Extra Franchezca.
Franchezca revisó el estado de cuenta que Dante el Gerente del hotel de Íker había depositado hace unas horas, sonrió maliciosa viendo el dinero en su cuenta bancaria. La suma sobrepasaba los ciento cincuenta mil dólares, le brillaron los ojos ante la exorbitante cantidad de dinero y pensó que tanta era la ingenuidad del hombre, quien pensaba que ella toda hermosa y divina sería capaz de fugarse con él.
¡Vaya idiota!.
Aunque reflexionándolo bien, no se quejaba de su ingenuidad, ya que gracias a él, había podido disfrutar como una reina todos estos meses, puesto que él ciertamente le consentía sus caprichos, sin embargo, era consiente de que Dante era un estafador de primera que hacía con el dinero de su exesposo maravillas malgastando el dinero que estaba destinado para los gastos de enseres y cosas varias guardando cierta cantidad de dinero en una cuenta que según Dante, estaba destinado para la fuga de ella con él, sin reflexionar que sus planes eran otros en los que no estaba incluido él evidentemente.
—Gracias, querido. — dijo acariciando el pecho de su amante, aunque se moría de asco, sabía que tenía que convencer de que le siguiese transfiriendo el dinero para así tener más para vivir cómodamente por mucho tiempo—. Tengo que marcharme, ya sabes mis obligaciones. — se excusó y se levantó.
—Está bien, ve, pero, te espero mañana.
Ella asintió para luego vestirse y dándole un casto beso, salió despidiéndose de Dante quién estaba encantado con ella y por eso le consentía en todo lo que ella quisiese, aunque tuviese qué estafar. Se volvió a recostar y se durmió creyendo que pronto estarían lejos solo los dos.
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Franchezca regresó a la casa y trataba lo más que podía en estar alejada de todos y en especial de la mujercita esa. Llego y saludo escuetamente a todos que estaban sentados en la mesa cenando, beso la cabeza de su hija quien comía, fue hacia su habitación y se duchó intentando quitarse el aroma del desagradable de Dante. No tenía más opción que entregar su cuerpo a cambio de que él le siguiese entregando dinero. Saber que Íker ya no era opción para tener los lujos a lo que ella estaba acostumbrada, ya que se había enamorado de la enfermerucha esa tuvo que buscar más opciones y Dante estaba dispuesto a complacerla.
Media hora después se acercó hacia la habitación de su hija quien miró por la puerta y a Antonella ya la estaba haciendo dormir, ella decidió hacer lo mismo, por el hecho de que el día siguiente iría a comprar varias cosas más para su viaje.
Se despertó y arregló a su hija y salió temprano, tomó el taxi y pidió que la llevasen al centro comercial para desayunar y comprar algunas cosas para el viaje y también para compartir un momento con su hija, ya que ella se marcharía tal vez el día siguiente o no lo sabía aún.
Estaba viendo algunas prendas y su teléfono sonó y resoplo enojada. Contestó para escuchar algo que hizo que su sangre se helara.
—¿¡Qué has dicho Dante!?.— exclamó exaltada ella ante la llamada de su amante.
—Si Franchezca, me están investigando y tu exesposo evidentemente está sospechando.
Vio a su hija y ya no pudo comprar nada para el viaje, simplemente un juguete para tranquilizar a su pequeña. No pensaba hacerlo, pero las cosas cambiaron y supo que tenía que llevar a su hija al viaje, pensaba que sería un estorbo para ella, una niña de tres años, sin embargo, ahora las cosas cambiaron. Si Íker ya sabía la verdad, sería cuestión de horas que a ella también la incriminan, ya que los depósitos que llegaban a su cuenta eran exorbitantes y se recriminó por no crearse una cuenta alterna a la de ella y así no ser descubierta.
Miró a su hija y le sonrió, si, ella sería su pase de salida. Tomó un taxi y dio la dirección de la casa nuevamente.
—Tú no digas nada, a mí no me menciones, yo voy a solucionar todo. — exigió.
—Tenemos que adelantar los planes, tenemos que marcharnos ya, hoy mismo si es posible. —aseguró él empacando la maleta con la que suponía marcharse, tomó los boletos y revisó—. Yo ya compré los boletos para nosotros, ¿te espero en el aeropuerto? — inquirió, soñador, creyendo que se iría con semejante mujer a disfrutar de tanto dinero que había logrado sacarle a Íker.
—No, espérame en tu casa, yo voy hacia allá. — mintió descaradamente, para luego colgar y salir a tomar un taxi y pedirle al chófer que acelere para empacar las cosas y marcharse los antes posibles—. Espérame aquí ya regreso — dijo a su hija que asintió, ya que estaba entretenida en su juguete y de igual manera al chófer quien asintió en entendimiento.
Se bajó del taxi y caminando a paso rápido, entró en la casa para encaminarse a las escaleras. Cuando llegó a su habitación entró y metió las cosas que había llevado y así mismo procedió hacer lo mismo con las cosas de su hija, revisó que los documentos estuviesen en orden y los guardo en su cartera. Miró hacia todos lados asegurándose que no había nadie, cuando estaba al pie de las gradas comprobó bien y para su suerte no había nadie cerca, vio por la ventana y estaban todos desayunando. Bajó despacio las escaleras con las maletas en mano y los guardo en el taxi con la ayuda del chófer cuando logró salir. El taxista manejo rápido a pedido de ella y ya una vez que llegó al aeropuerto canceló y entró para comprar los boletos de cualquier destino que estuviese próximo a salir. Obviamente, lo hizo en efectivo, pues temía que cuando se enteraran descubrieran su paradero.