Capítulo 30

- ¡Hana! – gritaron - ¡Aquí! ¡Está aquí! – se oían pasos apresurados por el barro.

Me cogieron de los hombros y me zarandearon.

- ¡Hana! ¡Despierta! ¡Dinos algo! – exclamaron - ¡Por favor, Hana!

La voz se abrió paso y retumbó en la oscuridad de mi cabeza hasta que logré abrir los ojos. Era como si hubieran envuelto mi cerebro en algodón.

Vi una silueta.

- ¿Yoongi? – dije aturdida.

¿Por qué tenía tanto frío? Intenté incorporarme y apoyé la espalda.

- Soy Jungkook. Menos mal que hicimos caso a Dahyun y lo llamamos. Nos dijo que te había dejado en casa y que ibas a venir. Entonces empezamos a buscarte.

Me tapó con mi chaqueta y encima me puso la suya de cuero. ¿Qué hacía yo ahí tirada en el barro? Detrás de Jungkook había otras sombras. Reconocí a Dahyun y Tae.

- ¿Estás herida? – dijo él arrodillándose.

Lo miré confusa: ¿herida? Jimin, Hoseok y Minho se acercaron.

- Lo dudo, pero está en estado de shock – Jungkook se volvió hacia mí - ¿Qué te ha pasado? – preguntó preocupado.

- Dos tipos…me persiguieron. Pero…pude escapar – balbuceé como si recitara un discurso preparado. Confusa, fruncí el ceño. Me zumbaba la cabeza y me llevé la mano a la sien.

¿Dos tipos? ¿Qué estaba diciendo? Sólo había sido uno. Me siguió hasta ahí y luego…luego…

Escuché lo que decía Dahyun, Jungkook y Taehyung. De repente estaba segura de que ahí atrás había un muerto, pero no había más que barro.

- No quiero imaginarme lo que te hubieran hecho – dijo Dahyun asustada. Todos a su alrededor asintieron.

- Tenemos que llamar a la policía – dijo Tae ayudándome a levantar - ¿Podrías describirlos, Hana?

- No, estaba oscuro y fue todo demasiado rápido – dije de nuevo con la sensación de recitar algo de memoria. Cuando me di cuenta de las implicaciones que tenía, exclamé -: ¡No! ¡A la policía no! Se enteraría mi tío y no me dejará dar un paso más sola. De todos modos no podría identificarlos.

- ¿Estás segura…? – no estaban de acuerdo.

- Si no quiere, no tenemos por qué llamar a la policía – dijo Dahyun abrazándome sin importarle que estuviera llena de barro – Ven, te llevo a casa.

Sentí terror; si Hyeon o Namjoon me veían en ese estado sería igual o peor que hablar con la policía. Pero no dije nada, probablemente podría entrar sin que me vieran. Jimin y Tae nos iban a acompañar en si coche para traer a Dahyun de vuelta. Buscando la llave del coche se me cayó el móvil y Jungkook se agachó para recogerlo.

- Siento haber fastidiado la fiesta – murmuré.

- No tienes que disculparte – dijo sonrojándose – Si no te hubiera dicho que no trajeras a Yoongi, esto no habría pasado.

De repente sentí que caía al vacío.

“Dos tipos te siguieron. No recuerdas como eran, todo fue demasiado rápido y estaba oscuro. Corriste y te persiguieron hasta aquí donde te escondiste y se cansaron de buscar. Olvida todo lo demás, no ha pasado nada fuera de lo común”

La voz de Yoongi susurrándome en el oído, un torbellino de imágenes en mi cabeza, sus ojos de mercurio y obsidiana con destellos rojos mirándome.

- ¿Hana? ¿Estás bien?

Pestañeé aturdida. Me entró frío de repente, y no era sólo por a ropa mojada. Dahyun me miraba preocupada.

- ¿Quieres que te lleve al médico?

Negué con la cabeza. Todo a mí alrededor era irreal; Dahyun me dijo algo y tardé en reaccionar hasta darme cuenta de que quería saber donde estaba el coche. Parecía una zombi. Taehyung y Jimin nos acompañaron hasta mi coche y luego fueron a por el suyo. Dahyun me miró preocupada y arrancó. Me hice una bola en el asiento y miré por la ventana a la oscuridad. Era como si hubieran envuelto mi cabeza en una manta húmeda y pesada que no me dejaba pensar. Sólo seguían presentándose esas imágenes increíbles que me daban ganas de gritar.

- ¿Quieres que entre contigo? – preguntó Dahyun.

- No, estoy bien – aseguré.

La vivienda de Namjoon encima del garaje tenía las luces apagadas. Tampoco había nadie en la cocina o en la sala de estar. Salí del coche con un vago sentimiento de alivio. Dahyun dio la vuelta al coche y me dio las llaves.

- ¿Seguro que estás bien?

- Si, no te preocupes.

- Llámame, ¿vale? – dijo sonriéndome parcamente – Sea la hora que sea.

No se marchó hasta que se lo prometí.

Al marcar el código de la alarma y abrir la puerta me temblaron las manos. La casa estaba oscura y silenciosa. Subí la escalera sin hacer ruido y para no encender la luz, me abrí camino a tientas hasta mi habitación. Respiré hondo cuando cerré por fin la puerta, me quedé un momento inmóvil en la oscuridad.

Encendí la luz y me tiré en la cama. Abstraje la vista, el temblor pasó de mis manos a mis brazos y a mi cuerpo. No podía pararlo. Sola, volvía el desasosiego… y las imágenes.

Una vez en el baño me quité la ropa sucia y entré a la bañera. Ducharme, secarme, lavarme los dientes: lo hice todo de manera automática. De vuelta en la cama, abracé la almohada y me quedé mirando la pared, abstraída. No importaba que tuviera los ojos abiertos o cerrados, veía lo mismo: al hombre que me había atacado cogiéndome la barbilla, girándome la cabeza descubriendo mi cuello y acercándose mostrando los colmillos; a Yoongi mordiendo el cuello del hombre como una cobra, que todavía conservaba el rojo en sus ojos incluso al acercarse a mí y decirme que no había pasado nada fuera de lo normal; no podía dejar de mirarlos, incluso a pesar de que me pidió que olvidara lo que había visto; un líquido oscuro en la comisura de sus labios que sólo podía ser sangre. Era como una película que pasaba una y otra vez.

Suspiré. Algo le había salido mal, yo no había olvidado lo que había pasado – por lo menos no por más de unos minutos, aún cuando mi razón se negara a creer lo que, sin duda, había visto: Yoongi mordiendo el cuello de un hombre, bebiendo su sangre y, finalmente, torciéndole el pescuezo. No podía ser. Me abracé con fuerza a la almohada. No tenía sentido, los vampiros no toleran la luz del sol, y Yoongi venía al instituto cada día y había estado con él en el río. Sin embargo, había visto lo que había visto.