Luego de una extensa y complicada investigación, con eso me refiero a las últimas horas, me he dado cuenta de varias cosas:
*Natalia es una perra.
*Algo muy serio le pasa a mi Mate.
*Natalia es una perra.
*Christopher es la persona que tiene todas las respuestas a mis preguntas.
*Natalia es una perra.
*No solo le pasa algo a mi Mate, su madre y al parecer a Marcos también.
*Natalia es una perra.
Creo que tendré que investigar fuera de la casa de Ángel, supongo que puedo dar una vuelta por la manada.
¿Ya dije que Natalia es una perra?
—Entones ¿Cómo hacemos para salir de aquí e investigar? —pregunta mi loba.
—No será muy complicado, Ángel puede estar medio bipolar, pero no nos retendrá aquí —Le conteste mentalmente.
—¿Qué tal si nos vamos antes de que despierte? —Sugiere, gire sobre mi cuerpo para darle la cara a Ángel.
Luego de que viniera en la noche al dejar a Marcos y a la perra digo, a Natalia, se acostó en la cama y yo, que ya estaba ahí, fingí estar dormida. En toda la noche a penas me toco y eso hizo que mi loba odiara más a Natalia, según ella la tal Natalia tiene algo que ver con el extraño comportamiento de Ángel y yo, pues... estoy de acuerdo con ella.
Me levante de la cama con cuidado de no hacer ruido y con ayuda de las habilidades de mi loba lo logre. Me dirigí al baño y luego de hacerme un aseo improvisado. Con eso me refiero a revisar si me huelen las axilas y al no ser así, me enjagüe la boca y salí del baño que estaba en la antigua habitación de Ángel.
—¿Layla? —La voz adormilada de mi Mate hace que me detenga antes de tomar la manija de la puerta.
—Hey, hola ¿Qué tal dormiste? —Saludo con fingida dulzura, hubiera querido que se quedara dormido, pero al parecer a mi loba le gusto escuchar su ronca voz de recién despertado, ya que suspiro cuando él hablo.
—¿Por qué no estás conmigo, en la cama? —Obvie su obviación a mi pregunta y me acerque a hasta sentarme en la cama mientras formulaba una cuartada.
—Me levante, estoy buscando un teléfono o una computadora —explico mintiendo descaradamente y anulando por completo el temblor en mi voz, producido por mentirle a mi destinado.
—¿Para qué? —Vuelve a preguntar, está vez su voz es más suave volviendo a su estado original, a la vez que me abrazaba la cintura aprovechando que aún estaba en la cama.
—Olvide avisarle a mi jefe que no me presentaría por unos días —Le sonreí mientras acariciaba su negro cabello, haciendo que mi mentira sea más real.
—Sí que eres buena —Me alaga mi loba, mi sonrisa solo se ensancho.
—Puedes usar mi computadora, si quieres —Ofreció tentadoramente y yo sopese la idea, tal vez podría conseguir alguna información de la manada, pero no podía decirle que sí de inmediato, me vería como una desesperada.
—No lo sé amor, no quiero entrometerme —Comenté disminuyendo la velocidad en que le acariciaba hasta casi nula para que lograra el efecto que quería.
—¿Cómo me llamaste? —pregunta un poco aturdido y yo oculte mi sonrisa de victoria detrás de una pequeña y tímida.
—Lo siento... lo hice inconscientemente —Me disculpo con vergüenza fingida, o sea ¿En serio creen que le dije «amor» inconscientemente?
—No, no te preocupes —Se apresuró a decirme—, puedes llamarme como quieras —Su agarre se intensifico y su sincera sonrisa enamorada hizo que quiera arrepentirme.
—No podemos engañarlo así Layla —La voz dulce y compungida de mi loba resonó en mi cabeza—, es nuestro Mate, me duele que le mientas, se supone que no deben haber secretos entre nosotros.
—A mí también me duele Riana.
—¿Estás bien? —Su voz ahora está teñida de preocupación honesta y eso me partió el corazón.
—Ángel yo... —Los toques de la puerta evitan mi confesión.
—¿Disculpen? —Esa voz es de la señora Yudith—Le mandaron algunas cosas a Layla —Avisa y mi ceño se frunció a la vez que miles de preguntas venían a mi mente como torbellinos.
¿Por qué me mandarían un paquete a esta dirección?
¿Quién sabe que estoy aquí?
Si saben que estoy aquí ¿Entonces saben de lo de los hombres lobo?
Se supone que está es un lugar casi secreto, aquí viven seres sobre naturales ¿Cómo me encontraron?
—Déjalo en el piso mamá —Le sugirió a su madre y ella al parecer lo hizo, ya que escuche como una caja se dejaba en el piso y luego los pasos de la señora Yudith alejarse.
—¿Qué crees que sean? —pregunto y al momento en que esa pregunta salió de mis labios supe que la había dicho en voz alta, la pregunta era solo para mi loba, pero bueno... creo que todavía no controlo bien todo esto.
—No lo sé —respondió mi Mate acurrucándose más alrededor de mí.
—Debería ir a ver que son —digo, intentando moverme, pero sin tener éxito.
—Sí, deberías —Concuerda conmigo.
—Para eso debes soltarme —Me remuevo un poco entre sus brazos.
—Sí, debería.
—Ángel, déjame ir —Vuelvo a repetir la acción.
—No quiero —Se queja apretándome más contra su cuerpo.
—Ángel...
—No...
—¿Qué tengo que hacer para que me sueltes? —pregunto ya un poco cansada, pero a la vez divertida.
—Déjame marcarte —Su voz volvió a ser gruesa, gutural, profunda y excitante.
En un movimiento que no capte, Ángel me coloco debajo de él, una de sus manos aprisionando con un poco de dificultad mis dos muñecas, sus piernas en un embrollo con las mías, su pelvis apoyando su peso en la mía haciéndome notar su...
—Por favor —Suplica—, no me mires con esos ojos llenos de deseo si no quieres que te marque ahora mismo.
Sus ojos, amarillos cual ámbar se fundieron en los míos, que estoy segura de que están rojos cual sangre; y esas palabras calaron hasta lo más profundo de mí ser, donde mi loba suspiro de placer. Sin tener mínima idea de lo que hacía, desvié mi mirada y escuche un gruñido de lo profundo de su garganta, volví mis ojos a los de él y algo parecido a una chispa se encendió en ellos, parecía un poco aturdido.
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Editado: 08.08.2022