Paulina...
Hoy sería un día maravilloso, de eso estaba más que segura, ya que hace dos días que me llegó la notificación de que se había realizado la compra de un anillo de compromiso y hoy, cuando mi novio se marchó al trabajo, me dijo que cenaríamos en su restaurante favorito. Yo enseguida me visualicé ya con el mi vestido de novia y hasta con hijos y un perro. Me arreglé para ir al hospital, así que guardando mi ropa en mi maleta y con mi uniforme, salí para la parada del autobús y esperé a que llegase el indicado que me dejaba en el hospital.
Entro saludando a mis compañeras de trabajo y llego a hasta la sala de descanso y guardo mi maleta en mi casillero, para luego salir a verificar cuáles son mis obligaciones del día.
Me acerco a la jefa de enfermeras y lo primero que dice es que el doctor en jefe me necesita, así que sin perder el tiempo voy hacia su consultorio y golpeo para luego escuchar su pase y entro saludando educadamente.
—Buenos días, doctor.
—Hola Paulina, ¿Cómo estás?— me pregunta.
—Bien doctor, gracias. — respondo educada.
—Toma asiento. — dijo e hizo una seña con la mano—. Me llegó una noticia que tú postulaste para ser la jefa de enfermeras. —pregunta y asiento, él está mirándome con una ceja alzada.
Hace unos días la jefa actual se retiraría por maternidad y realizarán un concurso para una nueva postulante a jefa de enfermeras.
—Si, doctor, espero postular y pueda ser la nueva jefa de enfermeras, ya que llevo trabajando aquí cinco años.
—Yo sé lo que podrías hacer para ser la jefa sin necesidad de postular al concurso, tal vez podrías ser más cariñosa conmigo. —sugiere incorporándose para posar su mano a mi pierna haciéndome exaltar y de un manotazo la quita.
—¡Pero que mierdaaa! ¡Qué creeee queee haceee !— grito exaltada ante el atrevimiento del galeno.
—Shhhhh tranquila. — responde tapando mi boca, pero yo la muerdo— . Aaaiiiiiii bruta, pero que te pasa, por qué me muerdes.
—¿Por qué? ¿Por qué? —Inquiero, indignada—. Todavía pregunta. Lo que hizo merece más que una simple mordida, usted es un atrevido y patán.
—¿Cómo me has llamado?— pregunta.
—Le repito con mil agrados. ¡ATREVIDO Y PATÁN!— chillo y observo como abre los ojos.
¿Qué se ha creído?.
<<Atrevido>>.
—Eres una mal agradecida, yo solo quería ayudarte.
—Si es de esa forma, no quiero nada, gracias. Y ahora me voy, ya que el trabajo me espera.
Salgo cerrando de un portazo a lo que escucho un cierra despacio.
A la hora de almuerzo soy llamada de la dirección del hospital para entregarme mi carta de despido por conducta agresiva, tengo volver a releer nuevamente la carta para arrugar y lanzar al director quién me mira con los ojos muy abiertos.
¿Quiere conducta agresiva? Pues tendrá conducta agresiva.
—Se puede saber quien se queja de conducta agresiva.
—Ahora yo. Mire como me arrojó la carta de despido.
—Lo lancé, porque me despiden injustamente y fue el calor del momento... lo siento. —me disculpo mirándolo avergonzada, no debí actuar de esa manera y menos con el director.
—El Doctor Cañizares puso la denuncia argumentando que usted había mordido su mano.
—¿Y le preguntó por qué le mordí?— inquiero y él niega—. El doctor quiso manosear mis muslos a cambio de hacerme ganar el concurso para jefa de enfermeras. —respondo contándole todo.
—Bueno, eso no podemos comprobar, pero la mordida si, ya que estaba con una curación. — argumenta—. Mira Paulina, ya se emitió la carta de despido y yo lo que puedo ayudarte es con una carta de recomendación para otro trabajo... Lo siento.
—No doctor, por favor. — pido a punto de llorar.
—Lo siento, Paulina. — repite nuevamente.
—Está bien, me entrega la carta y agradeciendo nuevamente salgo.
Ah, pero esto no se va a quedar así.
Salgo hacia la sala de descanso y tomando mi maleta me despido de mis amigas. Voy al parqueadero caminando sigilosa esperando que nadie me vea y camino hacia el auto del doctor Cañizares. Saco las llaves del departamento y paso por todo el contorno de su auto para luego agacharme y desinflar una a una todas sus llantas con mi pasador del cabello, yo sé que estoy cometiendo un acto vandálico y que podrían meterme presa por esto, pero… Por su culpa me quedé sin trabajo, entonces que se joda.
Sonrió maliciosa al ver mi obra, pero una voz me detiene en el acto.
—Pero... señorita, ¿qué cree que está haciendo?— pregunta un hombre recogiendo unos papeles que me imagino, se le cayeron ante la sorpresa de verme agachada.
Lo veo por un momento y es un hombre con traje y definitivamente tiene dinero, se le ve muy guapo, pero yo tengo ojos solo para mi Agus.
—No se meta, señor, esto es algo que a usted no le importa, así que váyase antes que me descubran. —digo, terminando de desinflar la última llanta y me levanto.