Mi loba gruñe y ruega que la deje libre para poder desgarrar la garganta de Natalia, la Mate de Marcos, en otras palabras la perra que no ha dejado de ver a mi Mate desde que entro por esa jodida puerta.
—Míralos —Me dice mi loba— Se miran como si fueran Mates, mira a Ángel, tiene los ojos clavados en ella, déjame salir, déjame arrancarle la garganta de un mordisco, lo voy hacer tan rápido que ni se dará cuenta.
La propuesta de mi loba suena tentadora, muy tentadora. Estoy cegada por los celos; y es que, ella tiene los ojos clavados en mí, como si me estuviera retando, Ángel los tiene en ella y yo tengo mis ojos en Ángel.
El pobre de Marcos nos mira a los tres para luego dejar su mirada clavada en Natalia. Todo mientras hablamos de comida, y mi loba solo se quiere comer la garganta de esa perra.
Voy a dejar que mi loba salga y voy a dejar que le encaje los colmillos en su yugular, lo voy a disfrutar mucho. Unos pasos me desconcentran, dirijo mi vista a la dirección del sonido y veo a la señora Yudith llegar a nosotros en la sala.
—Ya pueden entrar al comedor, la comida está lista —Anuncia Yudith y dicho esto se encamino al comedor, yo me levante de mi asiento y le seguí esperando que Ángel me siga a mí, pero él se quedó, se quedó a esperar a Natalia.
—¡Ven déjame salir! ¡Déjame matarla! —Mi loba grita y rasguña en mi interior para dejarla salir.
Estoy a punto de ceder a su petición, estoy a punto de dejarle tomar el control de mi cuerpo y estoy aún más cerca cuando siento un dolor en mi cabeza, siento que algo crece en mi boca, que mis dientes crecen.
—Son mis colmillos Layla —explica mi loba.
Sonrió con sadismo, a la vez que le comenzaba a dar el control de mi cuerpo, sin previo aviso la puerta se abre y todos centramos la atención al hombre que se paró en el umbral de la puerta, por la abrupta interrupción de aquel sujeto no identificado mi loba y yo nos detuvimos, y el sentimiento de conocer a este hombre me albergo.
Era un hombre mayor, de unos 40 y tantos parece, pero estoy segura de que tiene muchas décadas más. Está increíblemente conservado, viste ropa informal y sus ojos barren toda la extensión de la sala; por un momento puedo ver un atisbo dureza en sus facciones, pero se va tan pronto aparece.
Miro a Ángel y veo un poco de enojo en su rostro, su mandíbula está ligeramente apretada. No puedo dejar de preguntarme quien es ese sujeto.
—¿Llegue tarde? —pregunta con voz un poco ronca, pero apacible, esperaba que alguien responda, sin embargo nadie lo hizo, ni siquiera Yudith.
—Yo supongo que no —respondo con una sonrisa que fue inmediatamente imitada en los labios del señor, su sonrisa parecía, una sonrisa de alivio, me acerque a él para estrecharle la mano y un poco sorprendido me la estrecho.
—Un placer señorita, soy Christopher, el actual Alfa de la manada.
—¿El actual? —Mire a Ángel, ya que creía que él era el Alfa, lo vi irse al comedor acompañado de su madre, su Beta y Natalia.
—La voy a matar —Gruño mi loba.
—Cuando el padre de Ángel se fue, tuve que hacerme cargo de la manada, yo era el segundo al mando —explico brevemente.
—Supongo que Ángel quería hacerse cargo, pero no pudo por ser muy joven, al usted hacerse cargo de algo que a él le corresponde por derecho, le tiene un poco de tirria, por eso su comportamiento ¿Estoy en lo correcto? —pregunto atando cabos.
—Eres muy astuta —alaga sonriendo con orgullo, y parece que recordara algo—. No me has dicho quién eres.
—Cierto, soy la Mate de Ángel —Me presento con una pequeña sonrisa.
—Ángel no se comporta como si fueran Mates —señala con mirada interrogante, yo solo sonreí nerviosa.
—Esa chica que dice ser la Mate de Marcos —Llame al Beta por su nombre suponiendo que lo conoce—, no me da buena espina y mi loba está a punto de arrancarle la garganta —Su cuerpo emanaba confianza, confianza paterna.
—¿Tu loba? —pregunta con ceño fruncido, como si no me cree, su expresión fue reemplazada por una sonrisa de advertencia— Ten cuidado con Natalia, eres inteligente Layla, Miguel te crio bien, no te dejes caer en sus engaños.
Sentí que mi cabeza explotaba cuando escuche sus palabras, estaba a punto de encararlo cuando lo vi caminar al comedor.
—Nunca le dijiste tu nombre —dijo mi loba tan confundida como yo.
—No, no lo hice, Riana.
—Hay que atar cabos, Layla —Sentencia mi loba yo asiento con la cabeza.
—Vamos al comedor y hagamos como que nada paso —sugiero a mi loba y su silencio fue su respuesta afirmativa.
[...]
La comida se basó en esto:
*Miradillas entre Ángel, Natalia y Marcos, parecía que iban a hacer un trio.
*La señora Yudith y Christopher se dirigían una que otra palabra.
*Y yo me limite a responder las preguntas casuales que me hacían y a mirar a Christopher, intentando adivinar sus secretos.
*Ah y la lasaña estaba buenísima.
—Layla voy a ir a llevar a Natalia y a Marcos —Me encuentro en la antigua habitación de Ángel y me está avisando que saldrá a llevar a Marcos y a la perra.
—Está bien, ve con cuidado —digo despidiéndole desde el umbral de la puerta.
Antes de que se retire le di un casto beso en la comisura de los labios, luego se escuchar un gruñido de su parte, me tomo de la nuca y me beso con fogosidad, había un sentimiento desesperado en el beso que no dude en responder con la misma intensidad; una batalla de lenguas después y con la respiración sofocada, Ángel se apartó para darme un beso en la frente e irse.
—¡Por la Diosa! ¿Es bipolar acaso? —Grito cerrando la puerta y tirándome estrepitosamente en la cama.
—Primero nos ignora todo el día y luego nos besa como si fuéramos su oxigeno —espeta mi loba de la misma manera confundida que yo—. Aunque tienes que admitir que fue excitante.
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Editado: 08.08.2022