —Me estremecí por la frialdad en sus palabras.
—¿Qué te pasa? —pregunto directamente, me preocupe porque no es normal que un Alfa le hable así a su Mate, de una manera tan rustica.
—No sé a qué te refieres.
—Llámalo por un apodo —Sugirió mi loba.
—Cariño ¿Qué te sucede? —No escuche respuesta, así que opte por un apodo que sé, le va a encantar— Mi Alfa ¿Te encuentras bien? —Escucho un suspiro pesado, cargado de sentimientos que no puedo descifrar.
—¿Layla? —Su voz antes cargada de frialdad, ahora se había reemplazado por una confusa y a la vez anhelante— Layla —Mi nombre salió de sus labios como si un bálsamo se tratase— Mi Luna, oh mi amada Luna, —Esas palabras causaron estragos en mi— estoy bien mi amor, estoy bien; —Repitió y no sé si para convencerme a mí o a sí mismo— discúlpame por cómo te hable, estoy estresado, nuestra manada necesita una expansión, pero no tenemos lugar para expandirnos.
—No te preocupes, entiendo —digo ya que así lo siento, el estrés puede cambiar a las personas.
—Además me regañaron porque me desaparecí por unos días y volví solo —Sus palabras ahora tenían un toque de gracia.
—Debiste pasarla mal ¿No? —Indique divertida dando un recorrido por la casa con el teléfono en mis bolsillos y mis audífonos conectados a el y a mis oídos.
—Tu debiste venir conmigo —Siento su presencia aunque no está a mi lado, siento su voz tan cerca de mi como si fuera el quien me lo dijera cara a cara, estos audífonos son buenos.
—¿Puedes pasar a buscarme mañana? —El silencio no hizo más que confirmar que lo evidente: Ángel no esperaba mi pregunta.
—¿En serio? —La sorpresa, euforia y felicidad no se molestan en ocultarse.
—Sí, puedes pasar a buscarme mañana en la tarde, así conozco la manada y podríamos... no sé, cenar por ahí —Di varias vueltas alrededor del sillón de la sala intentando ocultar el miedo al rechazo de mi idea.
—Por supuesto mañana te paso a buscar, vamos a la manada, te presento a mi madre, comemos algo allá y no sé ¿Qué te parece? —La duda e incertidumbre nublaron su voz.
—Me parece perfecto —Una sonrisa escapo de mis labios.
El deseo de verle al día siguiente me mantuvo ocupada todo el día y casi ni me dejo dormir en la noche. Las ganas de abrazarle y tenerlo cerca de mí me consumían de una forma agonizante. Por otro lado, no podía dar por sentado que su repentina actitud, me estaba empezando a preocupar.
[...]
Todas mis ganas se esfumaron lentamente cuando al llegar no me dirigió palabra alguna, solo me abrió la puerta del copiloto por dentro. Me sorprendía su actitud, y yo, quien no tenía la más mínima idea de sus costumbres licántropas, a excepción de lo que he leído y lo que mi padre me enseño, decidí callar, pues junto a él mis neuronas deciden tomarse un descanso.
—Esto es extraño —comenta mi loba quien también se había mantenido extrañamente callada.
—¿Qué cosa? —pregunto en nuestro enlace.
—No me puedo comunicar con su lobo —explicó como si fuera lo más obvio y natural, mientras yo seguía confundida.
—¿No se suponía que no puedes hacer eso hasta que nos marquen o algo así? —Le expresé dejando en clara mi perplejidad.
—En realidad, me puedo comunicar con él desde que nos conocemos como pareja destinada, pero no podemos hablarnos libremente, es más para dar señales de auxilio o cuando algo grave pasa y aún no tienes su marca.
—Entonces la marca es para aumentar ese contacto y comunicación con nuestro destinado —expresé sacando mis propias conclusiones.
—Y para que todos los demás sepan que le pertenecemos a él, y solo a él.
Corte la comunicación con mi loba y gire mi vista a mi Mate, está concentrado en el camino, abriéndose paso por un sendero aún no definido por completo; tiene el entrecejo fruncido y parecía tener una discusión interior. Me arme de valor y hable.
—¿Todo bien Ángel? —Mi voz calmada y llena de preocupación hizo que sus facciones se relajaran notoriamente.
—Sí.
Fue lo único que me respondió y eso me hizo dudar.
—¿Seguro? —Volví a preguntar, esta vez tome su mano, pero no sentí las características mariposas en el estómago, o la corriente eléctrica placentera recorrer por mi espalda.
—Sí, seguro —Soltó mi mano y coloco la suya en el volante. Eso fue todo, puedo ser muy paciente cuando las personas no me quieren contar algo, pero Ángel, quiera o no, es mi Mate y algo le está pasando.
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Editado: 08.08.2022